Álex Pina, uno de los realizadores de la serie «Sky Rojo», que narra el intento de tres víctimas de trata en situación de prostitución en España por escapar de su proxeneta y que podrá verse a partir del viernes en la plataforma de streaming Netflix, aseguró que la historia está presentada como «un caballo de Troya» para que los espectadores tengan «un vehículo de entretenimiento frenético y de vez en cuando darles torpedos en la conciencia».
El español dio detalles sobre la producción junto a Esther Martínez Lobato, la otra realizadora a cargo de la serie, con quien trabajó previamente en éxitos como «La casa de papel» y «Vis a Vis».
La guionista agregó que en «Sky Rojo» la problemática de la trata de mujeres fue «la parte más dolorosa pero a la vez lírica» del desarrollo de la historia, y que tanto ella como Pina intentaron «abordar con elegancia el tema y encajarlo de la mejor manera en el contexto de la huida» de las protagonistas.
En la nueva apuesta de Netflix, Verónica Sánchez («El embarcadero») interpreta a Coral, que sufre de una adicción a los ansiolíticos y es explotada sexualmente en el pomposo club nocturno Las Novias, ubicado en la isla de Tenerife y manejado por Romeo, el oscuro dueño del local interpretado por Asier Etxeandia («Velvet»).
Allí conoce a Wendy (Lali Espósito), una joven proveniente de un humilde barrio en Buenos Aires, y a Gina (Yany Prado), que viajó desde su Cuba natal a Europa engañada con una promesa de trabajo, otras víctimas con quienes se unirá a raíz de un violento episodio en el que se defienden de un ataque de Romeo, que queda gravemente herido y al borde de la muerte en su oficina.
A partir de ese momento, las tres mujeres emprenden una frenética huida mientras son perseguidas por Moisés (Miguel Ángel Silvestre) y Christian (Enric Auquer), los secuaces del jefe del club, que no piensan detenerse hasta encontrarlas y recapturarlas con la amenaza de terribles consecuencias a las que serían sometidas por su inaceptable intento de escapar del prostíbulo.
En relación con esta trama, Martínez Lobato contó que construirla «fue un poco complicado», porque «en lugar de tener una introducción presentando el universo y los personajes y cómo llegaron al club, comenzamos cuando se escapan».
«Fue compleja la orfebrería para construir las personalidades, ahí sí que tuvimos que frenar la dinámica y la cinética de la persecución y la fuga para adentrarnos en la humanidad de los personajes, con juegos temporales que nos permitieran meternos tanto en las emociones y las vidas de las chicas como en momentos concretos de las vejaciones y el secuestro en el que están sumidas estas mujeres», explicó.
Sobre ese trabajo de desarrollo de los personajes, la productora comentó que «incluso antes de conocer a los actores y actrices que les darán vida» los elaboran «como criaturas»: «Son como nuestros hijos, intentamos entenderlos con cariño para poder dotarlos de emociones y de rasgos humanos reconocibles», dijo.
«Hay personajes que caen mal y con los que no se puede empatizar nunca, pero podemos llegar a conmover con alguna circunstancia que le pasa a esa persona. Hay mucha fascinación por parte de los autores hacia la psicología de sus personajes, lo más difícil para nosotros es viajar a través de la mirada de personalidades ajenas a las de las personas de nuestro día a día, y hacerlo a través de una ficción es muy estimulante y sorprendente», aseveró.
Por su parte, Álex Pina afirmó que desde el principio del proyecto se decidió «no utilizar el género de drama social o de denuncia para contar esta historia» y que se decantó por «un género más lúdico, con acción y con comedia negra», que funcionara como «un caballo de Troya» para que los espectadores tengan «un vehículo de entretenimiento frenético y de vez en cuando darles torpedos en la conciencia».
Además, en cuanto a ese tono lleno de contrastes con el que se aborda la problemática de la explotación de mujeres a lo largo y ancho del planeta -aunque sin posicionarse en el controversial debate sobre la prostitución-, consideró que todos los aspectos de la serie «forman parte de ese espíritu».
«La serie tiene un cromatismo con el neón, los fuegos artificiales, las chicas llenas de purpurina y maquillaje, en un club en el que todo es de colores, dorado, estéticamente bello, y sin embargo es toda una cortina de dramatismo que esconde una perversa y oscura realidad, con un dolor emocional muy profundo», subrayó.
Por último, Martínez Lobato se refirió a la duración de cada capítulo de «Sky Rojo», que se desarrolla en 25 minutos, y señaló que se trata de «un ejercicio necesario en la narrativa de hoy en día», porque «la gente consume la ficción de una manera muy variopinta», lo que «lleva a que las series tengan que estar plagadas constantemente de hitos, de acción y de emoción, porque el público puede dejar de verlas en cualquier momento».
«Existe esta tendencia a realizar metrajes más cortos o unidades de interés más cortas, lo cual también nos da la oportunidad de juntarlas todas y hacer una maratón. Es una forma de sumarse a la manera de ver las nuevas narrativas y una oportunidad de ser un poco osados, porque es un desafío repensar los formatos en los que llevamos trabajando tantos años», concluyó.