La fachada del teatro Opera cuando se proyectaba una película de Luis Sandrini, en 19532015 Getty Images/Michael Ochs Archives
Finos hilos de agua caían desde una fuente con forma de obelisco diseñada por el maestro vidriero René Lalique hace un siglo, durante la Exposición de Artes Decorativas e Industriales de París. Entre el 28 de abril y el 30 de noviembre de 1925, más de 16 millones de personas visitaron los pabellones de 21 países, que estuvieron representados en pabellones distribuidos desde la Explanada de los Inválidos hasta el Grand Palais.

Fue la ocasión ideal para promover el arte, el diseño y la arquitectura Art Déco como emblema de la élite europea, que pronto se transformaría en una pasión de masas gracias a las películas de Hollywood y los rascacielos de Nueva York como el Edificio Chrysler, el Empire State o el Rockefeller Center. A diferencia de las formas orgánicas de su antecesor, el Art Nouveau, este estilo se inspiró en las primeras vanguardias para regresar a un orden más clásico y geométrico.

“Su matriz decorativista, rectilínea y simplificadora de las formas le permitía adaptar casi cualquier arquitectura del pasado, y su versatilidad intrínseca lo deja acoplarse fácilmente a las nuevas tecnologías, como el hormigón armado y la luz eléctrica”, explica Fabio Grementieri, autor del libro Buenos Aires Art Decó y Racionalismo. La pasión pionera con la cual la capital argentina adoptó la tendencia se ve reflejada, según él, tanto en frentes de edificios de viviendas como en la arquitectura institucional y pública, en cines y teatros.
Tal fue el impacto que tuvo el Art Déco a nivel global que ya se inauguraron muestras en América y Europa para celebrar este centenario, como la que le dedica hasta el lunes el Museo de la Ciudad de Nueva York o la impulsada por la Fundación Boghossian hasta fin de mayo en Villa Empain, Bruselas. Y en noviembre se conmemorará en París durante el congreso anual de la Coalición Internacional de Sociedades Art Decó (ICADS), cuya junta directiva integra Grementieri. En la Argentina, en tanto, se organizarán desde marzo distintas actividades que incluirán conferencias en el Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD).
No parece haber sede más apropiada para debatir sobre el tema, ya que el Palacio Errázuriz conserva un ejemplo precursor de Art Déco: el boudoir de Matías Errázuriz Alvear decorado en 1919 por el catalán José María Sert, autor de murales como los que realizó para el vestíbulo del Rockefeller Center y el comedor del Hotel Waldorf Astoria en Nueva York. “Por encargo directo de Errázuriz hijo al muralista, el salón anticipa los artificios del Art Déco en Buenos Aires y es el único cuarto de la casa que responde a los cánones estéticos de un estilo del siglo XX”, señala Hugo Pontoriero, director del MNAD, en su libro dedicado a las memorias de su sede.
Como parte del “desprejuiciado eclecticismo visual surgido al finalizar la Gran Guerra”, este experto enumera algunas características de la habitación, entre las cuales se cuentan objetos de arte oriental, biombos de laca y cuatro paneles titulados La Comedia Humana, que emulan la obra de Honoré de Balzac. “Dentro de una atmósfera neofaraónica, hay puertas lisas enchapadas en oro, muros monolíticos de símil pórfido, manijas de jade, pinturas sobre vidrio y una chimenea revestida en espejos”, describe por su parte Grementieri, quien asegura que el joven Matías “desistió de un auto de lujo para invertir en este proyecto opiáceo”.

El Art Déco, sin embargo, no fue un estilo exclusivo para ricos. Gracias al cine y las revistas se expandió a las clases medias y conquistó los frentes de sus edificios. “Constituye la nueva cara de casas chorizo, petits-hôtels, villas, chalets y edificios de renta –señala Grementieri- que no abandonan sus matrices originales pero que se cubren de muchos recuadros, prismas y zigzags, con sus superficies siempre ejecutadas con el mágico símil piedra”.
Entre los pocos arquitectos fieles al estilo se destacaron Alejandro Virasoro y Andrés Kálnay, quienes buscaron según él “explorar la innovación transformando la decoración en un nexo integrador de diseño y construcción”. Mientras que el primero realizó obras como el Banco El Hogar Argentino (Bartolomé Mitre 575), la Casa del Teatro (Av. Sta. Fe 1243) y La Equitativa del Plata (Av. Roque Sáenz Peña 550) -que alojaba a la Aéropostale, compañía de aviación para la cual trabajaba como piloto Antoine de Saint Exupéry-, su colega húngaro Kalnay adoptó “una versión centroeuropea del estilo, ornamentada con objetos y personajes, para erigir casas como castillejos, cines como caleidoscopios o cantinas como pabellones de diversión”. A modo de ejemplo, Grementieri menciona la Confitería Munich en Costanera Sur, actual sede del Museo de la Imaginación y el Juego (MIJU).

Este último colaboró con su hermano Jorge en el proyecto de la sede del diario Crítica, fundado en 1913 por Natalio Botana. Diseñado en 1926 –apenas un año después de la muestra de París- y ubicado sobre la Avenida de Mayo al 1333, el edificio que hoy aloja a la Superintendencia de Administración de la Policía Federal Argentina combina líneas de estilo art déco, balcones con formas de proa de barco, monumentales puertas de bronce, vitrales triangulares, esculturas antropomorfas y elementos de culturas precolombinas y orientales.

¿Qué caracteriza, entonces, al Art Déco? “No se puede hablar del estilo Art Déco como un movimiento arquitectónico, como puede ser el brutalismo o el racionalismo. Es una manera de ornamentar la obra. A mi modo de ver, es más un movimiento decorativo”, aclara a LA NACION el arquitecto Marcelo Nougués, autor del libro Cora Kavanagh y su edificio. Respecto de esta torre de hormigón armado de 120 metros de alto inaugurado en 1936, que se convertiría en emblema de la modernidad porteña opina que “es el mejor ejemplo de rascacielos Art Déco en la Argentina, junto con el Safico (Corrientes 456) y pocos más”.
No todos parecen estar de acuerdo. “Es un híbrido”, opina Grementieri sobre el Kavanagh. Para Pontoriero, “fusiona el racionalismo con el Art Déco, en un equilibrio perfecto y depurado”. El propio Nougués reconoce que “hay una gran discrepancia de opiniones si es racionalista o es Art Déco”, y aclara que “no todo era Art Déco al 100%. A veces, en un edificio Art Déco, su planta es hiperacadémica”.

Un ejemplo de esta combinación se encuentra según él en “la casa más francesa de Buenos Aires”, actual residencia del embajador de Arabia Saudita, ubicada en la esquina de Ocampo y Libertador. “Metido en un contexto hiperclásico, el baño de la señora Acevedo era uno de los ejemplos de Art Déco más fascinantes que hubo en la Argentina”, señala Nougués, que participará en noviembre del congreso parisino junto con Grementieri y una delegación rioplatense.
Otros casos más accesibles para ver que el baño del Palacio Acevedo, enumeran estos expertos, son el edificio de la compañía Shell (Av. Roque Saenz Peña 788); el Teatro Ópera (Av. Corrientes 860), el Cine Normandie (Lavalle 855) y la Casa del Teatro (Av. Sta. Fe 1243); la Torre Saint (Teniente General Perón 2630); la Usina Puerto Nuevo (Av. Tomás Alva Edison 2700), el Ex Banco Hogar Argentino (Bartolomé Mitre 575) y la Casa Virasoro (Agüero 2038), vivienda proyectada en 1924 por Alejandro Virasoro para él y su familia.
“¿Cómo puede indicarse el arte nuevo que predicamos? Pues con los temas nuevos y los materiales nuevos”, escribió este último en un artículo publicado en la Revista de Arquitectura, en 1926. “La peregrina idea de escribirlo me vino en 1922, es decir tres años antes de la célebre exposición de París del veinticinco –asegura en el catálogo de una muestra que le dedicó en 1970 el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires-, con motivo de la cual oí repetir en muchos lados conceptos semejantes a los míos”.
Para agendar:
- Art Déco 25 Bs. As., un programa impulsado por laAsociación Art Nouveau Buenos Aires (Aanba), abarcará ocho encuentros en distintas fechas entre marzo y noviembre, con shows de jazz en edificios emblemáticos de Art Déco en Buenos Aires. Entradas disponibles en Eventbrite.
Fuente: Celina Chatruc, La Nacion