Crespo, Entre Ríos, capital nacional de la avicultura, cuna de Gabriel Heinze y otros buenos deportistas, registra ahora un curioso record: tiene tres directores de películas minimalistas de bajo costo y buena ubicación en circuitos de festivales tipo Bafici, y los tres acaban de ser seleccionados, cada uno con su película, para competir en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Y cada película gira en torno al duelo por algún miembro de la familia. Toda una curiosidad. Se trata de Maximiliano Schonfeld (“Germania”, “La helada negra” y otras), Ivan Fund (“Hoy no tuve miedo”, “Vendrán lluvias suaves” y otras), y Eduardo Crespo (“Tan cerca como pueda” y la autobiográfica “Crespo. La continuidad de la memoria”). Entre ellos se ayudan y suman una decena de premios y otras tantas nominaciones en festivales nacionales e internacionales. Ivan Fund estuvo inclusive en una sección paralela de Cannes, como coautor de “Los labios” con el dramaturgo Santiago Loza, que es algo así como el mentor del grupo.
Ahora Fund y Maximiliano Schonfeld figuran entre los seis latinoamericanos elegidos de un total de 229 para competir por los premios de la industria a las mejores obras en fase de postproducción que se presentan en el WIP de San Sebastián. El primero lleva “Piedra Noche”, historia fantástica sobre el duelo de una madre. Schonfeld, “Jesús López”, sombrío misterio de una suerte de transmutación. Los otros cuatro son Jerónimo Quevedo, también argentino (lleva “Los restos fósiles”), Manuel Nieto (“El empleado y el patrón”, coproducción uruguayo-brasileña-argentina protagonizada por Nahuel Pérez Biscayart), J. S. Mesa (“La Roya”, Colombia) y Federico Adorno (“Boreal”, Paraguay-México). Como se advierte, en esta sección es probable que gane un argentino.
Por su parte, Eduardo Crespo va nada menos que a la Competencia Oficial. Lleva una pequeña ficción, “Nosotros nunca moriremos”, que cuenta el viaje de un niño junto a su madre al pueblo donde acaba de morir su hermano mayor. Con participación de Santiago Loza en el libreto, equipo técnico mayormente femenino y elenco local (la única profesional es Romina Escobar, la amiga trans de “Pequeña Victoria”), quienes ya la vieron la describen como “película diáfana, melancólica y de leve humor, suspendida en el tiempo, en la flotación de los lugares perdidos de provincia”.
Linda definición, y enorme desafío para una obra que deberá competir con las nuevas de François Ozon, Naomi Kawase, Julien Temple, Thomas Vinterberg, Danielle Arbid, Sharunas Bartas y Pablo Agüero, entre otros pesos welter y pesados con mayor experiencia en estos trámites. De ellos, el más prestigioso es Ozon, un habitué del Festival, que ya colocó cinco obras suyas en el Palmares, incluyendo el premio mayor, la Concha de Plata 2013 por “Dans la maison”, basada en la obra de teatro de Juan Mayorga “El chico de la última fila”. La ventaja para el resto es que Ozon dista de ser parejo. Un año hace una obra notable y al siguiente algo bochornoso. Para director parejo, siempre confiable, está Woody Allen, que inaugurará el encuentro con su nueva comedia, “Rifkin’s Festival” (pero fuera de competencia).
La invitación de este año indica que “los profesionales que puedan trasladarse físicamente a San Sebastián asistirán a las proyecciones en sala”. El resto dispondrá de una acreditación online para “disfrutar de esos servicios a distancia”. Es decir, sin salir de Crespo.
Fuente: Ámbito