“Las películas de gánsteres están muertas”, dice uno de los personajes de The Offer, la miniserie disponible desde el jueves 28 en Paramount+ que relata el detrás de escena de la producción de El padrino, una de las películas más importantes de la historia del cine, además del film que demostró categóricamente que al cine de gánsteres hecho en Hollywood le quedaban algunas vidas. Ese intercambio entre Barry Lapidus (Colin Hanks), uno de los ejecutivos de los estudios Paramount, y el productor Albert S. Ruddy (Miles Teller) sienta las bases para lo que se verá en el desarrollo de la miniserie: una batalla entre quienes veían al cine como un negocio y quienes soñaban con hacer películas más allá del dinero que pudiera ganarse con ellas. Y cómo el enorme éxito de taquilla y crítica que consiguió El padrino probó que una cosa no tenía porqué excluir a la otra.
Los fanáticos del film de Francis Ford Coppola saben que el camino de la novela escrita por Mario Puzo desde la página hasta la pantalla grande no fue sencillo. Existen muchas crónicas de la época y retrospectivas escritas sobre las disputas entre el director y el estudio, las peleas que libró Robert Evans, responsable de Paramount, por salvar el proyecto de los pedidos de sus codiciosos jefes, las dificultades para armar el elenco y por esquivar los intentos de sabotaje de la mafia italiana, preocupada por los contenidos del film y la mala prensa que les daría ante la sociedad norteamericana.
Sin embargo, pocos saben que detrás de la solución a cada uno de esos problemas estaba Albert S. Ruddy, un novato en el cine de Hollywood que gracias a su desconocimiento de las reglas y su espíritu curioso e inquieto logró que se hiciera la película. Los diez episodios de The Offer cuentan, desde el punto de vista de Ruddy, cómo ese intento aparentemente fútil se transformó en un inesperado éxito de taquilla, en la ganadora del Oscar y en una leyenda que, a cincuenta años de su estreno, sigue fascinando al público global.
El detrás de escena del detrás de escena
Como si se tratara de una maldición que reaparece cada medio siglo, la producción de la miniserie también se topó con un obstáculo que estuvo a punto de ponerle fin al proyecto. Anunciada con bombos y platillos como uno de los grandes atractivos de la por entonces flamante plataforma Paramount+, dueña de los derechos de toda la saga de El padrino, la miniserie tenía como protagonista original a Armie Hammer. Cuando estalló el escándalo alrededor de su vida personal y el actor de Muerte en el Nilo se transformó en incontratable, The Offer pasó de generar expectativa a causar preocupación. Sin embargo, decididos a aprovechar su propia biblioteca de clásicos para salir al ruedo del streaming, los productores encontraron rápido reemplazo en Teller, un intérprete muy diferente a Hammer que de todos modos acierta en su interpretación de Ruddy como un ambicioso y encantador forastero decidido a conquistar Hollywood.
“La historia de su vida tiene de todo, es extremadamente entretenida, una diversión constante. Mi propia vida, aunque la disfruto mucho, creo que no podría llenar ni media hora de drama televisivo”, explicaba Teller en una conferencia de prensa vía zoom de la que participó LA NACION. Allí el actor también contó que en su reunión con el mismísimo Ruddy, de 92 años, pudo vislumbrar el empuje que tenía a principios de los años 70 y que sigue conservando hoy en día. “Cuando lo conocí me dijo: “Muchacho, si esto de la actuación te sigue interesando, tengo dos proyectos que creo que te podrían servir ¡No para!”, comentaba el actor, quien a diferencia de buena parte del elenco, tuvo la libertad de crear a su propio Ruddy ya que el productor, más allá de haber sido el motor de la realización de El padrino, no es conocido por el público. Al menos no al nivel del resto de los responsables del film empezando por Coppola, Puzo y Evans. Este último escribió su propia versión de los hechos en su imperdible biografía The Kid Stays in the Picture. Gracias a la brillante interpretación del actor británico Matthew Goode (The Crown), la leyenda del sofisticado productor sobre el que en la miniserie se dice que tiene “más contactos que Dios”, permanece intacta.
Otras apariciones estelares como las de Al Pacino (Anthony Ippolito) y Marlon Brando (Justin Chambers), completan un relato pleno de giros conocidos y no tanto, como el vínculo cercano y riesgoso que tuvo que establecer el productor del film con la mafia italiana en Nueva York para que el proyecto llegara a buen puerto.
La familia
Antes de aterrizar en Hollywood, la miniserie le dedica sus primeras escenas a una colorida celebración en las calles del barrio italiano en Manhattan. Es el día de San Genaro y el desfile callejero tiene unos benefactores tan generosos como peligrosos. Desde la vereda, los “buenos muchachos” vigilan a la multitud mientras los jefes se sientan a la mesa a decidir quién será el próximo padrino. Primero en la lista está Joe Colombo (Giovanni Ribisi), pieza fundamental en la producción de la película que se empezaría a gestar tiempo después en Los Ángeles, a un mundo de distancia de los rigores del territorio de la mafia siciliana. Cuando Colombo y los suyos –alertados por Frank Sinatra, representado en la historia de Puzo por el personaje de Johnny Fontane– supieron del libro y de la intención de llevarlo a la pantalla quisieron impedir que sucediera lo que, decían, sería un nuevo intento de Hollywood por pintar a los inmigrantes italianos como criminales. Un prejuicio que, en su caso, estaba más que justificado.
La yuxtaposición entre los subterfugios de Ruddy y Evans en el mundo de Hollywood y los métodos de la mafia para salirse con la suya aportan una de las líneas narrativas más entretenidas de la miniserie y de la histórica recorrida de El padrino. Una película cuyo detrás de escena está a la altura del relato que finalmente llegó a verse en pantalla.
Fuente: Natalia Trzenko, La Nación