Tacos imposiblemente altos en la oficina, un comentario al pasar sobre Balmain y reuniones de trabajo en los lugares más exclusivos de Manhattan que requieren de un cambio de imagen radical. Podría ser Sex and the City pero las protagonistas tienen menos de 30 años. Podría ser Emily en París pero todo transcurre en Manhattan. Podría ser Younger pero el escenario principal no es una editorial sino la ficcional revista femenina Scarlet. Podría ser Girls pero el trío de personajes centrales no está del todo en contacto con sus neurosis. The Bold Type, la serie ya disponible en Netflix, puede definirse por lo que tiene en común con esas exitosas ficciones protagonizadas por mujeres pero, al mismo tiempo, rápidamente resulta evidente que también es distinta a ellas.
Aisha Dee en The Bold TypeJonathan Wenk – Freeform
Para empezar, lo dicho: los personajes principales de la serie, que cuenta con cuatro temporadas disponibles en la plataforma de streaming, son millennials y sus preocupaciones son las de su época. Lejos de buscar relaciones estables y de lidiar con sus carreras exitosas, Jane (Katie Stevens), Kat (Aisha Dee) y Sutton (Meghann Fahy), apenas están empezando sus trayectorias en la revista modelada a imagen y semejanza de Cosmopolitan y su histórica editora, Joana Coles, que aquí aparece como productora ejecutiva. Cada una a su forma debe adaptarse a las realidades del mercado laboral que les tocó, “el más duro de los últimos sesenta años”, según Sutton, y sus prevalecientes desequilibrios.
Desde los primeros capítulos resulta evidente que aunque Scarlet es una revista femenina sus ejecutivos son hombres blancos de mediana edad que miran entre espantados y desconcertados cuando se discute la posibilidad de publicar un perfil sobre una artista musulmana y lesbiana, entre otras propuestas nacidas de la generación del #metoo.
Claro que por toda su sensibilidad actual las referencias más o menos explícitas a Sex and the City (disponible completa en HBO Go/DirecTV Go/ Movistar Play) y a sus magníficas protagonistas siempre rondan a The Bold Type. La decana de las series con protagonistas femeninas habitantes de Nueva York es al mismo tiempo un punto de partida y diferenciación para todas las que vinieron después. Y en varios casos su vínculo no solo fue temático o narrativo. De hecho, tanto la fantástica Younger (disponible en DirectvGo) como la mediocreEmily en París (la primera temporada está disponible en Netflix y la segunda ya se está grabando en Francia), fueron creadas por Darren Star, la mente maestra detrás del fenómeno Sex and the City que está en pleno proceso de retorno gracias a And Just Lke That, la miniserie de HBO Max que seguirá las aventuras de Carrie, Miranda y Charlotte-ya se sabe que la Samantha de Kim Catrall no será de la partida-, ya con cincuenta años cumplidos.
Así, durante mucho tiempo las series más destacadas dirigidas al público femenino no tenían showrunners mujeres, algo que empezó a cambiar con Girls (disponible en HBOGo, Movistar Play, DirecTV Go), de Lena Dunham y que se estableció ahora con The Bold Type. Aunque lo cierto es que a pesar de que las protagonistas de ambas ficciones tienen aproximadamente la misma edad y el mismo aire de autosuficiencia y egocentrismo que se identifica con los millennials, las tres chicas de la revista Scarlet parecen tener al menos un pie sobre la Tierra y su mundo es un poco más diverso del que habitaban las chicas de Brooklyn de Dunham.
De hecho, uno de los tópicos narrativos más interesantes de The Bold Type es cómo se trata el tema racial y cómo afecta la vida de todos los protagonistas pero especialmente la de Kat, una mujer con exceso de seguridad en sí misma que enfrentada al mundo real empieza a notar que su percepción de sí misma no coincide con la de muchos que la definen por su color de piel.
Con mucha inteligencia, además, la creadora de The Bold Type, Sarah Watson, le otorga a su protagonista negra (en realidad Kat tiene madre blanca y papá negro), todos los privilegios de una familia económicamente acomodada y amorosa que sus dos amigas no tuvieron. Así, los estereotipos dejan lugar a una mirada más profunda sobre las desigualdades de género, sociales y raciales en los Estados Unidos.
Por supuesto que esta nueva serie en Netflix, que ya estrenó su quinta y última temporada, nunca se olvida que es una comedia, a veces dramática, pero comedia al fin. Y entonces logra equilibrar el glamour de la revista de moda, los enredos amorosos y las crisis personales con temáticas que calan hondo en sus protagonistas. La política, la cultura de misoginia en el mercado laboral y hasta los abusos forman parte de una trama que apela a la fantasía cuando se trata del día a día de una revista o del acceso que las jóvenes empleadas tienen a las marcas de moda y los bares más exclusivos, pero refleja la realidad sin embates en todo lo demás.
Como en Emily en París, en The Bold Type los guiones también le prestan atención a los vínculos entre colegas y la dinámica cotidiana con una jefa exigente aunque, lejos de la perezosa caracterización de los personajes de la serie protagonizada por Lily Collins, aquí la presencia de la editora Jacqueline Carlyle (Melora Hardin) se acerca a la Miranda Priestley de El diablo vista a la moda, a pesar de que en este caso más que diabólica se trata de una jefa sorora y a la moda, por supuesto.
Así, la más reciente integrante de las filas de herederas de Sex and the City logra rescatar las mejores cualidades de la pionera y de las series que la siguieron al ritmo de los tacos altos, los accesorios estrambóticos y un feminismo cada vez más explícito.
Fuente: Natalia Trzenko, La Nación