“¿Cómo te acercaste a mí, Martín? La verdad que no me acuerdo”. Susana Giménez no puede evitar ser Susana Giménez frente a la pregunta del millón: ¿Cómo Martín Piroyanski logró convencerla de regresar a la ficción con una participación en Porno y helado, la comedia en la que interpreta a una mujer con un fetiche sexual tan insólito como irrefrenable? El actor, creador y director de la delirante comedia sale rápidamente al rescate de la diva para dar cuenta del origen de este inesperado encuentro.
“Fue todo una idea Amazon Prime Video, que te pensó para la serie, te dio los guiones y vos elegiste ese personaje y después me contaron a mí una vez que vos ya habías dicho que sí. Me dijeron: ‘Che, ¿qué te parece si Susana hace este personaje?’, y a mí me pareció brillante”, explica el actor.
Susana reconoce entonces que no conocía a Piroyanski, que jamás había estado sentado en el living de su programa televisivo ni tampoco había visto ninguno de sus trabajos. “Un día estaban los Darín jugando a la canasta en casa y le digo a Florencia y Ricardo que me habían ofrecido un libro para una serie que me había parecido graciosa. ‘Es un cameo, un capítulo y medio, pero que me pareció canchero y lo dirige Martín Piroyanski’, dije. ‘¿¡Qué!? ¡Es un genio!’, me dijo Florencia y eso me dio mucha tranquilidad y pensé por dentro que tenía mucha suerte en haber dicho que sí”, asegura la diva con su característica frescura.
Lo que vino luego fue un primer encuentro por Zoom y, más tarde, una reunión personal en La Mary, la casa que la conductora posee en Punta del Este. “Nos enamoramos. Me pareció tan amoroso, tan divino, tan gracioso, y encima talentoso. Era mucho, así que yo tenía que entregarme a él como actriz, no tuve dudas”, cuenta Susana con entusiasmo.
A través de ocho episodios de media hora, la serie cuenta la historia de dos treinteañeros -Pablo, interpretado por Piroyanski, y Ramon, personificado por Nacho Saralegui- que, cansados de sus rutinarias y poco prometedoras existencias, deciden formar una banda de rock pese a no tener ningún conocimiento musical. Su encuentro fortuito con Ceci (Sofi Morandi), una experta en el arte de las mentiras y pequeñas estafas, no hace más que encauzarlos hacia la promesa de fama fulgurante y dinero rápido. Pero, claro, las cosas pronto se salen de control, y lo que parecía un plan sencillo termina enfrentándolos entre sí y hasta involucrándolos en una delicada conspiración política.
Un rol distinto
Luego de protagonizar La Mary, en 1974, Susana se volcó de manera definitiva a la comedia, se probó como vedette y, más tarde, se centró de manera definitiva en la conducción. Su rol de anfitriona le fue dejando cada vez menos lugar a la actuación, pero la diva fue encontrando espacios para hacer reír con esporádicas incursiones en la pantalla grande –Esa maldita costilla, de 1999-, en teatro –Piel de Judas, en 2015- y a través de una serie de sketches en su ciclo televisivo, que la reunió con figuras como Emilio Disi, Antonio Gasalla, Jorgelina Aruzzi y Lizy Tagliani.
“Nunca hice una serie para televisión”, dice Susana a LA NACION, desde su casa en Punta del Este. “He recibido muchas propuestas, pero todo depende del libro… Creo que si hubiera hecho todo lo que me ofrecieron a lo largo de los años, mi carrera sería totalmente distinta. Hay que pensar mucho antes de aceptar un proyecto”, reflexiona. El libro de Porno y helado definitivamente tuvo ese “algo” que llamó la atención de la diva.
-¿Qué tiene que tener un papel para que quieras interpretarlo?
Susana Giménez: -Algo distinto a lo que hasta ahora hice. Me gustaría hacer de una mala… Nunca hice, no sé si me saldrá. Roxana no es muy buena, pero tampoco es mala. Se conforma con ya sabés con qué [risas]. Una mala que maneja el mundo de las drogas, por ejemplo; eso me gustaría hacer.
-Roxana tiene un fetiche muy particular… ¿Vos tenés alguno en la vida real, Susana?
SG: -¡No, yo soy una santa!
-¿Martín, qué sentís que Susana le aportó a Roxana?
Martín Piroyanski: -Es muy bueno ver a Susana hacer de una mujer así tan seria y maquiavélica, cuando ella es todo lo contrario. Igual Susana me parece una gran actriz de antes…
SG: -Ahí, me mandaste a la B… [Risas].
MP: -No, quiero decir que desde siempre me pareciste una gran actriz.
SG: -¡Ah, qué susto, pensé que me estabas tratando de jovata!
MP: ¡No! [Risas]. Siempre me pareció muy graciosa, tiene mucho timing para la comedia, y es algo que no es tan usual, entonces la verdad que me divertí mucho viéndola desde el monitor. Y la verdad que fue muy fácil dirigirla, porque Susana es súper humilde, es muy fácil trabajar con ella y sobre todo es muy receptiva, estuvo muy abierta a mi mirada. Empezamos ensayando en el cuarto de hotel, pasábamos letra y era muy muy fluido, y después en el set lo único que quedaba para hacer era divertirnos. La mayoría de sus escenas eran con Nacho Saralegui, y era muy gracioso verlos juntos.
SG: -Nacho fue muy amoroso, es un actor muy bueno, muy intuitivo. Fue tan maravillosa la filmación, todo fue con tanto cariño, todos fueron tan educados… La verdad es que me trataron como a una reina. Me gusto mucho trabajar con él y bajo sus directivas, sus órdenes. Él pensó al principio que yo no iba a querer que me “marque”, pero tener un director que te marque es como una bendición.
-¿Te intimidaba la presencia de Susana en el set?
MP: -No, pero cada actor tienes sus necesidades y yo como director tengo que estar atento a eso… Hay algunos que son más demandantes, otros no quieren que los dirijan, entonces con Susana no sabía bien qué esperaba ella; pero cuando me dijeron que esperaba que la dirigiera, ya me relajé y pudimos trabajar muy bien.
SG: -Todo lo que me dijo, a mí me sirvió muchísimo.
Proyectos y casualidades
Porno y helado tiene una larga historia y pasó por varias reescrituras hasta llegar a convertirse en la serie que estrena este viernes. “En realidad, la clave para poder hacer realidad este proyecto que tenía en mente hace tantos años fue la aparición de Amazon Prime Video. Antes habían surgido oportunidades, pero siempre con presupuestos muy pequeños, y sentía que ‘achicar’ esa idea que tenía era básicamente matarla. Valió la pena esperar”, dice Piroyanski.
“Uno a veces lee historias de las grandes producciones de Hollywood y te enterás de proyectos que tardaron 8 años en hacerse realidad… Me parece increíble. ¡Con lo ansiosa que soy!”, se sorprende Susana. “Pero pensemos solo en el presupuesto que se destinó en hisopados… ¡Una fortuna! Porque había que hacerlo todos los días y éramos cien personas trabajando”.
Porno y helado se rodó en Uruguay, entre marzo y mayo de 2021. “En ese momento era impensable filmar en la Argentina, en pleno rebrote. Ahí surgió la posibilidad de hacerlo en Uruguay, porque estaban con menos casos y se dio que Susana estaba allá”, apunta Piroyanski.
-¿Qué esperan que pase con esta serie?
MP: -Que la gente la vea…
SG: -¡Y que se divierta!
MP: Sí, es una serie hecha con mucho amor y es muy disparatada y muy absurda, tierna… Quiero que la vea la gente.
-¿Va a haber segunda temporada?
MP: -Sí, me encantaría, pero ahora estoy trabajando en un guion muy largo que quiero filmar y a la vez voy a actuar en una película sobre la vida de Tangalanga.
SG: -Ay, ¡qué maravilla! Yo tengo todos los casetes. Era amigo de mi padre, porque él trabajaba para una conocida compañía de dentífricos, mi padre era presidente de otra y comprando la menta se hicieron amigos. Era un genio. Cuando me maquillaban, poníamos los casetes para reírnos. Era un tipo genial. ¿Vos vas a hacer de Tangalanga?
MP: –Sí, y la va a dirigir un amigo mío, que se llama Mateo Bendesky.
SG: –Era un tipo gracioso por naturaleza, viste que siempre en algún grupo hay un gracioso de esos que se destacan… Tengo entendido que cuando se enfermó un amigo muy gravemente, él le iba a ser compañía al sanatorio y hacía esos chistes de teléfono, no sé si desde el teléfono de sanatorio o ya los llevaba grabados. Tenía una voz muy seria, y era como parte de la gracia.
-Susana, ¿participar de este proyecto te animará a seguir actuando?
SG: -A mí me fascina actuar. Una de las cosas que más me divertía era hacer con Emilio Disi el sketch. Y la gente siempre lo recuerda… La otra vez me enteré que René Favaloro, que vivía a una cuadra de mi casa, en Barrio Parque, los lunes salía un poco más temprano de la Fundación para llegar a las 8 y ver el sketch que hacíamos con Emilio. Me emocionó mucho enterarme de eso.
Fuente: Martín Artigas, La Nación