El estreno de Star Wars: El ascenso de Skywalker, el cierre de la tercera trilogía de la franquicia que llega hoy a las salas, marca el final de la historia protagonizada por Rey ( Daisy Ridley), Poe ( Oscar Isaac) y Finn ( John Boyega), en la lucha contra Kylo Ren ( Adam Driver) y la Primera Orden. A lo largo de los últimos cuatro años, los episodios VII ( El despertar de la fuerza, disponible en Netflix) y VIII ( Los últimos jedi) atrajeron a una nueva generación de jóvenes espectadores a esta galaxia muy muy lejana, y revitalizaron el amor que los viejos fans tenían por este universo. Pero lo más importante es que estas películas demostraron que Star Wars no deja de ser una marca de gran rentabilidad para Disney, a la vez que abrieron el abanico hacia nuevos films, series y productos que enriquecerán el cosmos de esta saga creada por George Lucas.
Un relanzamiento fallido
El éxito de las tres películas originales ( Una nueva esperanza, El imperio contraataca y El regreso del jedi) redefinió la lógica de los tanques hollywoodenses y cambió la industria para siempre. Feliz por su logro, pero agobiado por la presión que le supuso ese tríptico, a Lucas le tomó más de quince años volver a lanzar nuevas entregas de la saga. Entre 1999 y 2005, el realizador estrenó una segunda trilogía que dejó un sabor agridulce entre los fans ( La amenaza fantasma, El ataque de los clones y La venganza de los sith, disponibles en Flow).
En esa serie de largometrajes, la intención fue contar el origen de Darth Vader, sus comienzos como un niño esclavo y su eventual transformación en caballero jedi. Lamentablemente, esos films tuvieron más bajos que altos, y no pudieron apelar a un ingrediente clave para los fieles creyentes de la saga: la nostalgia. Al transcurrir en los años iniciales de la cronología galáctica, muchos de los héroes más representativos de la franquicia no aparecían, un factor que jugó en contra para los fans de mayor edad. Por otra parte, Lucas se entusiasmó con las ventajas de los efectos digitales disponibles a comienzos de siglo, y el universo de marionetas y naves artesanales desapareció para dejar paso a un sinfín de criaturas y naves etéreas.
George Lucas parecía algo perdido dentro de su propio laberinto, interesado más por la tecnología que por el eje de la historia: cómo un muchacho se corrompía ante la imposibilidad de vivir plenamente el amor de las dos mujeres que marcaron su vida. No era ningún secreto que la trilogía inicial había calado hondo en el público por el carisma de sus protagonistas, el encanto del maniqueo relato del bien contra el mal y la presencia de personajes definidos de manera lineal pero atractiva, y todos esos aspectos en los episodios I, II y III brillaron por su ausencia (están disponibles en TNT Go).
Ewan McGregor como Obi Wan fue uno de los mayores aciertos de la segunda trilogía
El tiempo pasó y los planes de un regreso de la saga al cine parecían muy lejanos. Pero atentos a las enormes posibilidades (financieras) que aún representaba una marca que dormía el sueño de los justos, Disney compró en 2012 Lucasfilm, y con ella, los derechos de Star Wars, y no demoró en poner en marcha una nueva trilogía que recuperara el encanto de las películas originales. Con ese objetivo en mente, se planteó una historia a cuyo frente pusieron a uno de los grandes nombres del Hollywood actual: J. J. Abrams
El desafío de cerrar el ciclo
Con esta foto inicial, DIsney anunció que Star Wars: Episodio VII era una realidad
Una foto. Eso fue todo lo que necesitó Disney para encender la mecha del amor de los fans. En noviembre de 2014 se publicó una imagen en la que se encontraban la nueva sangre y la vieja guardia, todos reunidos alrededor del guion de Episodio VII. Allí estaban Mark Hamill, Carrie Fisher y Harrison Ford, las estrellas de la trilogía original, junto a Oscar Isaac, John Boyega, Daisy Ridley y Adam Driver.
De forma contundente, ahí estaba la promesa de una vuelta a las raíces, a la vez que aparecía una renovada generación de héroes y villanos. Abrams y Kathleen Turner, presidenta de Lucasfilm, entendían la moraleja del universo Star Wars dentro y fuera de la pantalla, y es que la mano del pasado puede alcanzar límites insospechados, y siempre se deben atender los errores de las viejas generaciones si la intención es triunfar en las misiones del presente.
El despertar de la fuerza presentaba a Rey, una joven dedicada a vender chatarra en el desierto de Jakku, cuya vida sufre un revés cuando conoce a Finn, un desertor del ejército que busca dominar la galaxia. Uno de los principales líderes de esa Primera Orden es Kylo Ren, hijo de Leia y Han Solo, quien, muy lejos de los ideales de sus padres, se dedica a honrar la memoria de su abuelo, el fallecido Darth Vader. A medida que la aventura avanza, Rey se involucra en la causa rebelde y descubre que la Fuerza vive en su interior. Pronto los héroes hacen causa común y comienzan a pelear contra la Primera Orden de Kylo Ren. En esa batalla, se sucede un camino de lucha y redención. Kylo asesina a su padre, Rey se convierte en aprendiz de Luke y Leia dirige con firmeza a los soldados de la Resistencia.
J. J. Abrams, el responsable de revitalizar la marca Crédito: Archivo
Con la dirección de J.J. Abrams y el guion de Lawrence Kasdan (responsable de El imperio contraataca, probablemente la mejor entrega de la franquicia), Episodio VII fue en 2015 un verdadero éxito de taquilla y la confirmación de Star Wars como un producto inoxidable. El film planteaba un juego de espejos con respecto a Episodio IV, y de ese modo triunfaba en revitalizar la marca, apelando a la emoción a través de la vuelta de Han Solo y presentando una atractiva galería de nuevos personajes .
Dos años después, Episodio VIII: Los últimos jedi recibió críticas, y el director Rian Johnson fue contra aquello que los fans esperaban de la saga (el film está disponible en HBO Go). Esa postura derivó en una salvaje campaña de bullying por Internet (que tuvo como principal blanco a la actriz Kelly Marie Tran, que cerró sus cuentas en redes sociales agobiada por los incesantes ataques). Frente a las opiniones divididas por Episodio VIII, Disney procuró no arriesgar y volvió a tentar a J.J. Abrams con la dirección de Episodio IX tras el despido de Colin Trevorrow. El objetivo era claro: no se podía perder el rumbo y era imprescindible lograr esa compleja alquimia entre mantener felices a los fans, construir un film sólido y, lo más complejo aún, dejar la puerta abierta a más historias.
De esa manera, El ascenso de Skywalker promete dar un punto final a esta etapa. Pasado, presente y futuro se entrelazan en el último acto que tendrá como grandes protagonistas a Rey y Kylo, antagonistas y dueños de una de las relaciones más elaboradas de todas las que jamás aparecieron en Star Wars. Mientras ambos se perciben como caras opuestas de la misma lucha, él puede redimirse, y ella deberá enfrentar una poderosa revelación con respecto a sus orígenes. Por otra parte, el destino de Leia, el futuro de la resistencia, el del linaje jedi y el rol de Finn y Poe en la batalla culminarán en este film que significará el emotivo adiós al universo clásico de Star Wars.
El futuro de una saga eterna
A lo largo de su recorrido en cines, El despertar de la fuerza recaudó más de dos mil millones de dólares, y su continuación, aproximadamente la mitad de esa cifra. Debido a eso, las expectativas financieras con El ascenso de Skywalker son de lo más alentadoras. Y ante un panorama tan favorable Disney está lejos de cerrar las puertas de la franquicia. Aunque originalmente la intención de la productora era lanzar films autoconclusivos sumergidos en distintos momentos de la cronología oficial, la magra recaudación de Rogue One, y especialmente de Solo (ambas disponibles en Flow), llevó a la empresa a reelaborar su estrategia. Por ese motivo se anunció que dejarían «descansar» a la saga, evitando la saturación. Los fans no tenían consuelo. El anuncio de Disney+ lo cambió todo.
La flamante plataforma de streaming de la casa del ratón, lanzada en noviembre en los Estados Unidos (aquí llegará en 2020), hizo del mundo creado por George Lucas su caballito de batalla. ¿Su primer gran anuncio? El estreno de The Mandalorian, un western de ocho capítulos de media hora ambientado en ese universo, protagonizado por un implacable cazarrecompensas y su inesperado pequeño acompañante, bautizado en las redes como Baby Yoda. Creada por Jon Favreau (responsable de Iron Man y El rey león), la ficción es un adusto relato influenciado principalmente por El lobo solitario y su cachorro, enorme historieta de Kazuo Koike. Con The Mandalorian, Disney probó que Star Wars funciona tanto en films de presupuestos millonarios como en pequeñas historias de un tono más intimista.
The Mandalorian, la primera serie de Star Wars, es una grata sorpresa y la promesa de un nuevo tipo de historias ambientadas en ese universo. Crédito: Disney
La pregunta ahora es qué le deparará el destino a este universo una vez que los Skywalker salgan de escena. Por lo pronto, Disney+ tiene dos series más confirmadas: una de espías protagonizada por Diego Luna en la piel de Cassian Andor, el torturado rebelde de Rogue One, y una ficción con Ewan McGregor interpretando nuevamente a Obi Wan Kenobi, en un proyecto que originalmente había sido pensado para el cine. Ambos títulos se filmarán en 2020 y se estrenarán globalmente entre ese año y el siguiente. El otro eslabón televisivo de este universo, la serie animada Clone Wars, estrenará su séptima temporada en febrero, con grandes incorporaciones a su trama.
Con respecto al cine, el panorama se presenta más difuso. La posibilidad de una nueva trilogía a cargo de David Benioff y DB Weiss (Game of Thrones) fue descartada. Una segunda tanda de películas bajo la dirección de Rian Johnson también se encuentra en el limbo. El único proyecto fílmico en pie es el que lidera Kevin Feige, número uno de Marvel Studios. Aunque no sabemos cuál será, la próxima trilogía de Star Wars sí tiene fecha: sus tres entregas llegarán a las salas en diciembre de 2022, 2024 y 2026.
Adam Driver compone con Kylo Ren a uno de los villanos más complejos de la saga
Ante un futuro incierto, pero con la certeza de saber que el amor de los fans no amenaza con desaparecer, llegó a las salas locales el nuevo largometraje de Star Wars. La promesa es la de brindar un cierre imponente para que disfruten los seguidores de la familia Skywalker, que siguen con lealtad todos los relatos creados en este mundo casi infinito, que ya cumplió más de cuarenta años.
Fuente: Martín Fernández Cruz, La Nación