«Este es el fin de mi trilogía de la calamidad», dijo en Cannes, en referencia a «Django sin cadenas», «Los ocho más odiados» y su nueva película, «Había una vez… en Hollywood», con Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, que se estrena este jueves. No usa redes sociales. ¿Cuándo sabe que una idea está lista para filmarla?
Entrevistar a Quentin Tarantino siempre es atractivo. Es un tipo tan absorbente como fascinante, habla a mil palabras por minuto, nunca deja una pregunta sin respuesta, es incisivo, inteligente, y cinéfilo, por lo que cuando abre la boca -enorme- hay un fuerte posibilidad de que lo que diga esté emparentado con algún filme o un cineasta.
Tarantino dialoga como uno imagina que filma.
Tal vez tenga el cabello teñido, o no. No viste lo que se dice con elegancia. Al margen, sus zapatillas Converse dicen Tarantino en el borde.
Marcándole una escena a su actor (y amigo) Brad Pitt, con quien ya habían trabajado juntos en «Bastardos sin gloria».
Ya nos dirá que no, no es como antes, que veía dos o tres películas por día. Ahora, en el Hotel Carlton, de Cannes, tiene una de qué hablar. Y de la que habla todo el mundo: Había una vez… en Hollywood, ambientada en Los Angeles de 1969, con un actor y su doble (Leonardo DiCaprio y Brad Pitt), con el primero siendo vecino en las colinas de Sharon Tate. Sí, la mujer de Roman Polanski que fue masacrada junto a otros amigos el 9 de agosto… en su casa.
La entrevista tiene lugar pocas horas después de la première mundial de la película, que se estrena en la Argentina el jueves próximo, cuando su pedido porque no se espoileara nada a la prensa acreditada en el Festival era uno de los leitmotivs por la Croisette (ver recuadro, al pie).
Ansioso, sus risas y carcajadas, estentóreas, pueden responder a su nerviosismo exacerbado, pero no a un estado de intranquilidad.
Tarantino puede estar en medio de un tifón y sentirse como un coleóptero.
-Dijiste que esta película es tu carta de amor al Hollywood de tu infancia. ¿Por qué sentiste que necesitabas hacerlo?
-La gente cuando dice Hollywood lo hace en referencia a la industria del cine, y, OK, eso es parte de toda la película. Mis recuerdos van más allá, tienen que ver con Hollywood, la ciudad, con Los Angeles. Me acuerdo lo que pasaban en los canales de televisión locales. Me encantaba la música que pasaba la 93KHJ, una estación de radio, y por eso esa radio se escucha a lo largo de toda mi película y narra la historia real. Lo que traté fue de recrear esa época, que conocí en mi infancia, porque yo vivía en Los Angeles por 1969 (el realizador tenía 6 años), y procuré verla con mis ojos de niño, y retratar esos tiempos lo más fiel que me fue posible.
Pitt es el doble de riesgo del actor al que interpreta DiCaprio. Y que vive al lado de la casa de Sharon Tate, antes de que el Clan Manson la masacre…
-Pero hay una simbiosis, una amalgama entre los personajes que creaste y los de la vida real. No sólo Sharon Tate: Steve McQueen, Bruce Lee. ¿Cuál es la diferencia entre ser estrellas del cine hoy con el mundo de la selfies, con respecto a lo que eran las estrellas en el ‘69?
-No podías imaginártelo por entonces, que había tanta distancia entre las estrellas y el público. No estoy en las redes sociales, no tengo Facebook, nunca tuve una cuenta de Twitter, ni Snapchat, ni ninguna de esas basuras, no sé nada de eso. No me fijo qué dicen las noticias acerca de mí online, así que, si en algún país en el que no sé hablar su lengua, dicen algo de mí, no me entero. Puedo escuchar lo que dicen que dicen de mí, pero no me pongo a leerlo, no va a afectar mi día. “Dicen esto de vos”. ¿So, what? -enfatiza el ¿Y qué?- ¿Gossips, chismes? No me molesta.
Con Margot Robbie, que encarna a Sharon Tate, la mujer de Roman Polanski que murió asesinada, con un embarazo de ocho meses.
-¿Cuándo ves que la historia que está en tu cabeza está lista para ser hecha?
-Es una muy buena pregunta. Raramente, me ha pasado un par de veces, raramente me ha sucedido en los últimos veinte años que una idea me explota y me digo: “Hey, ¡una nueva idea!, quiero sentarme y ponerme a escribirla”. Me ha pasado un par de veces, sí. Pero la mayoría de las veces es más como que las ideas vienen hacia mí y escribo algo para ver hacia dónde me lleva, o lo que sea, y las debo poner en una encubadora. Y están ahí, y pueden estar ahí, y el bebé puede morir, o ponerse más fuerte, y puede que me enfrasque en el proceso de otra película, y puede que me sirva para la próxima, lo chequeo, y si no estoy ocupado, trabajo un poco alrededor de ella, y tal vez pueda perder interés o acrecentarlo, pero si no es el momento de escribirla en una hoja… Siempre me resulta sorprendente cuando me digo después de dar vueltas, ¿no?, “Estoy listo ahora”. Con esta idea de la película estuve trabajando en mi cabeza y más por espacio de seis años, y entre proyectos. Así que de repente me pasó con los últimos proyectos, me digo “Oh, mierda, ¡¡voy a hacer esto, voy a terminarla, así que hacia allá vamos!! Jajajajajajaja.
-En la actualidad se habla mucho sobre cómo se representa a la mujer en el cine, y se piensa más acerca de eso. En tu proceso de elaboración del guión y en los ensayos, ¿te tomaste más tiempo para discutir? ¿Cómo navegás estas discusiones?
-Yo trabajo muy, muy fuerte, muy duro. Y ninguna crítica social afecta mi trabajo. No es mi trabajo, lo repito, preocuparme por la crítica social, o ese juzgamiento, hago lo que hago, pueden decirme que soy ridículo, o decirme lo que quieran, pero lo que es, es. Lo que no pienso es cambiar mi obra para adecuarme a la actual corrección política. Y no es por esta película sino por todas, todas las veces. Ojalá tu trabajo pueda verse de diferentes maneras en veinte años, me digo.
Tarantino aseguró que éste, su noveno filme, será el anteúltimo. Y se retirará de la dirección.
-¿Creés que Scorsese puede verse distinto desde hace 25 años a hoy?
-El tiempo ahora es muy diferente de los ’90.
-¿En qué manera?
-Vos ya sabés. Jajajajajajajajaja.
-Hay una historia ficcional e historia real, personajes auténticos y otros creados por vos. ¿Cómo coexistían en tus primeros bocetos?
-En verdad, en cierto punto todo se unió, se amalgamó. Pero debo decirte, la génesis de la película cronológicamente arrancó nueve años atrás, cundo estaba haciendo una película, con otra estrella, y él tenía un stunt, un doble de riesgo que había trabajado durante mucho tiempo con él. No teníamos, en realidad nada para ofrecerle a este tipo, nada para que hiciera en nuestra película, pero el actor insistía, con buena onda, “podría hacerlo, tengo este tipo”. El diálogo era “No es apropiado”, “Pero él puede hacer algo”, “Seguro”, le dije. Bueno, el doble vino, y había una muy interesante dinámica. Primero podés decir que se veían exactamente uno como el otro. Quiero decirte, podrías hacer un close up de los dos y estaba bien, no los diferenciarías. En mi película, no, Brad y Leo no son tan parecidos. Como sea, lo otro interesante era que este doble trabajó por un día en el set, pero no estaba trabajando para mí… Era obvio, estaba trabajando para el actor. Ese era su jefe, no era yo, ni por la película, “¿Estás feliz?” “Si Blablá está feliz, soy feliz” me dijo. Yo estaba sentado en la silla del director hablando con ambos y me dije, ésta es una interesante relación… Imaginate a estos dos tipos, ésta es una relación fascinante a lo largo de los años, quizá podría hacer una película sobre Hollywood, y quizá ésa sería una manera de aproximarme a él. En esa historia, así surgió, ésa fue la chispa para que naciera Erase una vez en Hollywood.
-¿Y qué fue lo primero que escribiste?
-Estaba en un cuarto de hotel, en Austin, y empecé a escribir como si se tratara de una novela. Pero me centré, durante años, en estos personajes, más que en una historia. Al principio, mi idea era que todo fuera más melodramático. Y terminé contando unos cuantos días en las vidas de estos personajes. Igual, creo que éste es el fin de mi trilogía de la calamidad. Jajajajaja. Jajajajaja.
-Hay una escena en particular, cuando Sharon va al cine a ver su película. Vos, ¿cómo ves tus películas?
-Yo trabajo muy duro en mis películas y con todo lo referido a ellas, me interesa saber las reacciones del público cuando la ven, eso es la paga, eso es el premio más importante de todos los que hay en el mundo. Cuando estaba editando Había una vez… me preguntaba si la película afectaría al público, si es eficaz con la gente, ¡aunque a mí me guste! Entonces, cuando escucho al público en el cine reaccionar y, sí, si bien las primeras proyecciones pueden ser fantásticas y las premières ser realmente muy divertidas, no hay nada que pueda derrotar, compararse con ir a ver esa película en un cine lleno de gente, que dejaron de hacer lo que tenían que hacer para ir a ver lo que hiciste. Decidieron que ese día a esa hora iban a ver tu película, tomaron su dinero, con todo lo que les puede costar reunir esa plata, para comprar una entrada e ir a ver tu película.
-Tus películas son más europeas que americanas, de hecho tenés más fans en Europa. ¿A qué se debe? ¿A tus influencias?
-No creo que sea importante eso, quiero decirte, en una película americana todo tiene más show que lo que es. De todas mis películas, en especial Jackie Brown es la más europea. A mí me gustan las películas en las que tenés más avenidas que explorar.
Quentin remarca que le queda sólo una película más. Y es, como siempre, rotundo y concluyente. «Es cierto que dije que me retiraría tras rodar mi décima película, y lo mantengo. Siento que he hecho el trabajo que quería hacer.»
Y no hay carcajadas.
Quentin Tarantino, con sus actores, Leonardo DiCaprio y Brad Pitt, tras la première de «Había una vez… en Hollywood», en Cannes, en mayo. AP Photo/Petros Giannakouris
¡A no espoilear la película!
Se sabía que Quentin iba a hacer alguna referencia a su pedido de que no se espoileara nada de Había una vez… en Hollywood en su première en Cannes, casi tres meses antes de su estreno comercial. Ante el mínimo, sencillo comentario de “Todo es un spoiler en tu película”, arrancó.
“Mis sentimientos son básicamente, primero: ¿se hace su trabajo más difícil? Puede ser, pero es tu trabajo. Hacer películas es un trabajo duro también, OK, pero es mi trabajo. Yo puedo escribir una crítica de Taxi Driver, y no tengo por qué ir a los detalles del clímax. Puedo leer todas las críticas, y a través de ellas lo que tengo que saber son las resonancias del filme. Puedo escribir una crítica y decir hacia dónde va el asunto, pero no es necesario detallar lo que sucede. Roger Ebert (famoso crítico fallecido) sostenía que si decís que una película tiene una sorpresa, aun si sugerís que puede haber una sorpresa, es un spoiler. Así que si viste la película sin ese conocimiento, dejá que la gente que lee tu escrito pueda disfrutar la película en una forma similar a la que la disfrutaste vos. Eso es todo lo que digo.»
Fuente: Clarín