La entrega de la estatuilla dorada de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, que se llevó a cabo en el Dolby Theatre de Los Ángeles, tuvo, podríamos decir, un hilo conductor. En este caso, con el foco puesto en conquistar una audiencia más joven para subir los ratings, los productores optaron por medidas acordes como incluir una votación en Twitter para determinar el film más popular y aquel que produjo mayor emoción en las salas.
Dentro de esa lógica, y en tiempos donde todavía se sufren los coletazos de la pandemia y el mundo está con los ojos puestos en la invasión rusa en Ucrania, los votantes optaron por la emoción, distanciándose de una mirada más contemplativa respecto a qué hace buena a una película. El triunfo de CODA por sobre El poder del perro es la prueba más clara de esa óptica: un film independiente que es puro corazón compitiendo con una obra más detallista, calculada, inmensa, pero para muchos distante para la actual coyuntura. Sin embargo, lo que sucede en el vivo es impredecible y el golpe de Will Smith a Chris Rock empañó esa luminosidad que tenía al largometraje de Sian Heder como punta de lanza.
En esta nota, un recorrido por lo mejor y lo peor de la entrega:
*LO MEJOR
Troy Kotsur gana el Oscar y emociona a todos
El actor sordo que interpreta al patriarca de la familia Rossi es, sin dudas, el corazón de la película de Sian Heder. Si bien su trabajo es excelente a lo largo de todo el metraje, hay dos escenas en las que da en la tecla con la compañía de la joven Ruby (Emilia Jones). Kotsur no empezó la carrera al Oscar como el favorito -Kodi Smit-McPhee le llevaba la delantera-, pero a partir del SAG su desempeño fue sostenido. Asimismo, que una emocionada Youn Yuh- jung, quien ganó el Oscar el año pasado por Minari, le haya entregado la estatatuilla fue la frutilla del postre. La actriz le sostuvo el premio para que Kotsur pudiera comunicarse en lengua de señas con comodidad y se estableció entre ellos una complicidad inmediata.
“Es maravilloso estar aquí en este viaje. Gracias a todos los integrantes de la Academia por reconocer mi trabajo. Es maravilloso que CODA haya llegado a todo el mundo, incluso a la Casa Blanca. Nos invitaron a tener un tour, y conocimos al presidente. Quiero agradecerle a todos los escenarios en los que pude participar y desarrollar mi arte. En un libro que leí de Steven Spielberg, él dijo que el mejor director es el que comunica con muchos dones, así que Sian, eres la mejor comunicadora. Y la razón es que fuiste un puente para los sordos, y tu nombre siempre estará allí”, expresó el actor al recibir su merecido premio, en un instante genuino, uno de los pocos que tuvo la ceremonia.
Jane Campion hace historia
La directora neozelandesa triunfó en la categoría de mejor dirección con su película para Netflix, El poder del perro, y se convirtió en nada menos que la primera mujer en haber sido nominada a la estatuilla dorada como realizadora en dos ocasiones; la primera vez se produjo en 1994 por La lección de piano, solo que en esa ocasión obtuvo el premio al mejor guion. En esta oportunidad, se produjo una situación inversa: Campion se impuso como directora, pero perdió en la categoría de mejor guion adaptado a manos de Sian Heder por CODA. Si bien su film, el más nominado del año, merecía más que un solo premio, la genuina emoción de Campion fue otra gran viñeta de la noche.
“Los realizadores saben todo lo que tienen en sus manos, las preguntas para responder, las dudas que surgen, estos cinco directores se mantuvieron firmes y nos dieron el regalo de una visión singular, y por eso los honramos”, había dicho Kevin Costner antes de entregarle el Oscar a la cineasta que realizó un film sobre la toxicidad masculina que cobró vigencia en una noche en la que ésta fue desplegada en un hecho inesperado. Asimismo, Campion se erige como la tercera mujer directora en ser premiada con un Oscar en dicha categoría, luego de Kathryn Bigelow por Vivir al límite y Chloé Zhao por Nomadland.
El premio a Campion no fue el único en romper con las estadísticas, así cómo tampoco el único en demostrar que la Academia está intentando ser más inclusiva, especialmente en un año en el que los Globos de Oro no tienen cadena que los emita, los BAFTA juegan su propio juego, y los Critics’ Choice ya no disimulan que quieren predecir el Oscar. Por lo tanto, la Academia aprovecha el panorama para reunir bajo su paraguas distintos exponentes de diversidad, como nominar a films extranjeros en la categoría principal como la japonesa Drive My Car, reconocer el gran trabajo de una actriz abiertamente gay y afrolatina como Ariana DeBose en Amor sin barreras, e incluso nominar el guion de la excelente película noruega La peor persona del mundo.
Además, en la ceremonia misma, con la incorporación de tres anfitrionas, también se percibió esa búsqueda de darles el lugar a diferentes voces, búsqueda coronada por los tres premios a CODA, el largometraje que llegó en el momento adecuado para tocar las fibras más íntimas.
*LO TIBIO
Los homenajes, una buena idea que se quedó a mitad de camino
Durante el transcurso de la noche pudimos ir viendo diferentes tributos a films que celebraban diversos aniversarios. Desde el correcto homenaje a Los hombres blancos no pueden saltar, pasando por Lady Gaga y la presentación de una leyenda como Liza Minnelli, al emotivo momento en el que Elliot Page se mostró junto a Jennifer Garner y J.K. Simmons para recordar el momento en que Diablo Cody ganó el Oscar por el guion de Juno, la Academia apostó por el revisionismo y, en esos casos, acertó. Lo mismo sucedió cuando Uma Thurman, Samuel L. Jackson y John Travolta celebraron Tiempos violentos, un recordatorio de la importancia de los guiones, categoría en la que este año los Oscar fallaron con sus premios a CODA y a Belfast.
De todos modos, se trastabilló con el esperado homenaje a El padrino -la obra maestra de Francis Ford Coppola cumplió 50 años-, y que fue presentado por el rapero Sean Combs, en una decisión inexplicable. Tampoco ayudó que Coppola no se explayara demasiado sobre un film clave en la historia del cine, y que Robert De Niro y Al Pacino no hayan emitido una palabra.
Ucrania, un país que apenas fue mencionado
Luego de ver cómo Jamie Lee Curtis, Jason Momoa y Diane Warren, entre otros, lucieron en la red carpet cintas azules en apoyo a los refugiados, se esperaba que en la ceremonia se aludiera al tema de la invasión rusa a Ucrania. Sin embargo, quedó en evidencia que la Academia no quiso cargar las tintas sobre lo político e incluso Mila Kunis, de origen ucraniano, no habló demasiado cuando presentó una de las canciones nominadas. Por el contrario, se optó por pedir un minuto de silencio con unas placas que apenas podían leer los espectadores. “Los acontecimientos recientes en el mundo nos dejaron abatidos. Y cuando presenciamos la fortaleza y la dignidad de quienes se enfrentan a esos hechos devastadores, es imposible no emocionarnos con su resiliencia. No podemos evitar asombrarnos con aquellos que encuentran la fuerza para seguir peleando en medio de una oscuridad inimaginable”, dijo Kunis.
Posteriormente, Coppola pidió por Ucrania en el homenaje a El padrino pero, para ese momento, la ceremonia ya se había vuelto espesa.
*LO PEOR
Will Smith y un episodio de violencia que sacudió la noche
Al comienzo hubo un momento efímero de duda acerca de la verosimilitud de la cachetada que le pegó Will Smith al presentador Chris Rock. Sin embargo, con el correr de los minutos, se confirmó el peor escenario: el actor ganador del Oscar por Rey Richard, enojado por un chiste del comediante que involucraba a su esposa Jada, se paró de su asiento, le pegó y luego se sentó para seguir insultándolo, ante la mirada atónita de los presentes. El episodio de violencia física y verbal no solo no fue condenado por la Academia, sino que Smith tuvo la chance de redimirse cuando ganó la estatuilla.
“En este momento estoy abrumado por lo que Dios me está pidiendo que haga en este mundo”, expresó. “Al hacer esta película tuve que proteger a mis coprotagonistas, yo soy un río para mi gente, sé que al hacer lo que hacemos en este negocio la gente te puede faltar el respeto y uno debe sonreír y pretender que está todo bien, quiero ser un vehículo para el amor”, remarcó. “Gracias a Serena y a Venus [Williams] por confiarme su historia, quiero ser un embajador de esa clase de amor”, dijo y se disculpó con la Academia y sus colegas nominados. “Este es un momento hermoso y no lloro por ganar un premio, para mí se trata de iluminar a gente, la vida imita al arte, y de Richard decían que era un padre loco, y el amor me hace hacer cosas locas”.
Por último, Smith añadió con una mueca de sonrisa: “Gracias, espero que la Academia me vuelva a invitar”. La audiencia, en cambio, no tuvo demasiados motivos para reírse tras un hecho que seguramente genere repercusiones en el corto plazo y que ya fue cuestionado en las redes por cineastas como Barry Jenkins y Judd Apatow.
Para una noche en la que el leit motiv era lo luminoso, lo cálido, lo familiar, Smith empañó todos los discursos posteriores y dejó un sabor amargo en una ceremonia que ya había comenzado con críticas previas para la Academia. Al no condenar la violencia, si bien en un tuit escueto se afirmó lo contrario, opacó un final en el que el elenco de CODA se alzó con el premio mayor, pero que no pudo ser festejado sin que la tensión sobrevolara a un equipo que representaba la armonía, la unión. Toda una paradoja.
Fuente: Milagros Amondaray, La Nación