Durante años, Woody Allen se mantuvo callado en torno a las acusaciones de abuso sexual a su hija Dylan, que no pudieron ser probadas en la Justicia. Pero hace un mes se publicó A propósito de nada, su libro de memorias, en el que se refiere al tema y a su relación con Mia Farrow. En una entrevista con el diario español El País, el cineasta explicó por qué decidió romper el silencio.
“No sentí que le debiera una explicación a nadie. La investigación concluyó que no había hecho nada, así que me centré en mi trabajo y en mi familia. Pensé que era una pérdida de tiempo dar entrevistas en televisión o escribir artículos”, explicó al responder a la pregunta sobre si su falta de reacción pública no hizo aumentar las dudas sobre su inocencia.
“Sí, tal vez mi silencio hizo que la gente dudara, que pensara: “¿Por qué está tan callado?”, admite. Y concluye con cierto grado de arrepentimiento sobre su estrategia: “Cuando sos inocente, esas cosas no te importan. No quise perder el tiempo pensando en eso. Yo sabía que la verdad estaba de mi lado, pero ahora me doy cuenta de que eso no es garantía de nada”.
Autobiografía. «A propósito de nada», el libro de Woody Allen
De todos modos, el director de Hannah y sus hermanas no considera que su autobiografía sea un alegato a su favor: “No necesitaba ninguna defensa. Escribí la historia con objetividad. He usado citas de otras personas: los investigadores, los médicos, los jueces, los testigos. Nunca me incluí a mí mismo. Al sentir que no necesitaba una defensa, quise escribir la historia de manera objetiva y dejar que el lector llegase a sus propias conclusiones. No quería entrar en el “él dijo, ella dijo”. Esta no es mi versión, sino la versión del investigador, el psiquiatra y la asistenta doméstica”.
El libro repasa su trayectoria artística y personal a través de anécdotas. No está centrado en el escándalo que lo salpicó en los últimos años de su vida (en diciembre cumple 85 años), pero el tema se lleva unas cuantas páginas. “Ojalá no hubiera ocupado todo ese espacio, pero para contar mi historia completa también debía incluir esta parte”, sostiene Allen.
Si bien en el libro señala que se convirtió en “un paria” a partir de las acusaciones de abuso y ser apuntado por el movimiento MeToo, dice que no lo vivió “como algo difícil” porque siguió trabajando: “Estaba en todos los diarios, pero los demás se interesaban en eso más que yo mismo. Era un sinsentido que alguien creyera que había hecho algo así a mi hija de 7 años, que hubiera podido abusar de ella de cualquier forma. La idea era tan absurda que nunca hablé de ello. Trabajé y seguí trabajando, y nunca me importó. Era solo cosa de los tabloides, que en el fondo viven de eso”.
Woody Allen con su esposa, Soon-Yi Previn.
Entre las múltiples consecuencias negativas que tuvo todo la cuestión judicial para su carrera está la cancelación del contrato de producción que tenía con Amazon, la negativa de la editorial Hachette a publicar su libro, y el rechazo de muchos actores y actrices a trabajar en sus películas. Pero Allen no se muestra afectado por esas situaciones.
“Todo eso es cierto. Pero, en la práctica, no ha tenido ningún efecto. La editorial rechazó el libro, pero 15 minutos después tenía otra que estaba dispuesta a publicarlo. Amazon me dio la espalda, pero pude filmar otra película poco después. Todo eso no me ha impedido seguir trabajando ni que la gente siguiera viendo mis películas”, afirma.
Y agrega: “Es cierto que algunos actores me dijeron que no querían trabajar conmigo en Rifkin’s Festival, la película que rodé en San Sebastián. Pero no pasó nada: simplemente encontré a otros. Si nadie quisiera trabajar conmigo y nadie quisiera ver mis películas, tal vez me afectaría. Pero eso no es lo que ha sucedido”.
Woody Allen, Mia Farrow, Soon Yi, Ronan Farrow y otros dos hijos de Allen y Farrow, cuando todavía estaban casados.
El cineasta también ratifica las declaraciones que hizo en 2018 acerca de que el movimiento MeToo debería tomarlo como ejemplo: “Encarno todo lo que el MeToo quiere conseguir. He empleado a cientos de mujeres delante y detrás de la cámara. Siempre les pagué exactamente lo mismo a hombres y mujeres”. En el libro precisa cifras: contrató a 106 actrices en papeles protagonistas y a 230 como responsables de departamentos técnicos.
Allen subraya: “En más de 50 años, ni una sola actriz o miembro de uno de mis equipos ha dicho una sola palabra negativa sobre mí. No he recibido una sola acusación de discriminación o de acoso de cualquier tipo. Si todos los hombres se hubieran comportado como yo, el movimiento ya habría alcanzado sus objetivos”.
Pero no se hace ilusiones: no cree que la opinión pública deje alguna vez de vincularlo con la pedofilia: “Nunca harán eso. Es como aquellos mitos terribles sobre los judíos, aquellas ideas delirantes que permanecieron durante cientos de años en la conciencia colectiva. No quiero compararlo, porque aquello fue horrendo y letal, pero una vez que manchan tu nombre, una vez que alguien te acusa de algo una y otra vez, deja de importar que seas inocente o culpable. La mancha se queda. Pero, como decía antes, todo eso no me importa”.
Mia Farrow y Woody Allen con Ronan y Dylan, en 1988. La pareja se divorció en 1992.
En el libro también lanza munición gruesa contra Mia Farrow: la acusa de agredir físicamente a quien hoy es su esposa, Soon-Yi, y de tratarla de “retrasada”; de dormir desnuda con su hijo Ronan hasta que cumplió los 11 años, y de obligarlo a alargar quirúrgicamente sus piernas para poder “hacer carrera en política”. También de lavarles el cerebro a sus hijos para ponerlos en contra de él.
En cuanto a Soon-Yi, la hija adoptiva de Farrow con quien él terminó casándose, dice que no pasó una sola noche en los últimos 25 años sin dormir con ella. ¿Cuál es el secreto de una relación tan armoniosa? Allen se lo atribuye a la suerte.
“Siempre salí con mujeres de edades parecidas a la mía, actrices y otra gente de esta profesión, casi siempre de Nueva York. Si hace años me hubieran dicho que me casaría con una mujer mucho más joven, nacida en Corea y sin ninguna relación con la industria del entretenimiento, me habría parecido descabellado. Y, sin embargo, sucedió. La química es correcta, la cosa funciona por ilógico que parezca el motivo. Somos felices juntos y tenemos una buena vida. Nos peleamos, pero es un matrimonio fundado en un amor real”.
Woody Allen y Soon-Yi: un matrimonio inquebrantable.
Desde ya, no se arrepiente de todo lo que tuvo que atravesar a partir de haber empezado una relación con Soon-Yi. “He tenido que pagar un precio muy grande por amarla”, escribe en el libro, pero en la entrevista dice que “valió la pena”. Y explica: “La gente me decía cómo podía estar con alguien mucho más joven. Era la hija de Mia y luego terminé siendo falsamente acusado. Me dio una mala imagen, pero eso no significa nada para mí. Tengo una relación maravillosa con Soon-Yi ,y no la cambiaría por nada”.
Fuente: Clarín