Es un thriller ambientado en la isla de Ibiza, en el mar Mediterráneo, que arranca con la aparición del cadáver de un DJ inglés que llevaba 20 años desaparecido.
Juan Diego Botto, que fue protagonista en los 90 de películas que marcaron época como “Historias del Kronen” o “Martín Hache”, da vida en esta serie a uno de los personajes principales, Oriol Calafat, miembro de una familia de magnates que controlan la noche y el ocio en la isla.
Botto asegura que “White lines” tiene mucho de todo -sexo, drama, melodrama, comedia, melancolía, música- y compara a Álex Pina, también creador de “La casa de papel” o “Vis a vis”, con un “mago de la cocina” capaz de combinar “nocilla, paella y caviar” y que el resultado sea espectacular.
-Los seguidores de “La casa de papel” ¿encontrarán en “White lines” el sello de Álex Pina?
Sin duda. Es una propuesta arriesgada, muy rock and roll, un thriller que te deja pegado en la butaca al final de cada capítulo, con mucha fuerza en la trama, los personajes pasan por montañas rusas espectaculares, la serie no tiene descanso.
-¿Cuáles son sus principales ingredientes?
– Tenemos mucho de todo: sexo, drama, melodrama, comedia, melancolía, música. Cuando leía los guiones pensaba que había secuencias buenísimas pero me preguntaba si se podían juntar tantos sabores. ¿Nocilla, paella y caviar? Uf… Pero cuando vi los cinco primeros capítulos me quité el sombrero. Álex es como uno de estos magos de la cocina que te propone una ensalada de nitrógeno y te choca, pero luego la pruebas y es espectacular, funciona muy bien.
– Su personaje en la serie pertenece a una familia de empresarios del ocio de las islas. ¿Se ha inspirado en algún miembro de la familia Matutes para crearlo?
– Ni confirmo ni desmiento que en algún momento fueran un referente de magnates ibicencos. Es una familia que se supone que son los grandes dueños de la noche y el ocio de la isla, y eso tiene sus implicaciones empresariales legales y no tan legales…
– ¿Qué otros referentes ha tenido?
– Mi personaje es un chaval que está completamente marcado por la relación con su familia. Por un lado tiene una relación edípica con su madre (Belén López) y por otro lado siente que haga lo que haga nunca estará a la altura del afecto de su padre. Todo lo que hace está motivado para recibir esa palmadita en el hombro que nunca llega. Es un personaje sufriente, que trata de alzarse y encajar en unos zapatos que le quedan grandes.
– Llama la atención la elección de Belén López, sólo cinco años mayor que usted, para interpretar a su madre.
– La serie se desarrolla en dos tiempos, la actualidad y 20 años antes. A la mayoría de nosotros, de jóvenes, nos interpretan otros actores, pero en el caso de Belén ella hace también el personaje joven. Belén se prestaba a eso, es una mujer muy atractiva que te la crees en los 90 y con refuerzo de maquillaje te la crees siendo mi madre.
– ¿Usted no se prestaba a hacer de veinteañero?
– Yo veintitantos ya no doy, hace unos años quizá, pero ya no. El tema de los dos tiempos es importante, toda la trama gira alrededor de la desaparición y muerte de Axel Collins y se salta entre el pasado, cuando él y sus amigos llegan de Manchester a Ibiza cargados de sueños y la época actual, en la que ves en lo que se han convertido para bien o para mal.
– Netflix tuvo problemas con las autoridades locales con una producción anterior por la imagen que se daba de Ibiza. ¿Cree que puede ocurrir de nuevo?
– Lo dudo. Casi todo lo rodamos en Mallorca y creo que por el contrario es una buena promoción tanto de Ibiza como de Mallorca, salen lugares bellísimos y se transmite la idea de que son las mejores fiestas del mundo, más allá de que haya tramas de drogas típicas del policíaco que entran dentro de la ficción.
La isla en todo caso funciona como una metáfora, una especie de Ítaca idealizada a la que los personajes quisieron ir y quieren volver, es un espacio idealizado de sensualidad, música y amor, el paraíso prometido.