The New York Times describe su más reciente libro como el retrato de uno de los personajes más simpáticos que ha logrado crear en su carrera, esto es, el propio Oliver Stone. Chasing the Light: Writing, Directing, and Surviving Platoon, Midnight Express, Salvador and the Movie Game, cuyo título podría traducirse como Persiguiendo a la luz: escribiendo, dirigiendo y sobreviviendo a Pelotón, Expreso de medianoche, Salvador y el negocio del cine, es la última aventura literaria de Oliver Stone, quien a los 73 años se ha tomado el trabajo de reexaminar sus años formativos, su paso como voluntario por la Guerra de Vietnam tras vivir en su propia casa una guerra entre su padre, un estadounidense republicano, y su madre, una bohemia francesa, así como sus inicios en el cine, sus encontronazos con James Wood en el rodaje de Salvador, sus varios intentos de rodar Platoon y también, sus problemas con la adicción.
Oliver Stone, quien comenta molesto que el libro no se publicará por ahora en castellano, reflexiona desde su casa en Los Ángeles sobre su faceta de escritor y del por qué por ahora no se atreve a hacer una película sobre Trump y la proliferación de las teorías conspirativas sobre el coronavirus.
-¿Cómo describiría a su nuevo libro?
-Es un libro de memorias, aunque se lo describa como una autobiografía. Trata sobre los primeros 40 años de mi vida, mi despertar sexual, y el poder concretar un sueño que siempre llevé en mi corazón y que me llevó a escribir y dirigir películas desde que tuve 23 años.
-¿Llevaba un diario que le permitió recordar todo detalle?
Así es, comencé a escribir mis diarios en la época del ‘90. Es que ya desde niño era escritor. Mi padre me pagaba para que escribiera sobre un tema diferente cada semana. Por eso siempre he tomado notas y he escrito sobre mis impresiones. Los diarios me ayudaron pero no totalmente, porque para ser honesto, mi vida era bastante turbulenta, por lo que había muchas interrupciones. A partir de 1982 empecé a llevar mejores diarios, más consistentes. Escribí todos los días durante mucho tiempo por lo que luego tuve muchísimas páginas para leer. Son miles, pero abundan los detalles…
Oliver Stone, directoir de «Pelotón», «Wall Strett» y «Salvador», entre otras. Andres Delia
-Uno de los temas que toca en el libro es la filmación de Pelotón en Filipinas. Fue realmente arduo…
-Así es. Las Filipinas me dieron una vida nueva, porque siento que allí me convertí verdaderamente en director. Yo venía de rodar Salvador en México. Y justo cuando estábamos por comenzar la filmación de Pelotón echaron al Comandante Marcos del país y nosotros quedamos en el medio de la revolución. Teníamos actores que nos estaban esperando en Filipinas y no sabíamos si íbamos a poder filmar o no. Lógicamente tras la salida de Marcos tuvimos que hacer nuevos acuerdos con los militares. Lo más escalofriante fue volar en los helicópteros Huey que eran sobrantes de la Guerra de Vietnam. Temblaban mucho, porque el mantenimiento no era muy bueno. Hubo un par de ocasiones en que estuvimos a punto de tener un accidente, como cuento en el libro. Llegué a pensar que nos íbamos a matar. Lamentablemente lo que me temía ocurrió un año después en el rodaje de una película de Chuck Norris. Los pilotos eran muy valientes, pero tarde o temprano iba a pasar.
-En esa película trabajó con Johnny Depp, que era un desconocido entonces…
-Así es. Recuerdo que cuando le vi por primera vez pensé que tenía el rostro de una estrella. Le contratamos para que fuese uno de los soldados. Yo quería conseguir actores jóvenes de todas las regiones de los EE.UU. y quería particularmente gente que fuera del sur, porque muchos soldados de infantería venían de allí. La mayoría de las tropas venían de pequeños pueblos y por eso había de todo: blancos, negros, asiáticos. Yo me acordaba que mientras estuve en la infantería en Vietnam dormí realmente mal durante 15 meses, estaba cansado y nervioso. Yo quería que mis actores tuvieran esa misma sensación. Contraté a un ex-marine, Dale Dye, y tratamos a todos los actores como si fueran soldados. Ellos no tenían problemas con el severo entrenamiento militar, pero sus padres sí, estaban asustados con la revolución filipina. La mayoría de estos chicos nunca habían salido de su país. Perdimos a unos cuantos actores porque los padres no quisieron que se quedaran. Pero los líderes siguieron con nosotros, Tom Berenger, Willem Dafoe y Charlie Sheen, que en un par de semanas se convirtieron en los soldados que necesitábamos.
-¿Qué fue lo que descubrió escribiendo sobre su infancia?
-Que estaba dividido entre mi madre y mi padre. Mi madre era un espíritu libre, era una rebelde que hacía las cosas a su manera. Era muy afectuosa y generosa. Mi padre era conservador. Seguía las reglas sociales al pie de la letra, pero a la vez, rompía esas reglas constantemente. Mi padre era la ley y el orden y mi madre la rebeldía. Eran totalmente diferentes y no sé si debían de haber estado juntos. Tuvieron una hermosa historia compartida, vivieron una luna de miel, pero eran muy distintos. Y cuando se divorciaron, a mí me pasó lo que a muchos hijos del divorcio, que se preguntan si son queridos, si pertenecen a este mundo. Si tus padres se equivocaron, tal vez tu también estés equivocados. Yo me divorcié dos veces. Con mi segunda mujer tuve un hijo. Luego tuve una hija con mi tercera esposa, con la que llevo más de 20 años. Creo que nuestra armonía ha ayudado a nuestra hija, simplemente porque no nos separamos. Valoro mucho la familia y no hay nada que valore mas en este momento de mi vida que una relación armoniosa entre un hombre y una mujer.
-Mientras lo escribía, ¿cuán diferente era del director o del guionista que todos conocemos?
-El escritor sigue siendo el escritor. Es un proceso muy personal y solitario. El director que hay en mí es lo que me dejó mi madre, que era muy extrovertida y le gustaba estar con la gente. El libro me permitió prestarle atención a las escenas, al ritmo y a la visualización de lo que estaba contando. De todos modos, debo admitir que tener una faceta de director me da una ventaja como escritor, porque me permite mirar las cosas desde otra distancia, como si analizara todo con otra mente. Es una combinación interesante. Como digo en el libro, soy consciente que muchas veces me he metido en situaciones que jamás hubiese experimentado si no hubiese sido el director, porque estás en una posición en la que tienes que reinventarte como persona. A veces todo es un poco loco. Creo que algunos directores han aprendido esa lección cuando han tenido que lidiar con desastres. Uno se reinventa en la sala de montaje, porque allí uno vuelve a convertirse en director.
-Ha hecho una película sobre George W. Bush, ¿se atrevería a hacer una sobre Trump?
Oliver Stone en la Argentina. Entrevistó a Cristina Kirchner para un documental sobre el Lawfare. Foto Andrés D¿elia
–Trump es un gran personaje. En cierto sentido él es mejor que cualquier película. Tiene un gran sentido del dramatismo, lo cual es arriesgado, porque a veces no sabe dónde está la diferencia entre la verdad y la ficción. Sin embargo, sería muy arriesgado hacer una historia sobre un hombre cuyo arco dramático aún no se ha completado. Cuando hice W., la historia terminaba en 2004 y yo la filmé en 2008. En 2003 él se comprometió con la guerra en Irak y allí estaba el final de la película para mí. Ese fue el final del ciclo que comenzó con su padre. Es una historia sobre padres e hijos en la que George W. completaba lo que su padre no había podido hacer, que era ir a la guerra. La historia de Trump no ha llegado a su final. Tal vez luego aparezca. Quién sabe qué es lo que irá a pasar en los próximos meses. Las cosas pueden desenvolverse de muchas maneras. En cualquier caso, tiene que aparecerme un hambre por hacer la película y por ahora no lo tengo. He lidiado con demasiadas controversias en mi vida. No importa lo que haga, me critican, así que imagínate lo que me dirán si hago algo así.
-Hablando de controversias, ¿qué es lo que opina de los que dicen que detrás de la crisis del coronavirus hay fuerzas ocultas?
-Hay muchas teorías sobre muchas cosas y creo que hay que investigar cada una de ellas, porque es difícil de creer cualquier cosa que diga oficialmente el gobierno de Estados Unidos. Hay que investigar y hay muy buenos periodistas en internet que se dedican precisamente a eso. Necesitamos con suma urgencia medios alternativos en los EE.UU. Las cadenas televisivas y los grandes diarios siguen el mismo proceso de pensamiento. Es verdaderamente deprimente. En los países mas inteligentes, entre los que incluyo a Inglaterra, Francia, Italia e incluso Rusia, hay buenas investigaciones. No es imposible comprar a los medios. Todos sabemos eso. Sabemos que los ricos pueden controlar y manipular lo que necesiten, y aunque odio las mentiras lamentablemente abundan. De todos modos no se puede decir que todo es una gran mentira porque hay datos concretos. Creo que este es el momento perfecto para una tormenta. La gente que está luchando por cambios en los Estados Unidos tiene sus razones para no querer a la policía, y exigir que se hagan reformas, pero espero que puedan hacerse de una manera civilizada y no por la fuerza. Creo que tenemos que seguir haciendo surf sobre las olas, aunque todavía no sepamos con que nos vamos a encontrar.
Con el mate. Oliver Stone, en una entrevista para Clarín en 2010. Foto Alejandra Palacios.
Fuente: Clarín, La Vanguardia