Los cerca de 8.000 miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood habilitados para emitir su voto para la entrega del Oscar de este domingo tuvieron tiempo hasta el martes 4 de febrero para hacerlo. Ya no tenían la opción de enviar una ”boleta” o hacerlo online, porque se decidió que dese esta 92° entrega todo el procedimiento se hiciera únicamente online.
Así que la suerte está echada, y los ganadores en los 24 rubros están definidos. Y dos empleados de la consultora PriceWaterhouse, la empresa que hace el recuento de los votos desde hace 80 años, son los únicos que conocen los ganadores, y han puesto los 24 sobres con los nombres en un maletín cerrado con llave. Serán ellos los que, a cada lado del escenario, le entreguen el voto a cada presentador de la noche del domingo.
Si para definir las candidaturas, cada rama elige a sus nominados (los actores a los intérpretes en sus cuatro categorías de mejor actriz y actor protagónicos, actriz y actor de reparto, los sonidistas la edición y la mezcla de sonido, los músicos la canción original y la banda sonora, y así), el único premio por el que todos votan en las nominaciones es el de mejor película.
Y ahora para definir los ganadores de los 24 rubros, se gana por simple mayoría en 23 premios. Esto es, salvo mejor película, el que saca más votos, se lleva la estatuilla de 3 kilogramos a su hogar.
Pero en mejor película es distinto. El único rubro en el que no son cinco candidatos, sino entre 8 y 10, como sucede desde 2010, se decide por un sistema de votación “preferencial”.
No es tan complejo, pero explica, por ejemplo, por qué el año pasado ganó Green Book, cuando todo el mundo predecía que ganaba Roma, de Alfonso Cuarón.
Y por eso ahora no es tan seguro que 1917 de Sam Mendes resulte ganadora y sí Parásitos.
Son varias rondas de conteo de votos.
Cada miembro habilitado para votar, debe colocar siguiendo un orden de preferencia los nueve títulos.
Por ejemplo, 1° 1917; 2° Parásitos; y digamos 9° Contra lo imposible.
A menos de que 1917 obtenga el 50 % de los votos totales más uno -o sea, que esté en el primer lugar de los votos-, lo que la declararía ganadora, se pasa a una siguiente ronda.
Y Contra lo imposible, que habría quedado novena, se elimina, y los votos asignados a las películas restantes no se pierden, sino que se reasignan según la preferencia del votante más alta de la lista. Es decir, los votos de cada película eliminada se redistribuyen a la segunda opción de cada votante.
Ojo, porque si la segunda opción de cada votante ya fue eliminada, su voto pasa a su tercera opción.
Y se sigue así, ronda tras ronda: se elimina la que queda última y se suman los siguientes votos a las otras, hasta que quedan dos.
Por eso puede suceder que la película que termina ganando el Oscar no necesariamente sea la que reunió mayoría de primeros lugares, sino la que estuvo en muchas boletas como segunda o tercera.
Y por eso la disputa de este año puede llevar a que 1917, Parásitos o hasta Había una vez… en Hollywood sea la ganadora.
Si 1917 estuvo, pongamos como ejemplo, en el 40% de los votos primera, pero Parásitos, con un 30% primera, figura en proporción en más votos segunda, puede resultar la triunfadora.
Se estima y esgrime que este sistema de elección es más amplio y se elige a la mejor película más por consenso que por voto directo. Según esta apreciación, es mejor, porque de lo contrario ganaría una película que un grupo menor al 50% admira, pero que no le gusta a otro número mayor de votantes.
Es una docena de empleados de PwC la que realiza el recuento. Y, al final, son solamente dos las personas que recogen los resultados y los suman. Por ende solo ellos dos saben el título de la película ganadora.
Y salvo que repitan el papelón de 2017, cuando Warren Beatty y Faye Dunaway anunciaron por error que la ganadora era La La Land, cuando en verdad se había impuesto Luz de luna, todo en la sala del Dolby Theatre será una fiesta.
Fuente: Clarín