El director de cine italiano Franco Zeffirelli, conocido por películas como «Hermano sol hermana Luna» o «Jesús de Nazareth», falleció este sábado a los 96 años en su casa de Roma, anunciaron los medios de comunicación locales citando a fuentes de la familia del cineasta. Murió como consecuencia «de una larga enfermedad, que se agravó en los últimos meses», añadieron.
Una refinada estética, una profunda espiritualidad o arte en su más pura acepción podrían ser algunos de los conceptos para definir a un auténtico grande, entre el cine y la ópera, como lo fue Franco Zeffirelli. Y si en nuestro país pudimos apreciar algunas de sus películas, lo más reciente estuvo reservado al terreno operístico: el diseño escenográfico que Zeffirelli había preparado hace una década para La Traviata, de Verdi, en una producción de la Opera de Roma y que llegó hasta aquí como uno de los momentos estelares de la temporada lírica 2017 del Teatro Colón.
La Traviata versión de Franco Zeffirelli en el Colón, en la puesta que llegó al país en 2017.
A esa altura, Zeffirelli ya se había anotado en unas cuántas polémicas: había reclamado pena de muerte para quienes practicaban el aborto, pero también se había mostrado como un ferviente ecologista y defensor de los animales (pidió la supresión de la Fiesta del Palio por ser “extremadamente cruel” con los caballos). Cuestionó a Martin Scorsese por “La últma tentación de Cristo” (1988). Apoyó a Berlusconi, un símbolo de la derecha italiana, pero también brindó su respaldo a iniciativas progresistas. Dos rostros de un hombre que, sobre todo, colocaba el arte como su prioridad.
Y esto venía de familia, de ambiente, de ciudad. Zeffirelli había nacido en Florencia -templo del arte por excelencia- el 12 de febrero de 1923, según indican sus documentos. Contó que su madre, admiradora de Mozart, quiso llamarlo “Zeffiretti” (por un aria de Idomeneo, de Mozart) pero que el funcionario del registro civil se equivocó y escribió Zeffirelli. Había nacido en medio de otro escándalo local: Adelaida Garosi, su madre, estaba casada con un abogado pero, a la vez, tenía relaciones con un “donjuan”,de la familia de los Corsi. El abogado murió y Adelaida, embarazada de otro, asistió al funeral de su marido…
“Jesús de Nazareth”, el clásico de Franco Zeffirelli de 1977.
Zeffirelli no conoció a su padre. Y siendo chico, también murió su madre, víctima de tuberculosis. Quedó al cuidado de una tía y se crió entre mujeres, con una niñera inglesa que sería, al fin y al cabo, quien le transmitió una inextinguible pasión por Shakespeare.
Muchos de los momentos de aquella infancia tortuosa son recreados por Zeffirelli en una de sus películas más recordadas, “Té con Mussolini” (1999), que cuenta con Maggie Smith y Lily Tomlin en los protagónicos.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Zeffirelli inició sus estudios en la Academia de Bellas Artes fiorentina, y llegó a licenciarse en Arquitectura. Atraído por el teatro, se unió a un grupo como actor. Pero punto clave en su carrera fue el encuentro con Luchino Visconti en el Teatro della Pergola, con quien trabajaría por más de una déada.
Zeffirelli fue ayudante de dirección de Visconti en los rodajes de «La tierra trema» (1948), «Bellisima» (1951) y «Enson» (1954), un período que influyó decisivamente en su formación. También fue asistente de otros gigantes del cine italiano como Antonioni, De Sica y Rossellini. Y en la década del 50 se independizó para trabajar como escenógrafo, decorador, diseñador, de vestuario y regisseur de ópera.
Se animó a filmar su primera película en 1958, se trataba de “Camping”, una comedia sentimental que no tuvo buenas críticas. Más suceso recibió con la adaptación de las óperas y del teatro al cine: “La Bohéme”, de Puccini, y posteriormente”, “La fierecilla domada” (1967) de Shakespeare donde los protagonistas fueron nada menos que Elizabeth Taylor yRichard Burton.
Además de su buen gusto y su rigor histórico, Zeffirelli tenía un cuidado especial en la recreación y ambientación histórica. También se destacó en el montaje teatral de las obras más importantes de Chéjov, Tennesee Williams O “¿Quién le teme a Virginia Wolf?», de Edward Franklin Albee.
Tras una delicada versión cinematográfica de “Romeo y Julieta” (1968), Zeffirelli exhibió su costado místico con “Hermano sol, hermana luna” (1972), una recreación de la vida de San Francisco de Asís. Allí no le acompañó la crítica pero, con el tiempo, esa obra fue reconocida. Y su costado espiritual volvió a reflejarse en “Jesús de Nazaret” (1977). La misma veta sentimental lo llevaría hasta Hollywood donde filmó “Campeón” (1979) y “Enddless Love” (1981), aquí con Brook Shields como protagonista.
Desde entonces, osciló en todos los géneros. Fueron muy elogiadas sus puestas operísticas -como las cinco versiones de «Aída» en La Scala de Milan, o “Tosca” en el Convent Garden (1964) con María Callas, Renato Cioni y Tito Gobbi- y sus adaptaciones al cine. Entre ellas, el documental “Callas forever” (2002) dedicada a su íntima amiga María Callas, la mayor diva de la ópera del último siglo, coin quien Zeffirelli había trabajado en diferentes montajes.
Fue nombrado Caballero del Imperio Británico en 2004 y también se mostró cercano a Ratzinger durante su papado. “El Santo Padre me honra con su estima y sabe que la comunicación cinematográfica de la Iglesia es una ruina. Ratzinger ha restituido el orden en la doctrina y en la liturgia”, afirmó en ese momento. “Es un Papa que no sonríe mucho, pero es un intelectual”, agregó. Y su colaboración con El Vaticano se notó en transmisiones televisivas como la beatificación del jesuita Kolbe y la madre Teresa de Calculta.
Fuente: Clarín