La película de Landes, que sigue el recorrido de un batallón militar irregular de adolescentes que deben transportar a una rehén estadounidense de las sierras a la selva en medio de la guerra de baja intensidad colombiana, está actualmente en pantalla en la cartelera porteña.
«Monos es un logro cinematográfico impresionante; uniendo imágenes dinámicas, actuaciones impecables y narraciones innovadoras. ¡Es una obra de arte!», aseguró el presidente del jurado, Wash Westmoreland, al entregar el premio.
El filme, interpretado por adolescentes no actores junto a otros de dilatada trayectoria en Hollywood como Moises Arias y Julianne Nicholson, no deja de recibir premios (21 en total) desde su premiere mundial con el Premio del Jurado en el Festival de Sundance, en enero pasado.
El realizador, que nació en San Pablo, estudió en Argentina, creció en Ecuador y actualmente vive en Colombia, se dio a conocer con el documental «Cocalero» sobre Evo Morales en 2007 y luego dirigió «Porfirio» (2011), una película que mezclaba el registro documental con el ficcional que se estrenó en Cannes y ganó como Mejor Película Latinoamericana en el Festival de Mar del Plata.
En charla con Télam y referiéndose al proceso de construcción del filme, Landes señaló: «Comenzamos con un guión muy trabajado pero los verdaderos cimientos de la película estuvieron en el casting: vimos más de 800 chicos por todo el país, en la calle, escuelas de actuación, teatro comunitario, videos, redes; de esos 800 elegimos 25 finalistas y los llevamos a una especie de campo de entrenamiento militar y actoral».
«Al vivir, comer, estar juntos todo el tiempo -agregó-, empiezas a ver dónde hay química, donde no, amores, desamores y empezamos a pensar en un posible elenco para esta escuadra de los ocho chicos. Reescribí el guión para asegurarme de traer algo de ellos al guión, y también escoger los personajes de acuerdo a cómo funcionaba este espíritu de manada, ahí está el cimiento».
Sobre el filme destacó: «Para mí era muy importante no crear una película paternalista. Arrancamos de una premisa que es una realidad en muchos países: jóvenes armados, sea de derecha, de izquierda o de bandas puramente delicuenciales y generar un mundo donde ellos son tiernos pero también son crueles».
«La idea -aseguró- fue rechazar cualquier concepto binario, en la película no hay futuro ni pasado, hay personajes que no está claro si son hombres o mujeres. Creo que en este tipo de guerra y las que están pasando en Irak, en Siria, o Afganistán, las líneas de batalla están muy desdibujadas. La idea no era una película con esas primeras filas épicas al estilo de los filmes sobre la Segunda Guerra Mundial sino crear una película de guerra desde la retaguardia, porque finalmente esto nace de una realidad».