En un extremo, Angelina Jolie se muestra enfocada y humana, contesta preguntas y hasta se emociona cuando traza un paralelismo entre el personaje que vuelve a interpretar en la pantalla grande, seis años después, y su experiencia como madre. Del otro lado, Michelle Pfeiffer parece no quitarle sus ojos felinos de encima, lista para tomar por sorpresa a su distraída adversaria con su elocuente sentido del humor.
Los «celos» de Pfeiffer asomaron por primera vez cuando una periodista hizo alusión a los partidos de ping pong con los que Jolie y Elle Fanning intentaban superar los «tiempos muertos» del rodaje. «Nunca me invitaron a participar», acotó la protagonista de Relaciones peligrosas exagerando su disgusto, y poniendo a reír a todos los presentes. El tema volverá sobre el final de la conferencia, cuando la actriz compare una de las escenas más logradas del film de Joachim Rønning con, justamente, un partido de ping pong. Esta vez, su timming y acidez terminaron despertando un aplauso cerrado entre los asistentes; Jolie apenas atinaría a taparse el rostro y sonreír frente a la ocurrencia de su compañera.
La cena de la discordia
La escena a la que Pfeiffer hacía referencia es la que reúne por primera vez a los protagonistas de la película en el castillo de Ulstead. Maléfica (Jolie), cuyo corazón ha sido notablemente ablandando a partir del rol maternal que desarrolló con la princesa Aurora (Fanning), acepta acudir al reino para cenar con su yerno, el príncipe Philip (Harris Dickinson) y sus futuros consuegros, el rey John (Robert Lindsay) y la reina Ingrith (Pfeiffer). Por supuesto que todo es tensión entre ellos, y las chicanas entre el hada oscura y la soberana comienzan a escalar hasta que el encuentro termina de la peor manera.
El «objeto» de disputa entre ellas no es más que Aurora, una figura clave para la «pacificación» entre el mundo de las hadas y el de los humanos. Y es aquí donde su personaje logró tocar la fibra más íntima de Jolie. «Maléfica se acerca a la maternidad de una manera muy particular, porque ella posiblemente pensó que nunca sería madre. Eso, en un punto, me recuerda a mí misma, que cuando era muy joven pensaba que nunca iba a ser lo suficientemente buena persona como para ser madre», indica. «Maléfica no cree ser lo suficientemente buena como para criar a Aurora, y se cuestiona muchísimo, aunque muy dentro sabe que ser madre salvó su vida y le da una cierta estabilidad que antes no tenía».
Jolie es madre de seis hijos, tres de ellos adoptados y otros tres fruto de su relación con Brad Pitt, aunque esa diferenciación es un asunto sin importancia para ella. «Creo que una familia va mucho más allá de los lazos de sangre», dice. «Me siento tan afortunada de tener la familia que tengo en esta vida, he aprendido tanto de cada uno de mis hijos…Con Michelle pudimos interpretar muy bien ese enfrentamiento en la película porque la dos somos madres, y no solo madres biológicas [Pfeiffer adoptó a su primera hija, Claudia, en 1993] y creo que por eso pudimos ponerle intensidad a esa escena en particular», explica mirando a su compañera, que concuerda pero prefiere recordar lo complicado que fue filmarla.
«Estuvimos casi una semana para rodarla, muy concentrados porque cada toma debía ser una obra maestra», apunta Pfeiffer con cierta ironía, lanzando una mirada pícara al director. «Fue como estar una semana cenando con amigos», bromea Jolie. Y es que, además de efectos especiales, la escena necesitaba de un amplio despliegue de vestuario, pelucas y maquillaje. «No había visto a Angelina caracterizada como Maléfica aún, y recuerdo lo mucho que me impresionó observarla cuando las puertas se abrieron y ella ingresó al salón. Sólo pensé ‘imaginate a este ser entrando en tu comedor’, y ya no tuve que actuar tanto, fue todo más bien natural», agrega la actriz que, en 2017, formó parte del elenco de Asesinato en el Expreso de Oriente, de Kenneth Branagh.
Las malas más malas
Es Ingrith quien se encarga de «despertar» el lado oscuro de Maléfica, en pos de desencadenar un enfrentamiento entre esos universos que están a punto de convivir armoniosamente gracias al amor de Aurora y el príncipe Philip. Para Pfeiffer, fue muy entretenido jugar el rol de la villana: «Resulta muy atractivo vivir a través de estos personajes, estas mujeres llegan a ser inteligentes y malvadas. En mi caso, interpreto a una humana, y eso es menos desafiante que el hecho de ser un hada. Pero Ingrith es también un poco oscura y ruin, así que lo divertido para mí fue tratar de ponerle distintos tonos, aportarle otras capas a esa maldad».
«Ingrith siente que es la madre del reino, y ha prometido proteger a su territorio y a su gente a cualquier costo; a veces, cuando sos un líder, tenés que hacer sacrificios por el bien general… ¡Vamos, cualquier haría lo mismo en su lugar!», agrega con gracia e indulgencia hacia su personaje.
Jolie no duda en expresar su admiración hacia su colega, de 61 años. Así, al ser consultada acerca de qué villana había tomado como inspiración para componer su personaje, no duda en nombrar a la Gatúbela que Pfeiffer interpretó en Batman Vuelve. Y, en otra entrevista, llevó su cumplido aún más allá, al señalar que la rubia había sido su amor platónico adolescente cuando la vio cantando «Cool rider» en Grease 2. «En Caracortada también me gustabas», agregó.
A los 44, la actriz de El sustituto sigue jugueteando con su imagen de símbolo sexual, pero también se preocupa por mostrarse profunda y reflexiva al preguntarse hasta qué punto una persona es completamente buena o mala. «Creo que la mayoría de las personas no nacen ni con dureza ni con agresividad, sino que algo les ocurren cosas que les hacen perder la confianza, dejan de sentirse seguros y comienzan a luchar y a protegerse de una manera distinta. En el caso de Maléfica, ella al criar a una niña, se reencuentra con su costado más tierno», explica.
Pfeiffer coincide: «Todos tenemos puntos débiles. Ingrith, por ejemplo, es una mujer que fue dañada. Sin ponerme demasiado cerebral, nadie se comporta de esa manera a menos que esté completamente dañado. De algún modo, lo que mueve a este personaje es un profundo miedo».
Jolie se muestra esperanzada con el cambio que empujan las nuevas generaciones hacia un mundo más tolerante y diverso. «Aún veo gente apuntalándose en el odio, políticos que construyen sus carreras haciendo hincapié en las divisiones. Me enoja, pero a la vez siento la seguridad de que nunca ganarán, porque el mundo es enorme y está lleno de diversidad, de personas y culturas distintas conviviendo», subraya.
Y, entonces, vuelve a ponerse autoreferencial: «Maléfica fue herida en su vida, y ella no se ha dado cuenta de lo perdida que está, no tiene siquiera la habilidad de ser suave o experimentar amor. En mi caso, el amor de mis hijos hizo salir algo en mí que ni siquiera sabía que tenía y que me transformó completamente».
Ave Fénix
Las cuestiones personales alrededor de la figura de Jolie sobrevuelan durante toda la conferencia y, contrariamente a lo esperado, ella se muestra abierta a hablar. «Pasé por cosas tan complicadas en mi vida en el último tiempo que me puso muy feliz sentirme fuerte de nuevo y tener la posibilidad de divertirme. Adoré hacer Maléfica de nuevo», dice, dando por sobreentendido que habla de su mediática y conflictiva separación de Pitt, anunciada en septiembre de 2016.
Tal como ocurre con su personaje en esta película, Jolie parece haber realizado una suerte de viaje introspectivo del que consiguió salir airosa, y por eso hoy puede contar cómo transitó uno de los momentos más duros de su vida. «Fue muy complicado. No me reconocía a mí misma y me sentí, cómo decirlo… Pequeña, insignificante. Estaba profundamente triste y herida», le contó hace algunas semanas al medio francés Madame Figaro. «Pero, por otro lado, fue interesante conectar con la humildad e incluso con lo insignificante que yo me sentía. Tal vez así somos los seres humanos después de todo… Además, sufrí algunos problemas de salud. Estas cosas te motivan y te recuerdan la suerte que tenés de estar vivo».
Para el final, Jolie elige dar detalles de cómo vivió la partida de su hijo mayor, Maddox, quien decidió cursar sus estudios universitarios en Corea del Sur. «Estoy tan orgullosa de mi hijo, lo está haciendo tan bien. Estaba muy movilizada, porque pasó los días previos al viaje haciéndome sentir que yo lo estaba preparando para que se vaya, preocupándome por todos los detalles. Por dentro pensaba: ‘realmente lo estoy ayudando’. Cuando llegó el momento de despedirnos, en el aeropuerto, él se quedó conmigo hasta que me preguntó: ‘¿Estás bien?’. ‘Sí’, le dije, y en ese mismo momento me di cuenta que él había decidido pasar ese tiempo conmigo para asegurarse de que yo iba a estar bien. Y ahí me dio un gran abrazo porque sabía que lo necesitaba», cuenta, frente a la mirada emocionada y comprensiva de Pfeiffer.
Fuente: Martín Artigas, La Nación