A casi veinte años del fin de la guerra entre la humanidad y las máquinas autoconcientes, el mundo ha vuelto a ser el que había sido. O casi. Porque si Neo y Trinity murieron para terminar con el yugo de la inteligencia artificial sobre los seres humanos, ¿cómo es posible que estén vivos, que se crucen por las calles de San Francisco sin reconocerse? ¿O sólo se trata de Thomas Anderson y Tiffany, dos completos extraños perdidos en la gran ciudad, ocupados uno en el diseño de nuevos videojuegos y otra en la rutinaria vida familiar de una madre de tres hijos y casa en los suburbios?
La respuesta a estas preguntas (y tantas otras) llegará a los cines argentinos este miércoles, con el estreno de Matrix: Resurrecciones, cuarta entrega de la clásica saga que definió una nueva forma de ver y hacer ciencia-ficción en la pantalla grande. Del principal equipo original sólo regresaron la guionista y directora Lana Wachowski (esta vez sin su hermana Lilly, co-creadora de la serie), Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss, protagonistas absolutos de esta abrumadora fusión entre el cyberpunk y la filosofía, la literatura de Lewis Carroll y los cómics de superhéroes, las películas occidentales de acción, la estética animé y las peleas coreografiadas al estilo del cine chino de artes marciales. Todo puesto en función del análisis existencial sobre la verdadera naturaleza de la realidad y su contracara, la realidad virtual, entendida como la anulación de la voluntad a través de la percepción.
“Paradójicamente, la tecnología nos unió como nunca antes y, al mismo tiempo, nos aisló como nunca antes. Por eso, la capacidad de las tecnologías para encapsular o limitar nuestra visión subjetiva de la realidad, es una parte importante de la trama de Resurrecciones”, adelantó Wachowski. Una aventura que va mucho más allá de una simple continuación de la trilogía original (Matrix, Matrix recargado y Matrix: Revoluciones), hasta elevarse como apabullante artefacto metanarrativo que deconstruye todo lo conocido, para reinstalarlo a la luz de lo acontecido con la franquicia entre 1999 y 2020, incluyendo su avanzada premonición sobre el impacto del mundo digital en la vida cotidiana y su estatus icónico de ficción audiovisual capaz de reformatear los consumos culturales y la industria del entretenimiento a escala global.
Cerrar los ojos, abrir la mente
Distopía política que refleja la violencia autoritaria de los regímenes totalitarios. Alegoría sobre la alienación social. Denuncia sobre la creciente cosificación del ser humano. Reflexión sobre los peligros que encarna el uso inmoral de la tecnología. Crítica a la enajenación programada de las masas. Metáfora sobre la relación existente entre el ser humano y el (re)conocimiento de lo verdadero y lo ficticio. Algunas de las interpretaciones que se vienen haciendo sobre Matrix, desde el mismo momento en que la primera película llegó a los cines. Interpretaciones que Wachowski ni avala ni descarta: “No me interesa controlar las experiencias ni las convicciones de nadie -sostiene-. Sólo estoy agradecida de que tanta gente haya experimentado esta película con la seriedad y el compromiso que requiere el diálogo entre dos personas”.
Bajo ese prisma, esta nueva película retoma el nudo gordiano de la saga y pone en tela de juicio (otra vez) el precepto de realidad. ¿Nos pasan las cosas que hacemos, sentimos y decimos cada uno de nuestros días, o sólo creemos que nos pasan esas cosas? ¿Somos prisioneros de un sistema de realidad virtual que nos tiene encerrados (y adormecidos) en una colonia estelar de cárceles individuales con forma de capullo, mientras se alimenta de nuestra energía vital y nos hace imaginar una vida?
A diferencia de sus entradas anteriores, Resurrecciones trabaja la sensación de déjà vu como motor simbólico del conflicto entre los personajes y la mera idea de la Matrix; y como ejercicio concreto de nostalgia cinéfila, elaborando paralelismos y divergencias entre la trilogía original y esta cuarta película. “No esperen una secuela y no esperen un reboot -avisa Carrie-Anne Moss-. Lara encontró la forma de resignificarlo todo sin resignar nada. Sólo hay que cerrar los ojos, abrir la mente y dejarse llevar. Esta película es Matrix y es otra cosa. Tiene mucho humor y mucha acción. Y una gran historia de amor entre Neo y Trinity”.
El fin de la Matrix binaria
En las anotaciones iniciales para el guion de la primera película, uno de los personajes cambiaba de sexo al entrar a la Matrix, una idea que los estudios Warner descartaron de plano y mandaron eliminar del film. “Eran los últimos años de los ‘90 -contó Keanu Reeves-. Creo que todavía no estaban preparados para eso; y creo que Lana y Lily Wachowski estaban mucho más adelantadas que el resto de nosotros. Todavía lo están”.
En 2016, las hermanas Wachowski se asumieron como mujeres trans y empezaron a desarticular los discursos dominantes sobre identidad de género en cada lugar que pudieron y en toda presentación que llevaron a cabo. Después de tanto tiempo, el fin de la concepción binaria también llegó a Matrix. “Ni unos ni ceros. Ni hombres ni mujeres. Ni causas ni efectos. Ni buenos ni malos. Ni pastillas rojas ni pastillas azules”, decretó Lana Wachowski. En Resurrecciones, los cambios personales en el proceso de construcción de la identidad están en el corazón de la historia. Los mandatos familiares, sociales y culturales también forman parte de las estrategias de sometimiento humano que la Matrix utiliza sin compasión ni remordimientos.
A casi veinte años del fin de la guerra entre la humanidad y las máquinas autoconcientes, el mundo ha vuelto a ser el que había sido. O casi. Ahora, la libre elección es el nuevo paradigma del ser humano.
Quién es quién
Neo (Keanu Reeves): Nombre clave del hacker Thomas Anderson, que encubre sus actividades cibercriminales bajo la fachada de un simple programador informático. Siempre creyó que algo andaba mal con su mundo, y por eso quería encontrar la verdad que lo hiciera libre. Sin saberlo, Neo es El Elegido (en inglés, One, anagrama de Neo), el único capaz de liberar a la humanidad de la esclavitud en la que vive sometida por las máquinas. Sobre el final de la trilogía original, Neo logra su cometido y muere. Veinte años después, al inicio de Matrix: Resurrecciones, Thomas Anderson vive una vida rutinaria en San Francisco, trabajando como diseñador de videojuegos. Tiene problemas de salud mental y le cuesta separar la realidad de la ficción. Hace años que se atiende con el Analista, que le receta las pastillas azules que debe tomar durante su tratamiento.
Trinity (Carrie-Anne Moss): Hacker que ha logrado escapar de la Matrix, Trinity es también la más hábil y peligrosa luchadora con que cuenta el bando de los rebeldes contra el dominio de las máquinas. Es la encargada de reclutar a Neo y de hacerle descubrir su verdadero rol como salvador de la humanidad. Al final de la primera trilogía, muere durante una de las batallas contra la Matrix. En Resurrecciones es una esposa suburbana y madre de tres hijos que responde al nombre de Tiffany. Eso sí, le fascinan las motos de altísima cilindrada.
Morfeo (Yahya Abdul-Mateen II): Versión alternativa del primer Morfeo (interpretado en la trilogía original por Laurence Fishburne), que ahora deberá convencer a Thomas Anderson de que es Neo mientras transita su propio camino de autodescubrimiento.
Bugs (Jessica Henwick): Hacker rebelde, con el tatuaje de un conejo blanco en el brazo. Creció escuchando la leyenda de Neo y ahora está obsesionada con encontrarlo para retomar la lucha.
Smith (Jonathan Groff): Socio comercial de Thomas Anderson, hábil para los negocios y muy carismático. ¿Tendrá algo que ver con el Agente Smith (interpretado en la trilogía original por Hugo Weaving), principal antagonista de Neo y cazador de rebeldes de la Matrix?
El Analista (Neil Patrick Harris): Terapista personal de Thomas Anderson. Trabaja para que su paciente pueda distinguir, por fin, la realidad de los sueños.
Sati (Priyanka Chopra Jonas): Joven mujer con una gran sabiduría, capaz de discernir entre verdad y simulación. Conoció a Neo sobre el final de la guerra contra las máquinas y podría ser la única capaz de destrabar su mente.
Generala Niobe (Jada Pinkett Smith): Antigua enamorada del Morfeo original que debutó en Matrix recargado, segunda entrega de la trilogía original. Dos décadas después, carga sobre sus espaldas el destino de Sion, hogar de la resistencia y última ciudad humana sobre el planeta Tierra, escondida de la Matrix en una serie de laberínticas cavernas subterráneas.
Entre otros personajes recurrentes de la trilogía, en Resurrecciones también reaparecen El Merovingio (Lambert Wilson), veterano traficante de información; y el Agente Johnson (Daniel Bernhardt), otro de los cazadores de rebeldes de la Matrix.
Fuente: Fernando Ariel García, La Nación