Malala Yousafzai se acaba de asociar con Apple TV+ para hacer series y películas por medio de su nueva productora, Extracurricular. (AFP)
A los 12 años Malala Yousafzai escribía un blog con seudónimo para BBC, en el que contaba la vida en Pakistán bajo el dominio talibán. A los 15, sufrió un brutal atentado —una de las balas le dio en la cabeza— por su campaña contra la prohibición de ese gobierno a la educación de las mujeres.
A los 17, en 2014, se convirtió en la persona más joven que recibió el premio Nobel.
En 2015 protagonizó un documental sobre su vida, He Named Me Malala. Luego de tres libros —todos best sellers mundiales—, la creación del Malala Fund para facilitar que las niñas puedan estudiar y su flamante graduación en la Universidad de Oxford, Yousafzai se acaba de asociar con Apple TV+ para hacer series y películas, por medio de su nueva productora, Extracurricular.
Y todavía no ha cumplido 24.
“Soy una activista de la educación, pero creo que la educación no se limita a la escuela: es parte de la vida cotidiana”, dijo Malala a Fast Company(FC).“Aprendemos de nuestros padres. Aprendemos de nuestras experiencias diarias. Aprendemos de los programas de televisión y las películas que miramos”.
Malala concibe la educación en un sentido amplio: «No se limita a la escuela: es parte de la vida cotidiana. Aprendemos de los programas de televisión y las películas que miramos”. (Apple)
Por eso se entusiasmó con el proyecto: “El entretenimiento nos puede ayudar a ver cómo debería ser la sociedad y qué deberíamos aspirar a hacer. Y nunca deberíamos subestimar el poder de lo que la vida cotidiana puede enseñarnos. Por eso elegí el nombre de Extracurricular para mi empresa”.
Si bien siempre se ha concentrado “en temas sociales”, y eso hará también en su nuevo trabajo de producción de contenidos, se dispone a ir muchos más allá: “Voy a hacer comedias, dramas, documentales, largometrajes, de todo. Quiero llevar mi punto de vista a la industria del entretenimiento”.
La clave es el contacto humano, explicó. “Mi tema central es la conexión, es crear programas que nos permitan aprender sobre la cultura y la vida de los otros. Eso crea oportunidades para compartir tiempo con la familia y con los amigos, tener momentos de conexión y alegría, pero también permite estar en soledad y escapar de los problemas. Creo que mirar programas puede resultar en un empleo provechoso del tiempo”, agregó en la entrevista de FC.
El servicio de streamingdel gigante tecnológico, que se lanzó hace poco más de un año, ha crecido mucho en los últimos meses: llega a más de 1.000 millones de pantallas en más de 100 países (por sí mismo o con Amazon Fire TV, Roku, Google TV, PlayStation y Xbox) y solo con un documental, el reciente Billie Eilish: The World’s A Little Blurry, aumentó en un 33% sus suscripciones. Según un comunicado de Apple, sus contenidos originales han merecido casi 300 nominaciones y han obtenido 78 premios entre Golden Globes, Emmys, Critics Choice Awards y Critics Choice Documentary Awards, por ejemplo.
Con solo 17 años, en 2014 Malala se convirtió en la persona más joven que recibió el premio Nobel. (AFP)
Si bien la asociación con Yousafzai puede buscar también gran impacto —se suma a un grupo creativo en el que, además de la talentosa música Eilish ya están Oprah Winfrey, Steven Spielberg, Tom Hanks, Leonardo DiCaprio, Alfonso Cuarón, Martin Scorsese, Jennifer Aniston, Reese Witherspoon y Will Smith, entre otros—, en realidad no es la primera vez que Apple trabaja con la joven. Desde 2018 la Big Tech ha patrocinado investigaciones del Malala Fund tanto sobre educación de las niñas como sobre cambio climático.
Tampoco es ella ajena al entretenimiento. He Named Me Malala, el documental dirigido por Davis Guggenheim, tuvo estreno en salas, donde llegó a recaudar USD 2,7 millones, y llegó a la televisión de 171 países, en 45 lenguajes, de la mano de National Geographic. La muestra en clase, con otros adolescentes, y también mientras recibe una ovación de pie en las Naciones Unidas, entre otros contrastes de la vida de una muchacha que enfrentó los desafíos diarios de la gente común y también algunos extraordinarios de la gran historia.
Y, según contó a FC, el entretenimiento también ha sido parte de su educación sentimental. “Crecí en Pakistán con una dieta de películas de Bollywood y programas de tele, y cualquiera que esté familiarizado con este universo puede decir que define la vida de cierta manera: te sumerges en el drama, te ríes, tienes el espectro entero de las emociones. También crecí mirando programas británicos como Mr. Bean”.
Malala tenía 15 años cuando sufrió un brutal atentado —una de las balas le dio en la cabeza— por su campaña contra la prohibición del régimen talibán a la educación de las mujeres.
Luego del atentado que casi le costó la vida, ella y su familia se mudaron al Reino Unido, y el show de Rowan Atkinson curiosamente funcionó como un salvavidas en las difíciles aguas de su integración como emigrada: “Descubrí que podía conectar con nuestros nuevos amigos hablando de Mr. Bean”.
También le encantaba Cartoon Network, sobre todo Coraje, el perro cobarde y Tom & Jerry. “No me perdía un episodio”, recordó en la entrevista. “Para mí, estos programas eran una ayuda para escapar de la dura realidad del mundo; me permitían entrar en el mundo de la ficción durante un rato y reírme de sus personajes graciosos en la pantalla. Atesoro esos recuerdos de mi infancia”.
No por haber crecido dejó atrás la animación: “Siempre me dan ganas de mirar una película de animación, aun de adulta. Hace poco vi Wolfwalkers: Espíritu de lobo, y me encantó esa travesía de dos jóvenes aventureras. Son valientes, son fuertes y quieren proteger a su familia. Esa es la clase de películas que todos necesitamos ver. Sin dudas espero crear películas animadas en Extracurricular”.
Malala Yousafzai celebró con su familia su graduación en a Universidad de Oxford, en junio de 2020. (@MALALA via REUTERS)
Aunque será su debut en la creación de contenidos audiovisuales, Yousafzai se ha probado ya como una hábil narradora de historias, empezando por su libro I Am Malala, en el que recordó las dificultades de haber crecido bajo un régimen que prohibía la educación de las niñas, en una familia cuyo padre era precisamente un maestro de escuela, y desde luego el atentado al que sobrevivió contra todas las expectativas, y que derivó en su pedido de asilo en el Reino Unido.
“Cuando la gente conoció mi historia, se lanzó a ayudar a crear conciencia sobre la educación de las niñas. Y siempre he dejado en claro que mi caso no es uno aislado”, dijo a Apple. Ese poder de la narrativa le despierta ilusión ante su nuevo proyecto: “Creo en contar historias porque ha sido parte de mi vida, ya que mi historia inspiró a mucha gente en el planeta a comprender que no todas las niñas tienen acceso a la educación”.
Yousafzai llega a Extracurricular con la experiencia de Assembly, una publicación digital para niñas y muchachas que ha contado sus relatos de vida en más de 100 países y en 20 idiomas. “Hay muchas razones por las que quise comenzar esta compañía productora, pero quizá la mayor sea que tengo la seguridad de que la narración es una forma potente para despertar conciencia y unir a la gente. Me siento agradecida por la oportunidad de apoyar a mujeres, jóvenes, autores y artistas para que reflejen el mundo como lo ven”.
En su libro I Am Malala, la joven pakistaní recordó las dificultades de crecer bajo un régimen que prohibía la educación de las niñas y en una familia cuyo padre era precisamente un maestro de escuela. (Malala Fund)
Malala —elegida entre las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time— eligió el 8 de marzo de 2021 para anunciar su nuevo proyecto: quiso sumarse así a la celebración del día internacional de la mujer, sobre todo tras un año tan difícil como el del COVID-19, que golpeó muy especialmente a esa mitad del mundo con dos cromosomas X. Su fundación hizo una investigación apenas comenzó la pandemia y halló que que 20 millones de niñas estaban “en peligro de perder su educación” porque “se esperaba que se hicieran cargo de su familia, que ganaran dinero”. Algunas, además, fueron forzadas al matrimonio porque se las veía como una carga para la familia.
“Esta pandemia no es sol crisis sanitaria, sino también una económica”, subrayó a FC. “Afectará muchas de las decisiones sobre el futuro que tomen las familias pobres. Si solo pueden permitirse educar a uno de sus hijos, la realidad es que la mayoría elegirá a un hijo antes que a una hija. Ya sabemos que muchos niños han perdido meses y años de educación, y acaso nunca puedan recuperarlo. No se trata solo de una pérdida para los niños, sino también para la economía mundial”.
Fuente: Infobae