Dos temporadas convirtieron a la familia Addams en una de las más famosas de la televisión mundial. En Latinoamérica no alcanzó con que fueran familia y la serie se llamó Los locos Addams, un subrayado innecesario e incluso contradictorio, ya que la canción en su versión en español los llamaba una familia muy normal. El choque entre los adorables Addams y el resto de la sociedad era el chiste central de casi todos los episodios, donde las personas que los visitaban se encontraban con un mundo delirante que sin embargo resultaba familiar para todos los espectadores. Imposible no quererlos.
Su creador, Charles Addams, empezó a hacer unas viñetas en The New Yorker en la década del treinta. Allí, los macabros y adorables personajes no tenían todavía nombre. Cuando los Addams se volvieron una serie de televisión, el propio autor ayudó a confeccionar los nombres que tendrían cada uno de los protagonistas. Las diferencias de nombres entre los originales y su versión Latinoamérica son notables, pero con el correr de los años se ha intentado unificarlos, con un éxito aún relativo. Es difícil que Homero sea Gómez o que el Tío Lucas sea Fester. Las nuevas generaciones, sin embargo, nunca conocerán esta diferencia.
La serie consistía en breves capítulos donde los Addams desplegaban algunas de sus costumbres contracorriente y luego se enfrentaban a algún visitante exterior. En general la actitud de la familia era abierta, inocente y positiva, el rechazo provenía siempre de los visitantes. El tema de los diferentes discriminados por los supuestamente normales era muy adelantado para la época. La serie supo traficar muchos temas interesantes en su formato de comedia disparatada. Los Addams eran una familia rara pero no disfuncional. Un modelo a seguir aunque no cumplieran con ninguna de las normas que la sociedad consideraba aceptables.
Los visitantes, muchas veces con algún plan para engañar a los Addams, terminaban en un manicomio, dejando sus trabajos, la ciudad o incluso el país. Homero y Morticia, sin embargo, no se daban cuenta de la consecuencias del choque con estos personajes y solían creer que los habían ayudado, no perjudicado de ningún modo. El terror que sentían las visitas por los personajes se basan claramente en prejuicios. Los Addams nunca querían hacerle daño a nadie. El enorme mayordomo Largo, el demencial Tío Lucas, la abuela bruja o el incomparable Tío Cosa son personajes raros pero no son villanos ni mucho menos. Los niños tampoco, aunque tienen la picardía propia de la infancia que aparece en todas las series. Si de infancia hablamos, siempre es una hermosa trivia recordar que el calvo y regordete Tío Lucas era Jackie Coogan, el actor que década atrás interpretara al niño de la película El pibe junto a Charles Chaplin.
A pesar de haber tenido solo dos temporadas y un total de sesenta y cuatro capítulos, la serie nunca fue olvidada. Se hicieron especiales, series de animación y el legado fue creciendo poco a poco hasta que en la década del noventa se hicieron dos largometrajes de gran éxito protagonizados por Raúl Juliá, Anjelica Houston, Christopher Lloyd y Christina Ricci. La prematura muerte de Juliá impidió un tercer film con ese elenco y el cambio de nombres derivó en una película muy inferior. En las películas el mayor cambio fue Dedos, la mano que en la serie estaba en una caja y en las películas se movía libremente por todos lados.
Cuando se hicieron las películas el mundo ya era diferente. La ropa de los Addams ya no era tan rara y sus excentricidades tenían ejemplos en la vida real, en bandas de música, series, cineastas y grupos de adolescentes. No por nada Merlina, interpretada magistralmente por Christina Ricci, se transformaría en la gran estrella del segundo film. El tono no era el de la serie, pero la batalla de la niña contra la cultura ñoña le provocó un verdadero club de fans. Luego de un musical en Broadway los Addams volvieron con dos películas animadas para chicos. Los dibujos respetan los conceptos de su creador, Charles Addams, basta ver los dibujos originales y compararlos con la versión en colores. Pero la historia no termina allí.
La confirmación de esa vigencia está en la serie que está preparando Tim Burton sobre la adolescencia de Wednesday, confirmando el interés por este personaje. El director deEl joven manos de tijeray Ed Wood tiene una filmografía muy cercana al universo de Los Locos Addams, pero cuando se hicieron las películas su carrera estaba muy por encima de una remake o una adaptación. Años más tarde, ya en otro momento de su trayectoria, Tim Burton ha hecho solo remakes y adaptaciones, por lo cual no es raro que ahora sí se acerque a los Addams. Sin embargo se trata de un material diferente, concentrado en un personaje. Como sea, es una buena noticia que ambos mundos se crucen.
En el 2021 contar la historia de una chica dark diferente a todos tiene un riesgo nulo, es casi una obligación, pero cuando se hizo la serie la propuesta tenía cierto riesgo. Tal vez por eso duró solo dos temporadas, aun cuando a partir de allí se transformó en un programa de culto. La normalidad ya era puesta en duda y el público entendió que la locura no era lo que definía a los Addams. Eran raros, excéntricos, pero se querían mucho, formaban una gran familia. Y además, Homero y Morticia eran un matrimonio apasionado con una clara carga sexual, el único en la televisión de aquel momento. Incluso en eso los Addams fueron diferentes a todo. Por eso aún hoy siguen siendo objeto de revisión y afecto.
Fuente: Infobae