Así con tantas ansias esperamos el desarrollo de la tercera temporada de la serie más vista de la plataforma en habla no inglesa.
Esta vez el escenario transcurre en América y Asia. Cada uno de los ladrones emprendió un viaje fuera de Europa siguiendo los consejos del líder de la banda, El Profesor, o Sergio Marquina, su nombre real.
En la trama reaparecen Tokio, Río, Helsinki, Nairobi, la ex inspectora Murillo (ahora apodada Lisboa), acompañada por su hija y su madre; así como Denver y Mónica (ahora Estocolmo), con el pequeño niño nacido de la historia clandestina que la ex secretaria de Arturito tuvo con su jefe. Cada uno disfruta del dolce far niente, pero a este grupo de delincuentes esa vida les resultaría aburrida.
El tráiler oficial de la tercera temporada de «La Casa de Papel» (Netflix)
Ya pasaron dos años del atraco y de vivir en la clandestinidad y, en el caso de Tokio, esta vida rutinaria parece no generarle más nada. Su viaje hacia la ciudad de Panamá y la comunicación que establece con Río a una isla paradisíaca es el comienzo del conflicto. Él es secuestrado por fuerzas que desconocemos a quién pertenecen, y la banda decide reunirse. Nuevamente se planea otro robo. En este caso al Banco de España. El grupo se reencuentra y El Profesor vuelve a dar las directivas de lo que se supone es un plan perfecto.
Lo mejor:
El personaje de Berlín (Pedro Alonso) había sido uno de los más interesantes de las dos temporadas anteriores. Era un hombre complejo y amoral que generaba discordia en el grupo. Y al tener fecha de muerte por su enfermedad, adoptaba una actitud de desfachatez que lo hacía un personaje arriesgado en cada una de sus decisiones. Por eso el hecho de haberlo rescatado para esta temporada enriquece muchísimo a la trama. Aunque para entrar en contacto con él, debemos viajar al pasado, Berlín, o Andrés como lo menciona su hermano, regala los mejores momentos de actuación.
Y de la mano de Berlín se incorpora otro personaje: Palermo, interpretado por Rodrigo de La Serna, con la sutileza propia de un actor dúctil y versátil como lo ha hecho a lo largo de su carrera artística. Palermo le otorga lo que le faltaba a esta banda para funcionar: un nuevo líder, carismático y generador de los mejores momentos de interacción entre cada miembro.
La música vuelve a ser protagonista en esta temporada. Recordemos el impacto que tuvo la canción partisana «Bella Ciao» en los viejos capítulos. Y cada uno de los temas que escuchamos propicia el clima para la escena correspondiente.
Nuevamente uno de los atractivos más fuertes de La Casa de Papel es el plan maestro que piensa e ingenia, en este caso, El Profesor junto a Berlín y Palermo. La perfección y coordinación de cada uno de los movimientos de la banda vuelven a impactar por su falta de improvisación y por la alternativa a un plan B en caso de que todo salga de la peor manera.
Lo peor:
Tal vez algunos de los puntos más flojos sea cómo algunos miembros de la banda decidieron tomar este camino alejado de sus vidas de ciudad, de un día para el otro, sin sufrir ninguna consecuencia. Cuesta mucho pensar cómo la inspectora Murillo mudó a su familia al medio de una isla para vivir su sueño de clandestina. O cómo Mónica termina teniendo a su bebé en un hospital perdido de un país en el que no hablan su idioma, alejada de todo por seguir una historia de amor con su secuestrador.
También resulta inverosímil que todos los miembros de esta banda hayan construido un vínculo tan fuerte durante el primer robo que les genera la necesidad de arriesgar todo para buscar a Río, salvo a Denver.
Para quienes disfrutaron de las primeras temporadas se van a encontrar con un planteo muy similar. Pueden resultar reiterativas y hasta previsibles muchas de las decisiones que se van tomando, y algunas actuaciones parecen caer en tonos y miradas muy poco creíbles en una conversación entre ladrones.
Para bien o para mal, La Casa de Papel quiere seguir regalándonos historias de robos. Y por eso ya se confirmó una cuarta temporada donde los ladrones más queridos de los últimos tiempos se calzarán el overol rojo y la máscara de Salvador Dalí para seguir robando con el objetivo de entretener a los espectadores hambrientos de nuevas aventuras.
Fuente: Infobae