“El otro día estaba pensando que hice Montaña rusa durante dos años porque cuando me ofrecieron hacer el tercero dije que no; después íbamos a hacer un tercer año de Ser urbano y también dije que no y lo mismo sucedió con Todos contra Juan. Es la primera vez que voy a hacer una tercera temporada de algo porque siento, lamentablemente, que la situación no está mejor ahora que hace dos años. Cuando empecé con Seres libres nos escribían 500 personas por día pidiendo ayuda y hoy nos escriben 1000. Es más un servicio que un programa de televisión porque además hay una plataforma y una página de internet (www.sereslibres.org). Es un compromiso, no un trabajo y por momentos es dificilísimo porque es muy agotador. Estoy conectando ayuda con necesidad y seguimos porque no hay otro programa que hable específicamente de adicciones”, reflexiona Gastón Pauls, que este viernes, a las 22, vuelve con la tercera temporada de su programa por Crónica TV. Y adelanta que la primera invitada es Dalma Maradona “contando cómo fue acompañar a un padre adicto, cómo lo vivió como hija”.
En una charla con LA NACION, Pauls abrió su corazón y habló de su adicción a las drogas, recordó el día que decidió dejarlas y aseguró que no va a permitirse volver a perder la esperanza, la fe y la confianza.
-Decís que Seres libres es un programa de servicios, pero además lo hacés desde tu propia experiencia y ese es el plus…
-Los adictos sabemos dónde estuvimos y no se lo deseamos a nadie porque realmente es el infierno. Muchas veces se opina de oído sin saber qué es la enfermedad. Hace muchos años, la Organización Mundial de la Salud la declaró enfermedad pandémica porque está en todos lados. Con las adicciones se opina sin saber y eso no se hace con otras enfermedades. Es una patología, una enfermedad que no tiene cura y es muy compleja. Un alcohólico puede pasar cuarenta años sin beber, pero toma un vaso y la adicción vuelve. Lo mismo sucede con el que fuma y con el adicto a la comida. Este año vamos a hablar de drogas, alcohol, comida, juego y porno, que hoy es la adicción número uno en el mundo porque la tenés hasta en el celular. Con todo lo que conlleva eso, negocios, sometimiento, una gran explotación porque no sabemos de dónde viene lo que vemos. La tecnología también es una adicción. La pandemia dejó una situación mental complicada y mucha gente acude a adiciones para calmarse.
-¿Cómo fue ese mano a mano con Dalma Maradona, que se verá en el primer programa de esta temporada?
-Para mí fue hablar con una amiga, con una integrante de una familia a la que amo y a la que estoy muy agradecido de por vida por un montón de gestos que tuvieron conmigo en momentos muy difíciles de mi vida. Conozco a Dalma, sé de su inteligencia, ovarios, dignidad y lucha. Fue hermoso poder compartir esa charla por la confianza que me regaló y fue enorme porque nunca es fácil hablar del dolor y de alguien que además no está. Lo hicimos con mucho respeto porque tambien amo a Diego. Creo que fue la mejor manera de arrancar un programa que seguramente le traerá mucha bendición y ayuda a familias que están en pleno consumo. Agradecidísimo con Dalma y su familia, por siempre.
-No es fácil hablar de adicciones porque todavía es un tema tabú…
-Es verdad. Nadie veía el proyecto hasta que conocí a Gerardo González y su productora Wolf. Invitamos a políticos de todos los colores, desde Mauricio Macri hasta Alberto Fernández y todavía los estoy esperando. Esto es transversal porque se mueren los de derecha y los de izquierda, judíos, católicos, ricos, pobres, gays, heterosexuales. Hay mucho desconocimiento y desinformación y la última campaña de prevención que hubo en nuestro país fue la de Fleco y Male del doctor Miroli, hace 26 años. Nunca más hubo una campaña y pasaron muchos presidentes y nadie hizo nada. Hay mucha energía puesta en Seres libres, recibimos muchos pedidos de ayuda y es muy difícil.
-¿Cómo hacés para descargar toda esa energía de cada programa, de cada historia?
-Soy un tipo que también manejo mis propios fantasmas y dramas. Los mensajes que recibo son tremendos, un día me escribió un tipo con una soga al cuello diciéndome que se iba a matar, que necesitaba ayuda. Y yo siempre me pregunto qué hago, cómo contengo porque no soy un especialista. A veces no llego a responder todos los mensajes. Voy a los grupos anónimos y canalizo allí, comparto lo que me pasa. Es nuestra experiencia duramente adquirida. Es un trabajo diario.
-¿Cuántas veces vas a esos grupos?
-Hay gente que va a tres, cuatro, cinco grupos por día porque cuando recién arrancás tenés que cortar con la compulsión. En este momento trato de hacer un grupo virtual todos los días y presencial una o dos veces por semana. Hace 6 o 7 años que doy charlas sobre adicciones, al principio de una forma más esporádica, pero el último año debo haber dado 70. La idea del programa es poder llegar a más gente. Me invitaron a dar la primera charla a un barrio muy humilde y me daba vergüenza contar mi historia porque no sabía cómo lo iban a tomar. Arranqué diciendo: “Soy Gastón, adicto en recuperación, consumí porro, merca, alcohol”. A los minutos había pibes de 10 años y padres llorando en el fondo.
-¿Recordás cuándo decidiste dejar de consumir y por qué?
-El 29 de diciembre de 2007 arrancó mi recuperación. Fue mi segundo nacimiento. Había pasado cinco noches sin dormir, sentía que me moría, le pedí ayuda a Dios. Yo no creía en nada y le dije: “Loco, si existís dame una mano, haceme dormir porque no sé cómo salir de este infierno”. Me dormí después de más de 120 horas de estar despierto encerrado en mi habitación y a los dos días le pedí ayuda a Agustina (Cherri, por entonces su pareja), que transitó todo el 2007, pobrecita, viendo a un adicto porque nadie te prepara para eso. Agustina me contactó con una especialista que me guió y ahí entendí que yo tenía una enfermedad y no era un tema moral. Ves que te estás haciendo mal a vos y a otros, pero no podés parar y te prometés y te jurás no volver a consumir y a los dos días lo estás haciendo de nuevo, y cada vez cargás con más culpas y destrucción.
-Agustina te ayudó y siguió a tu lado entonces…
-Sí, y después vinieron mis hijos, como un regalo de Dios. Muna nació el 14 de marzo de 2009, cuando yo tenía un año y medio limpio, y Nilo, el 29 de diciembre de 2011, el mismo día que yo dejé de consumir, cuatro años después. Festejaba mis cuatro años limpio cuando llegó Nilo. Me alegra que mis hijos me hayan podido ver así. A veces les cuento lo que yo era porque es parte del camino. Muna es adolescente y yo no le prohíbo nada, que pruebe y experimente lo que quiera, pero siempre sabiendo donde está la responsabilidad.
-¿Qué pasó en estos años? ¿Tuviste recaídas o pudiste sostener la voluntad de no consumir más?
-Es un trabajo diario. Sé que si me tomo una cerveza, van a ser dos porque el adicto no tiene un punto medio, no tiene límites y lo hacés a pesar de que sabés que te hace mal. No hay lógica, es una enfermedad. Hoy puedo decir que estoy bien, día a día. Cada mañana me levanto, agradezco a Dios un día más y me digo: “Solo por hoy”. Lo aprendí a medida que fueron pasando los años. Voy a grupos anónimos donde vi gente que llevaba 15 años limpia, recayó y se murió. Aprendí que no me puedo confiar en que ya está.
-Decías que no creías en nada y empezaste a creer en Dios, ¿es importante la fe?
-Sí, veo los resultados y lo que me pasa cuando mi ego me dice: “Esto es solo por vos”. La fe también es un día a día cuando estás en medio de la oscuridad como yo estuve. Mucha gente que no creía, empieza a creer porque en tu hora más desesperada y al borde de la muerte o el suicidio, en ese momento algo te dice: “Perdido por perdido, le hablo a algo más” y puede ser Jesús, Mahoma, la Pachamama, el sol o el universo. Creés porque lo necesitás. En general, todos los que llegamos a ese lugar lo hacemos por la esperanza de que haya algo más y por fe. Como adicto perdés la esperanza, la fe y la confianza en vos. Es todo un proceso hasta que te das cuenta de que podés vivir sin eso. Son tres palabras que me costaron un montón recuperar y no las voy a tirar a la basura por un vasito de alcohol o un gramo de nada.
-¿Te perdiste muchas cosas en esos momentos oscuros de tu vida?
-En el consumo se pierden momentos y son buenos y malos, pero te los perdés porque la cocaína, por ejemplo, bloquea al alma y no estás ahí. Te quedan recuerdos borrosos u oscurecidos por esa sustancia.
-Cumpliste 51, ¿podés decir que hoy te sentís pleno?
-Totalmente. Una vez una señora en la calle, se me acercó y de la nada me dijo que iba a vivir 100 años, así que ya pasé la mitad de mi vida.
-¿Estás en pareja?
-He tenido parejas desde que me separé de Agus, en 2014. Tuve parejas que me acompañaron. Agus vivió el primer año de mi consumo y después gracias a Dios vivió seis años de Gastón limpio y mis parejas posteriores vieron a un Gastón sin necesidad de drogas. Ahora estoy solo, llevando adelante mis proyectos y disfrutando a mis hijos y me encanta.
-¿Qué pasa con el actor? ¿Está postergado o hay proyectos?
-Acabo de terminar una serie que se estrena en junio en Amazon Prime Video y se llama Barrabrava. Grabamos el año pasado en Uruguay y ya sabemos que habrá una segunda temporada. También hice una película que se llama Lennons que dirige José Cicala y es la historia de un representante muy bizarro de los años ‘80, que representa a dobles y tiene que hacer un esfuerzo muy grande para encontrar parecidos hasta que un día descubre a uno que es igual a John Lennon. El que hace de Lennon es su doble más groso del mundo y es argentino y se llama Javier Parisi. La película es muy interesante. Por otro lado, escribí cuatro guiones de películas y tengo ganas de dirigir uno, desde hace muchos años.
-Sería tu debut como director…
-Sí, pero lo llevo muy tranquilo. Me encantaría algún día dirigir una película.
-Hace un tiempo contaste que no creés que el hombre haya llegado a la Luna en 1969 y que apoyás la teoría que asegura que la Tierra es plana, ¿por qué?
-No quiero hablar porque siempre me pegan, pero lo voy a explicar con un ejemplo. Hace unos años hice un ciclo que se llamaba La otra verdad en el que hacía falsas entrevistas a actores: Agustina Cherri actuaba que era adoptada; mi hermano Nico Pauls que tenía una relación con el HIV; Mirta Busnelli hacía que era una adicta a las pastillas, y Florencia Raggi, alcohólica. Al final del programa aparecía una placa que decía que eso no era real y yo quería probar que estamos en la era en la que todo es editado, podés segmentar un pedazo y queda eso. Este mundo está repleto de fake news y manejadas algunas desde lo más alto del poder. Lo atractivo -y hago siempre un esfuerzo por explicarlo- es que cada uno tiene que investigar su verdad. Estamos en la era del cortar y pegar. Lo único que dije es que quiero investigar porque además así aparecieron los grandes filósofos. No niego ni asevero nada y como dijo algún sabio de la humanidad: “Solo sé que no se nada”. Y la manera de saber un poco más es investigando, preguntando y no copiando y pegando.
Fuente: Liliana Podestá, La Nación