Florencia Peña: el precio de la fama, su amor-odio con Moni Argentino y cómo la afectó haberse expuesto políticamente – María Bessone
Todavía no ha comenzado formalmente la temporada teatral veraniega de Mar del Plata –algo que suele suceder a partir de Navidad, cuando la mayoría de las compañías porteñas estrenan sus obras–, y Florencia Peña ya ha conquistado, por derecho propio, la pole position que le augura un cómodo primer puesto con Mamma mía!, la célebre comedia musical que la tiene de protagonista, cuando arranque la carrera por conquistar el favor del público en la taquilla de aquí a marzo.
Es que al largar, como la primera adelantada, con las representaciones el viernes 6 de diciembre, casi para una platea estrictamente marplatense, este es el tercer fin de semana consecutivo que Peña recoge aplausos en la Ciudad Feliz de los “precios amigables” de Carlos Rottemberg que, en esta previa de la temporada, permite sumar a los precios de las entradas por debajo de la inflación y pagaderas hasta en seis meses sin intereses por una promoción bancaria, un descuento del 50% que finalizará cuando Papa Noel haya pasado.
Tanto esfuerzo por poner el valor de los tickets a tiro de los sufridos bolsillos de los espectadores no ha sido en vano. Entre los dos fines anteriores y el actual se calcula que Mamma mía! habrá vendido ya unas ocho mil entradas, lo que equivale a triplicar la cantidad de espectadores respecto de diciembre del año pasado, cuando, además, la temporada arrancó más tarde por el cambio de gobierno.
La actriz suma otra ventaja: viene de hacer esa obra el verano último en Villa Carlos Paz y de representarla en el teatro Coliseo, de Buenos Aires, lo que garantiza una versión muy sólida y consolidada, tan es así que hasta se permite avanzar y mostrar imágenes de su próximo trabajo en el género musical: Pretty Woman, que se verá a partir de mayo, en el teatro Astral, en la capitalina avenida Corrientes.
Florencia Peña pasó por el ciclo LA NACIÓN+cerca Protagonistas, exclusivo para suscriptores y respondió las preguntas de los lectores del diario, varias de las cuales se reproducen en este artículo.
Peña repasó su extensa y exitosa carrera que comenzó en Festilindo, cuando tenía siete años, y que acumula grandes éxitos televisivos como Son de Diez y Casados con hijos, y en teatro, Sweet Charity y Cabaret, entre otras obras. Hoy, con 50 años redondos recién cumplidos, la actriz alterna sus presentaciones en Mar del Plata con la conducción en Buenos Aires del programa Cantando 2024, que culmina a fines de mes, lo que la obliga a ir y venir de una ciudad a la otra para cumplir con sus obligaciones.
También hubo espacio durante la entrevista para abordar temas más polémicos, como la etapa, ya superada, en la que se mostraba como ferviente militante del kirchnerismo; la controversia por su participación en una promoción de sitios ilegales de apuestas y el tema de las fotos hot.
A continuación, las partes más sustanciales de ese diálogo:
-Sos actriz, número uno del género musical, conductora de magazines y big show, capocomica, polemista, ¿qué más sos, Florencia Peña?
-Soy muy curiosa y no me gusta encasillarme. No creo en que deba ser una sola cosa. Por eso siempre estoy buscando. Quizás no sea la mejor estrategia desplegarse tanto, pero yo soy feliz haciendo muchas cosas que me encantan.
-Ante todo, danos un parte de salud familiar, porque les viene pasando muchas cosas.
-Yo me quebré de vacaciones el quinto metatarsiano. Ramiro [Ponce de León, su marido] terminó con un marcapaso por una arritmia, pero está bien y yo me operé los ojos y estoy bien.
-¿Qué te privaste de hacer por tu fama?
-Cuando era chica, no podía ir a los cumpleaños de mis amigas porque yo trabajaba. Cuando estoy haciendo musicales no puedo salir mucho a la noche porque tengo que cuidarme la voz. Cuando viajo al exterior, hago cosas que acá no puedo, como sentarme a tomar un café y leer un libro en algún bar lindo o caminar, que me gusta mucho, pero acá no lo hago porque la gente me mira, se acerca, me pide una foto y no siempre tenés ganas.
-En las mujeres el humor no se da tan fácil como en los hombres, quizás sí un poco más en los últimos años hay varias exponentes, pero antes la mujer era el objeto decorativo y de burla del actor cómico del teatro revista.
-He percibido siempre como muy machista al hombre a la hora de reírse. Le cuesta mucho admitir que una mujer lo haga reír. Nunca me olvido de la frase de un hombre en la calle que me dijo: “Me hacés reír mucho y eso que sos mujer”. En eso me ayudó Guille [Guillermo Francella] que me dio muchos espectadores masculinos. Yo me di cuenta que podía dedicarme al humor y hacer payasadas, sin que me diera vergüenza. Tiene mucho que ver con conectarte con tu niño interno. Entonces salís a jugar y eso te da placer. Además, yo me río mucho de mí misma. Tenés que estar suelta para salir a hacer humor, porque si no, todo se vuelve en tu contra.
– Sin embargo, cuando llevaron al teatro con tanto éxito Casados con hijos, Érica Rivas no pudo ser de la partida porque ya no estaba de acuerdo con ese tipo de humor.
-Creo que ella sintió que no estaba para ese humor y me parece respetable. Quizás después hubo algunos malos entendidos. Érica es una gran actriz y me parece que ha hecho un personaje maravilloso dentro de la serie. De hecho era la antagonista del personaje de Pepe Argento. Cuando llegamos al teatro había mucha emoción de varias generaciones. Fue algo muy fuerte. Mirá que yo soy una mujer querida y odiada pero, como siempre digo, Moni Argento es unánime. Cuando entraba a escena y veía todo relleno, con la gente gritando, yo me decía: “Esto lo tengo que atesorar mucho porque no sé cuántas veces me va a pasar”. Moni es un personaje que quiero y también con el que estoy peleada a veces, porque de hecho elegí no ser solo Moni. Pero, bueno, Moni es alguien muy especial para la gente y tengo que agradecer eso. No le pasa a todos los actores y actrices en la carrera que encuentren un personaje que la gente quiera tanto.
-Hacés de todo, pero siempre volvés al musical…
-Empecé cantando y bailando. Siento que ahí vuelvo a ser la Florencia de los siete años cuando yo realmente sentí una pulsión muy fuerte por la actuación, el canto y el baile. Siempre le agradezco a mi madre que sintió mi deseo y me bancó para que empezara de chica. Yo soy feliz en el escenario. Por más que hice mucha tele, me siento una actriz de teatro. He hecho muchas obras de texto, pero cuando vuelvo al musical no puedo expresarte lo que me pasa porque es algo que que me da muchísima felicidad. El teatro sigue siendo el eje central de de mi vida artística. Hoy soy feliz haciendo teatro, subiendo al escenario.
-Ricky Pashkus te convocó para el protagónico de Mamma mía! pensando que no agarrarías y vos ni lo dudaste…
-Yo elijo en términos de cómo la voy a pasar, si realmente tengo algo nuevo para dar, si en ese lugar hay algo distinto que pueda sucederme. Y fue inmediato que acepté hacer Mamma mía!. De hecho, venía pensando qué iba a hacer después de la adrenalina de Casados con hijos en el teatro. Me habían ofrecido un montón de obras de texto, pero ninguna me había parecido que era un desafío para mí. Yo me imaginé que podía ser Donna [el personaje central de Mamma mía!], pero no creí que me iba a interpelar como me interpeló. Es que es una obra matriarcal y feminista, que la hizo en cine nada más y nada menos que Meryl Streep. Habla de una madre soltera, una mina que prefirió estar sola y bancársela antes de tener al lado a un tipo que no quería. Si bien yo no fui madre soltera, me parece que hay algo de esa maternidad que me interpela. Fui madre muy joven de mi primer hijo, que no esperaba y tuve con un DIU. Después llegó Juan y, de repente, la maternidad encajó en lugares medio extraños de mi profesión, porque yo siempre fui una gran laburadora y lo sigo siendo. Hay algo de esa maternidad de Donna que, en este momento de mi historia personal y que acabo de cumplir 50, siento que hoy está en un lugar preponderante de mi vida. Hoy la maternidad es el lugar donde me encuentro más genuina. Donde no tengo que pelearme ni estar a la defensiva como en mi profesión. Siempre estuve a la defensiva un poco por mi personalidad y por los pensamientos que tengo. No me ha sido fácil, porque cuando pueden, me dan. En cambio con mi familia, en mi casa, soy libre de ser como quiero ser sin que nadie me juzgue y donde yo me siento la mejor Florencia. Donna me conectó un poco con ese rol de madre.
-Vas y venís de Mar del Plata a Buenos Aires por la obra de teatro y la conducción del Cantando, pero de pronto también te vemos por Instagram en Salta. ¿Dónde vivís?
-Tengo una casa en Salta muy hermosa [su marido es oriundo de esa provincia], que nos hicimos en la precordillera, en San Lorenzo, en un lugar que se llama La Aguada, que es un refugio muy hermoso que tiene agua y montañas; tenemos nuestra casa de Palermo y además tenemos una casita en Escobar.
-¿En qué quedó el tema de las promociones que hiciste del sitio de juegos?
-Caí en la trampa de hacer solo dos historias de algo que creí que era un jueguito online. La verdad es que no estaba enterada de todo este trasfondo de juego ilegal. Obviamente no solo no lo hice más, sino que además estoy en contra del juego en general. No soy una mina que hace cosas ilegales, así que, cuando me enteré, no fue una situación muy divertida para mí.
-¿Y ya no seguís con las fotos hot?
-Fue una época en que me agarró ganas de decir que con mi cuerpo hago lo que quiero, en contra de que las mujeres grandes tenemos que ser de determinadas maneras. Yo tengo la edad que tengo y quiero mi cuerpo. Pero después se me pasó. La verdad es que siempre soy honesta con mis necesidades.
-Como cuando eras mucho más chica, en la época de Son de Diez, que decidiste operarte porque sentías que las lolas te estaban tapando…
-Fue muy fuerte lo que pasó en ese momento. Era la lolita de la época. Tenía 17 años y sentí que nunca iba a ser una actriz considerada. Era mucha carga para mí. No era algo que me hiciera bien. Había arrancado con querer ser artista y formarme, estudiando canto, baile y teatro, pero de repente estaba envuelta en una situación absolutamente erótica y sexual. No me gustó. Me decían “corchito erótico” cuando era chica, porque aunque bajita, siempre fui muy voluptuosa, mucha teta y mucho culo. Quizás hoy con la cabeza que tengo, con la experiencia, con todo lo que he atravesado, con la templanza y la resiliencia en un montón de cosas quizás no me hubiera operado, pero en ese momento no era la que soy yo ahora. Cuando el médico me lo permitió me operé y me saqué dos pesos de encima literal y metafóricamente hablando. Pero bueno, después me tuve que bancar que dijeran que operada de las tetas ya no iba a trabajar más. Y de hecho me costó un montón. Empecé a producir porque no me llamaban. Ahí me hice productora.
-¿Obtuviste algún rédito económico de los gobiernos kirchneristas, incluido el último, o actuaste solamente por convicción política?
-Me han dado vuelta todo lo que han podido. Si me hubieran encontrado algo, ya estaría clavada en la plaza de hace muchos años. Yo fui genuina y honesta con lo que sentía en ese momento. Después, la pregunta que me hice es si eso valió la pena o si algo de eso cambiaría. Sigo teniendo el mismo pensamiento, pero creo que lo que le cambiaría es el protagonismo que eso tomó en en mí. En ese momento yo creía en eso y lo defendí mucho. Me la jugué y me la sigo jugando. Pero no lo haría nunca más de esa manera. Las personas que estamos expuestas no tenemos por qué no decir lo que pensamos pero también se trata de ser respetuosos con el que piensa distinto y nunca hablar desde el lugar de la verdad.
-¿Qué te pasó con la parte del público que no profesa tus ideas políticas?
-Me los volví a ganar, porque si no no llenaría teatros. En el último tiempo entendí, porque la gente me lo dice, que pueden diferenciar conmigo. “No estoy de acuerdo con tu pensamiento político, pero me encanta lo que hacés y te vengo a ver al teatro”, me dicen. Siempre me ilusionó que haya un Estado presente para la gente que lo necesita, la idea de tener una Argentina más justa. Nunca me ilusionó el libre mercado. No tengo el pensamiento de este Gobierno, pero respeto y quiero que a la Argentina le vaya bien. Sería muy estúpido querer que nos vaya mal. Vivo acá, no me voy a vivir a ningún otro lado y no quiero que mis hijos se vayan. En un momento hubo un proyecto que me ilusionó y que me hizo sentir que yo era parte, pero eso ya pasó. Estoy en otro momento. No quiero que la gente sienta que tiene que pensar como yo. Pueden querer mi parte artística, que es linda y que tiene mucha formación, y no querer mi parte ideológica. Y está todo bien. Yo vivo y convivo la vida con gente que no piensa como yo. Los gobiernos pasan; quedan los artistas, como decía Enrique Pinti.
Fuente: Pablo Sirvén, La Nacion