Karlos Arguiñano: «Durante los años que estuve en la Argentina pasé a formar parte de muchos hogares. Era uno más de la familia»
Corrían los últimos años de la década del 90 cuando Karlos Arguiñano logró que todos los días al mediodía miles de argentinos le hicieran un lugar en su cocina. Para ese entonces, él ya había sido acreedor de una estrella Michelín. Sin embargo, su estilo estaba lejos de los protocolos: desfachatado y divertido, entre chiste y comentarios enseñaba de una manera simple sus mejores recetas caseras. A 25 años de la última emisión de su programa en Argentina (Arguiñano en tu cocina), el renombrado chef habló sobre su recuerdo del país y su presente profesional y personal en Zarautz (una localidad española autónoma del país vasco a 440 kilómetros de Madrid, famosa por su costa) junto con Luisi, su mujer desde hace medio siglo, sus 7 hijos – Eneko, María, Zigor, Karlos, Martín, Joseba y Amaia- y sus 14 nietos.
—¿Cómo estás en la actualidad en lo laboral?
—Estoy metido en bastantes cosas, pero mi labor principal es la que desempeño como cocinero y presentador en la televisión. [Es dueño del hotel KA en Zaarautz y conduce Cocina abierta].

—Mucho antes que la cocina, fuiste chapista, ¿cómo fue la decisión de ir por la cocina? ¿Tu familia te apoyó? Pregunto porque por ejemplo en la Argentina en esos años no había escuelas de cocina.
—Yo trabajaba en la CAF (Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles) ajustando las puertas de los trenes. Un día un inspector preguntó a ver quién era el que ajustaba las puertas. Yo respondí rápidamente y sabes lo que me dijo: “Pues que sepas que las puertas se abren en las curvas”. Después de eso, intuí que ese no era mi lugar. Al poco tiempo apareció en el periódico que en Zarautz iban a abrir una escuela de cocina. Lo consulté en casa y me apoyaron, pero también me dijeron que no iban a poder ayudarme económicamente.
—¿Cómo llegó la televisión a tu vida?
—En una cena entre amigos, alguien me comentó que si hiciera un programa de chistes sería un gran éxito. Yo respondí que de chistes no, pero que si fuera de cocina, estaría encantado. Alguien de aquel grupo tenía contactos, preparamos un programa piloto, gustó y arrancamos.
—Entre 1996 y 2000 viniste a hacer tu programa a la Argentina, ¿cómo fue la propuesta?
—Valoramos varias televisiones de América Latina y pensamos que donde mejor íbamos a encajar era en la Argentina. Fue todo un acierto. La verdad es que disfruté mucho. Normalmente, grabábamos (a meses alternos) de lunes a jueves. Los jueves organizábamos excursiones por el país para conocer diferentes lugares y familiarizarme con sus gentes. ¡Una experiencia vital para no olvidar!
—¿Cómo era la relación con el público argentino? ¿Van argentinos a tu restaurante?
—Era muy agradable. Durante los años que estuve en la Argentina pasé a formar parte de muchos hogares. Era uno más de la familia. A día de hoy, muchos argentinos siguen viniendo al restaurante.
—¿Te gustaría volver a hacer algo acá?
—No estaría mal… [risas].
—¿Por qué terminó?
—Las cosas empiezan, pero también acaban. La vida es así.
—Volviendo a tu profesión, ¿cómo definirías tu cocina actual?
—Es una cocina casera sana, equilibrada y fácil de elaborar.

—¿Tuviste durante mucho tiempo estrella Michelin, ¿cómo fue el día después? ¿La TV tuvo que ver con la decisión de los críticos? Si es así, ¡volverías a elegir el camino de la TV?
—El motivo no lo sé, antes de la estrella Michelín, yo hacía las cosas a mi manera, cuando me la dieron, seguía haciendo las cosas a mi manera, y cuando me la quitaron, más de lo mismo. No creo que me corresponda a mí responder sobre las decisiones de los demás. Y respecto a mi elección sobre seguir el mismo camino, te diré que sí. La televisión me ha dado muchas satisfacciones y hoy en día, sigue dándomelas.
—¿Cómo sigue tu 2025?
—Trabajando. Va estupendamente. Me siento bien a todos los niveles. Y en lo personal, estoy en pareja con Luisi, la mujer con la que me casé hace más de 50 años. Vivimos en Zarautz y tenemos 14 nietos.
De tal palo… tal astilla

Padre de siete hijos, Eneko, María, Zigor, Karlos, Martín, Joseba y Amaia, solo uno de ellos decidió no seguir sus pasos. En televisión, a Karlos lo acompaña Joseba, quien en diálogo con este medio contó cómo es trabajar con su padre y llevar el apellido Arguiñano y recordó su primera incursión en la pantalla cuando era solo un niño.
—Casi todos siguieron el camino de tu padre.
—Cocinan todos bastante bien y, de hecho, la mayoría están trabajando en el restaurante del Hotel. Yo he tomado más el camino de la televisión.
—¿Cómo decidiste que tu camino era la cocina?
—En la adolescencia no fui muy buen estudiante y en casa me dijeron eso de “o estudias o trabajas”. Entonces empecé a trabajar en lo que siempre había visto, me empezó a gustar e interesar y ¡aquí estoy! Empecé junto a mi tía Eva en la partida de postres, luego ella se fue a la escuela y me la quedé yo. Hasta que un día me proponen en ETB (televisión local) la posibilidad de un programa. Una cosa ha llevado a la otra.
—¿De chico acompañabas a tu papá a sus trabajos?
—No, nosotros teníamos que ir al colegio. Le veíamos por la tele. Alguna vez nos ha llevado a ver cómo era la tele por dentro, pero lo normal, como en cualquier familia era mis padres a trabajar y nosotros al colegio. Pero bueno, podéis ver ese día que os comento en algún video que anda por redes en el que hago unos huevos [risas].

—¿Pesó el apellido o es una ayuda? ¿Cómo se llevan trabajando juntos?
—El apellido pesa para bien. Yo estoy muy orgulloso de ser un Arguiñano porque la gente nos quiere mucho.
—¿Quién cocina cuando hay una reunión familiar?
—Cocinamos entre todos. Es una costumbre que tenemos desde que éramos pequeños y ahora, la mantenemos con nuestros hijos. Cualquier domingo nos juntamos para comer 20: los pequeños bolean la bechamel de las croquetas, otros las empanan, otros fríen, dependiendo de la edad, te toca una cosa u otra. Pero todos tenemos que participar.
—Bueno, eso es lo lindo de la cocina, compartir momentos. ¿Qué recordás de la época en la que tu papá trabajaba en la Argentina? ¿Lo acompañabas, viniste?
—No le podíamos acompañar de forma habitual porque teníamos que ir al colegio, pero él estaba un mes en Argentina y otro aquí. El mes que estaba aquí pasábamos mucho tiempo juntos y el otro pues… le veíamos por la tele. Mientras estaba allí, aquí también se estaban emitiendo sus programas entonces, le veíamos todos los días. Eso sí, recuerdo perfectamente una Semana Santa que fuimos a visitarle porque teníamos vacaciones. Estuvimos en Bariloche y me acuerdo de una trucha enorme que pesqué en el Lago Nahuel Huapi. ¡Qué bonito todo! ¡Tengo pendiente volver!
—¡Ojalá! ¿Cómo sigue tu 2025?
—Muy bien. Tengo mi programa diario en ETB (televisión autonómica vasca), Sukalerrian. En Antena 3 estoy con mi padre y con mi tía Eva, en Cocina abierta de Karlos Arguiñano. Además, intento sacar tiempo para mis hobbies: surf, show, mis abejas y por supuesto, la familia. En diciembre he sido padre de mi tercer hijo y esto lleva mucho tiempo.
Fuente: La Nación.