Sin tiempo para morir, la última película en la saga de James Bond, que arrancó en la década del ‘60, se estrenará por fin a fines de septiembre. Por culpa de la pandemia, su lanzamiento proyectado para abril del año pasado tuvo que ser postergado aun cuando se la había promocionado y todo (Billie Eilish lanzó la canción principal, por ejemplo).
La sensual elegancia de Sean Connery, el cinismo de David Niven, la poca convicción de George Lazemby, la picardía de Roger Moore, el cálculo y la distancia de Timothy Dalton, el hedonismo de Pierce Brosnan, la seducción implacable de Daniel Craig: cada una de esas características que distinguieron a cada agente 007 se torna una personalidad envidiada por unos y atractiva para otros.
Cada uno podrá elegir su James Bond favorito y, a partir de ahora, imaginar el próximo, porque está casi confirmado que Craig se bajará de la franquicia.
Sean Connery, el Bond más sofisticado, el de la Guerra Fría.
1. Sean Connery (1962-1983)
En sentido estricto, el primer James Bond de la era del audiovisual fue el actor norteamericano Barry Nelson, que lo interpretó en 1954 para el piloto de una serie de TV inspirada en la novela de Ian Fleming (creador literario del personaje) Casino Royale. Pero como el proyecto no prosperó, el escocés Sean Connery será para siempre “el primer Bond” del cine y, para muchos, el mejor.
Connery llegó al papel luego de que el irlandés Patrick McGoohan lo rechazara, y tras arrebatárselo a Cary Grant. Apareció por primera vez en la icónica Dr. No (1962) y tuvo que zambullirse en la Guerra Fría para enfrentar a siniestros villanos soviéticos, como el inolvidable Donald “Red” Grant, interpretado por Robert Shaw, y el polaco Ernst Stavro Blofeld, que tendrá para siempre el rostro de Donald Pleasence como el temible “Número 1” de la más oscura organización criminal mundial: Spectre.
El 007 de Connery hace alarde de un machismo y cierta misoginia que no soportarían los parámetros de corrección política actuales.
Entre acentos exquisitos y poses publicitarias, Connery le dio a Bond las características que cimentarían la franquicia: carisma irresistible, magnetismo escénico y sofisticación visual, aún cuando su 007 haga alarde de un machismo y cierta misoginia que no soportarían los parámetros de corrección política contemporáneos.
Connery “abandonó” dos veces al personaje, en 1967 y 1971, para retomarlo de manera “no oficial” más de diez años después, en la extraña Nunca Digas Nunca Jamás, de 1983, que es una especie de reflexión en tiempo real sobre la propia serie de películas que había protagonizado, con un Bond cuarteado y escéptico que hablaba más del actor que del personaje.
En Goldfinger (1965) Connery tuvo el privilegio de ser el primer 007 que manejó el clásico Aston Martin DB 5.
David Niven, un 007 «no oficial» y de humor sardónico.
2. David Niven (1967)
El segundo de los “Bond no oficiales” es, en realidad, “sir” James Bond, el agente retirado interpretado por un sardónico David Niven que disfruta de su retiro en un castillo escocés hasta que se ve acosado por una organización terrorista que quiere ajustarle las cuentas.
Casino Royale (1967) fue adquiriendo con los años cierta estatura de culto debido, en buena parte, a factores extracinematográficos, entre ellos, la seguidilla de al menos seis directores que fueron haciéndose cargo de la filmación –incluyendo al mismísimo John Huston–, la música de Burt Bacharach, la impronta de Peter Sellers y los “cameos” de Orson Welles y un jovencísimo Woody Allen.
La película retiene hoy un tono paródico al que Niven se acomoda con soltura, como si se paseara a voluntad por los escenarios de un vodevil filmado en una dimensión paralela al universo original del 007.
El australiano George Lazemby fue un fracaso en el papel.
3. George Lazemby (1969)
Cuando Connery abandonó el personaje por primera vez en 1967, tras el estreno de Sólo se vive una vez, los productores ya pensaban reemplazarlo por Roger Moore, pero éste prefirió dedicarse a la serie televisiva El Santo, y la segunda opción fue Lazemby, actor y modelo australiano que tenía 29 años cuando asumió el papel (fue el actor más joven que interpretó al 007), y que pasaría a la historia como el primer Bond “no británico”.
Pobre Lazemby, se inició en la saga con el pie izquierdo: creyó que la franquicia del agente secreto no duraría mucho, y decidió no firmar el contrato para filmar las seis películas que se le ofreció en una primera oportunidad.
Al Servicio Secreto de su Majestad (1969) fue para Lazemby, entonces, debut y despedida: un fracaso de público que se hundió entre pésimas críticas y el fastidio del actor con un papel en el que se sintió incómodo desde el principio.
Tuvo, eso sí, un raro privilegio antes de despedirse del personaje: paseó a Bond por el altar, sólo para tener que vengar, poco después, a su esposa asesinada. El paso en falso de Lazemby hizo que los productores volvieran a tentar a Connery, que regresaría a la saga para Los Diamantes son Eternos (1971).
Roger Moore, fina stampa y simpatía para el personaje.
4. Roger Moore (1973-1985)
Si George Lazemby fue el Bond más joven, Roger Moore fue el más “maduro” (tenía 46 años cuando se hizo cargo del personaje) y, para no pocos fans, el mejor de todos.
Es el que más películas de la saga filmó (siete en total) y dotó al 007 con una nueva personalidad. En su necesidad de diferenciarse de Connery y, al mismo tiempo, no repetir su personaje en la serie de Simon “El Santo” Templar, el Bond de Roger Moore tiene una alegría y una simpatía que el personaje no había conocido hasta entonces, y que no recuperaría jamás tras su alejamiento.
Roger Moore es el 007 de la transición entre los años ‘70 y los ‘80, el que va de la música disco y las artes marciales (Vivir y Dejar Morir, de 1970, con el inmortal tema homónimo de McCartney & Wings y su estética símil blaxploitation) al pop alegre y desprejuiciado de En la Mira de los Asesinos (1985), que Mike Myers tuvo que ver más de una vez para crear a su irreverente Austin Powers.
Para muchos fans de la franquicia, el James Bond de Roger Moore fue el mejor de todos.
Moore llevó a Bond a escenarios exóticos (sus aventuras transcurren en el Caribe, en el sudeste asiático, en el espacio exterior, incluso) y le prestó un ánimo crepuscular que lo hizo “añejarse” junto con el personaje: siempre estaba a punto de renunciar a la saga al finalizar la filmación de una película, pero los productores se las ingeniaron para convencerlo de seguir en ella a lo largo de doce espléndidos años.
Años que, aun con altibajos, se cuentan entre los mejores y más divertidos del superagente con licencia para matar.
El Bond de Timothy Dalton es una especie de asesino a sueldo, frío y calculador.
5. Timothy Dalton (1987-1989)
El galés Timothy Dalton había rechazado dos veces el papel de Bond (en 1968, antes de que los productores dieran el paso en falso con Lazemby) y al iniciarse la década de los ‘80, cuando Moore comenzaba a mostrar algunas señales de agotamiento.
La tercera fue la vencida, y su ingreso en la saga significó un cambio radical para los estándares de la saga. Según los fans más aguerridos, el Bond de Dalton es el más cercano al original literario creado por Ian Fleming: una especie de asesino a sueldo frío y calculador, violento y con cara de piedra, que no disfruta al usar su licencia para tomar vidas ajenas, pero tampoco tiene el menor reparo cuando debe hacerlo.
Su Nombre es Peligro, de 1987, fue un formidable éxito de taquilla y dotó de nuevos bríos a la saga, acercándola un poco más al universo del cine físico que por ese entonces protagonizaban íconos como Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger.
En esa línea, Dalton no usaba “dobles de riesgo” y protagonizaba sus propias escenas de acción, para alimentar la leyenda de que durante la filmación de su debut en la saga casi pierde la vida al caer por un acantilado. Dalton es, también, el 007 de la era del sida (lo que lo lleva a restringir un poco la desenvuelta vida sexual característica del personaje) y de la transición hacia los años ‘90, cuando los narcotraficantes reemplazan a los caducos villanos de la Guerra Fría.
Un conflicto legal entre las productoras MGM y United Artists hizo que pasaran unos largos seis años sin que se pudieran filmar películas de la saga, lo que desmotivó a Dalton e hizo que renunciara al personaje tras filmar su segunda película, Licencia para Matar (1989). Muchos fanáticos lo lamentaron.
Pierce Brosnan recuperó un 007 sarcástico y dandy.
6. Pierce Brosnan (1995-2002)
La leyenda cuenta que el quinto Bond iba a ser Mel Gibson, pero fue juzgado por los productores como demasiado “petiso” para el papel, lo que abrió las puertas para el ingreso de Brosnan, que venía de hacer la romántica serie policial Remington Steele. Firmó el contrato con una prerrogativa inédita: mientras permaneciera en la franquicia podría filmar otras películas… ¡pero en ninguna de ellas podría vestir smoking!
Brosnan recuperó el Bond sarcástico y “dandy” previo a la irrupción de Dalton, y está más cerca del John McClane de Bruce Willis en Duro de Matar, en el sentido de que su agente secreto termina generalmente más magullado, sucio y estropeado que sus predecesores, aunque sin perder el buen humor y el gusto adrenalínico por el peligro.
El de Brosnan es el 007 que debe empezar a lidiar con los villanos informáticos de la era de la globalización, y en 2002, en Otro Día para Morir, enfrentar el nuevo mundo post 9/11, signado por la paranoia y el terror.
Daniel Craig fue muy resistido al principio por los fanáticos de James Bond.
7. Daniel Craig (2006 hasta hoy)
La saga de Jason Bourne protagonizada por Matt Damon dejó anacrónico a James Bond y lo obligó a actualizarse, y el rostro de esa renovación fue el de Daniel Craig. Al principio fue tremendamente resistido por los fans, que llamaron, incluso, a boicotear su debut en el año 2006, una adaptación “más fiel” de la novela Casino Royale de Fleming, que no tiene absolutamente nada que ver con la estrafalaria versión protagonizada por Niven.
El rostro y los modales robóticos de Craig encajan a la perfección con el nuevo espíritu de la saga: físico y realista, aunque sin resignar espectacularidad. Ahora Bond ejercita su licencia para matar con las manos y con cuchillos, muy en la línea del cine de acción venido de Hong Kong y Tailandia.
Contrariamente a lo que suele afirmarse, Craig no es el primer “Bond rubio” (Moore tiene ese tono de cabello en algunas de sus apariciones), pero sí es el primero que deja de lado el clásico Martini (trago favorito del personaje) en favor de la cerveza.
El actual 007, entonces, está más cerca de la crueldad y el cinismo de Timothy Dalton que de la sofisticación de Brosnan o Moore, y a juzgar por las recaudaciones que van de Quantum of Solace (2008) a Spectre (2015) goza de excelente salud. Habrá que esperar a No Time to Die (Sin tiempo para morir, anunciada para fines de septiembre) para confirmar si la que Craig anuncia como su despedida de la saga está o no a la altura de las expectativas.
El hit de la película lo interpreta ahora la jovencita Billie Eilish: tan lánguido y melancólico como todo lo que ella hace, y nada que ver con la épica sinfónica que encarnaba una Shirley Bassie en 1964. Los tiempos han cambiado para los agentes secretos también.
Fuente: Clarín