De las segundas partes se dice que “nunca fueron buenas” y a las terceras se las justifica con aquello de “no hay dos sin tres”. Pero no se las suele calificar. Sí se las etiqueta como las “vencidas”. ¿Vencidas de ganadoras o vencidas de ya no están vigentes?
Los dichos populares tienen un velo genérico que no siempre aplica. En este caso, porque hay terceras que merecen premio, hay terceras que de tan buenas piden una cuarta, hay terceras innecesarias, hay terceras que no se explican y otras que, directamente, no se entienden.
En tiempos de polarización y grieta, parémonos -un ratito- en el medio de dos fenómenos televisivos que acaban de estrenar su temporada 3. El éxito de la 1 y la 2 estaba asegurado. ¿Alcanza -o amerita- eso como trampolín para pegar desde ahí el salto? De no aguantar el trampolín, ¿el riesgo de la caída no borraría de un plumazo los viejos aires de gloria?
Preguntas, ésas, que pueden encontrar respuesta en cómo les está yendo en su tercera etapa a La casa de papel (que llegó completa a Netflix el viernes 19 de julio) y a El marginal (lleva cuatro capítulos por la TV Pública y Cont.ar). Más allá de las repercusiones en las redes, los bares o los que rincones que uno visite, una lupa valorativa, con las subjetividades del caso, permite distinguir que no corren la misma suerte.
Diosito & El Profesor, los personajes de Nico Furtado en «El marginal» y de Álvaro Morte en «La casa de papel».
ELos dichos populares tienen un velo genérico que no siempre aplica. En este caso, porque hay terceras que merecen premio, hay terceras que de tan buenas piden una cuarta, hay terceras innecesarias, hay terceras que no se explican y otras que, directamente, no se entienden.
En tiempos de polarización y grieta, parémonos -un ratito- en el medio de dos fenómenos televisivos que acaban de estrenar su temporada 3. El éxito de la 1 y la 2 estaba asegurado. ¿Alcanza -o amerita- eso como trampolín para pegar desde ahí el salto? De no aguantar el trampolín, ¿el riesgo de la caída no borraría de un plumazo los viejos aires de gloria?
Preguntas, ésas, que pueden encontrar respuesta en cómo les está yendo en su tercera etapa a La casa de papel (que llegó completa a Netflix el viernes 19 de julio) y a El marginal (lleva cuatro capítulos por la TV Pública y Cont.ar). Más allá de las repercusiones en las redes, los bares o los que rincones que uno visite, una lupa valorativa, con las subjetividades del caso, permite distinguir que no corren la misma suerte.
Todo indica que La casa de papel no es lo que era. Y no porque cuente algo distinto -que por cierto no lo cuenta, porque es un asalto similar al anterior-, sino porque se le ven los hilos. No a las máscaras de Dalí, precisamente. Todo ese mecanismo aceitado que había montado El Profesor (Álvaro Morte) para que sus atracadores pudieran vaciar la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España llegaba impecable a la pantalla, para dar respuesta a todas las preguntas de los espectadores: que cómo entraron, qué cómo salieron, que cómo consiguieron las claves, qué cómo todo. Nada, ni en el operativo ni en la producción de la serie, parecía librado al azar. Cada cosa tenía un por qué.
El Marginal 3: Diosito se enteró de la muerte de La Mecha y se enfureció con Marito
Y, ahora, ronda el aroma del porque sí. Como que, desde el status de “la serie más vista de habla no inglesa”, Netflix (que ahora también la produce) entendió que tenía vía libre para sacarle más jugo a la historia. Pero, claro, ‘¿qué hacemos con Berlín que ya está muerto?’, se deben haber preguntado. Y entonces se las ingeniaron para que el carismático personaje de Pedro Alonso tuviera un pasado que merezca ser revisitado. Y ‘¿Cómo hacemos para que la banda vuelva a juntarse?‘ después de años de distancia y hermetismo extremo para garantizar la fuga. Entonces hacemos, habrán dicho, que al impulsivo de Río (Miguel Herrán) se le ocurra llamar a Tokyo (Úrsula Corberó) después de una rigurosa incomunicación. ¿Es un error de Río (a partir de eso fueron descubiertos) o un recurso forzado? Como esa escena, hay muchas en La casa de papel 3 que invitan a preguntarse ¿para qué? Las licencias de la ficción están fuera de discusión, pero es una lástima estirar un éxito sin la contundencia con la que ese éxito fue construido.Mirá también
La casa de papel 3: las 10 claves de la nueva temporada
Distinto es el caso de El marginal 3, que conserva intacta la fórmula inicial, de la pintura -con más oscuridades que estridencias- del universo tumbero argentino, con personajes que saben jugar en equipo. No es el planteo del crack y diez más: es la galería de complejas criaturas -de uno y otro lado de la reja- la que va dándole más o menos protagonismo a los Borges (Claudio Rissi y Nicolás Furtado), a Antín (el director del penal que interpreta Gerardo Romano), a los presos, a los empleados, a los funcionarios. Se juega en función del cuento. Por eso lo que manda es la historia -con un equipo autoral que puede cambiar de nombres pero no de rumbo-, yésa es la premisa madre de los productos de Underground. No en vano, Sebastián Ortega lleva tres Martín Fierro de oro consecutivos (El marginal 1, Un gallo para Esculapio 1 y 100 días para enamorarse).
Desde el capítulo uno sabe a qué puerto quiere llegar. Sí, en el camino puede haber recambio de pasajeros y hasta de escalas con algún volantazo, pero se intuye que no mueve fichas sin aventurar en qué casillero pretende terminar.
Rodrigo de la Serna: el actor argentino compone a Palermo en «La casa de papel 3».
Nunca se sabrá si cuando estrenó El marginal (2016) imaginaba tamaño éxito -la tercera lleva un promedio de 10,5 puntos de rating, una enormidad para la TV estatal que en julio marcó 1,8-, pero lo cierto es que las dos temporadas siguientes tienen un qué y un cómo bien cuidados. Para la 2 diseñó una precuela (qué pasaba tres años antes, pero en la vida de todos, no sólo en la de un Berlín equis), y para la 3, una secuela de eso, aunque el foco sigue estando en lo que pudo haber ocurrido antes de la temporada original. Y, con esos caprichos del tiempo, no asoman sueltas las puntas de ningún cabo.
«La sub-21», la banda joven que vive en el patio del Penal de San Onofre, es uno de los pilares de «El marginal 3».
¿Para algunas de las dos series esta tercera habrá sido la vencida? Que haya una cuarta no significa nada (La casa de papel ya la anunció). Que haya un compromiso con el televidente lo significa todo. Todo indica que La casa de papel no es lo que era. Y no porque cuente algo distinto -que por cierto no lo cuenta, porque es un asalto similar al anterior-, sino porque se le ven los hilos. No a las máscaras de Dalí, precisamente. Todo ese mecanismo aceitado que había montado El Profesor (Álvaro Morte) para que sus atracadores pudieran vaciar la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España llegaba impecable a la pantalla, para dar respuesta a todas las preguntas de los espectadores: que cómo entraron, qué cómo salieron, que cómo consiguieron las claves, qué cómo todo. Nada, ni en el operativo ni en la producción de la serie, parecía librado al azar. Cada cosa tenía un por qué
Y, ahora, ronda el aroma del porque sí. Como que, desde el status de “la serie más vista de habla no inglesa”, Netflix (que ahora también la produce) entendió que tenía vía libre para sacarle más jugo a la historia. Pero, claro, ‘¿qué hacemos con Berlín que ya está muerto?’, se deben haber preguntado. Y entonces se las ingeniaron para que el carismático personaje de Pedro Alonso tuviera un pasado que merezca ser revisitado. Y ‘¿Cómo hacemos para que la banda vuelva a juntarse?‘ después de años de distancia y hermetismo extremo para garantizar la fuga. Entonces hacemos, habrán dicho, que al impulsivo de Río (Miguel Herrán) se le ocurra llamar a Tokyo (Úrsula Corberó) después de una rigurosa incomunicación. ¿Es un error de Río (a partir de eso fueron descubiertos) o un recurso forzado? Como esa escena, hay muchas en La casa de papel 3 que invitan a preguntarse ¿para qué? Las licencias de la ficción están fuera de discusión, pero es una lástima estirar un éxito sin la contundencia con la que ese éxito fue construido.Mirá también
La casa de papel 3: las 10 claves de la nueva temporada
Distinto es el caso de El marginal 3, que conserva intacta la fórmula inicial, de la pintura -con más oscuridades que estridencias- del universo tumbero argentino, con personajes que saben jugar en equipo. No es el planteo del crack y diez más: es la galería de complejas criaturas -de uno y otro lado de la reja- la que va dándole más o menos protagonismo a los Borges (Claudio Rissi y Nicolás Furtado), a Antín (el director del penal que interpreta Gerardo Romano), a los presos, a los empleados, a los funcionarios. Se juega en función del cuento. Por eso lo que manda es la historia -con un equipo autoral que puede cambiar de nombres pero no de rumbo-, yésa es la premisa madre de los productos de Underground. No en vano, Sebastián Ortega lleva tres Martín Fierro de oro consecutivos (El marginal 1, Un gallo para Esculapio 1 y 100 días para enamorarse).
Desde el capítulo uno sabe a qué puerto quiere llegar. Sí, en el camino puede haber recambio de pasajeros y hasta de escalas con algún volantazo, pero se intuye que no mueve fichas sin aventurar en qué casillero pretende terminar.
Rodrigo de la Serna: el actor argentino compone a Palermo en «La casa de papel 3».
Nunca se sabrá si cuando estrenó El marginal (2016) imaginaba tamaño éxito -la tercera lleva un promedio de 10,5 puntos de rating, una enormidad para la TV estatal que en julio marcó 1,8-, pero lo cierto es que las dos temporadas siguientes tienen un qué y un cómo bien cuidados. Para la 2 diseñó una precuela (qué pasaba tres años antes, pero en la vida de todos, no sólo en la de un Berlín equis), y para la 3, una secuela de eso, aunque el foco sigue estando en lo que pudo haber ocurrido antes de la temporada original. Y, con esos caprichos del tiempo, no asoman sueltas las puntas de ningún cabo.
«La sub-21», la banda joven que vive en el patio del Penal de San Onofre, es uno de los pilares de «El marginal 3».
¿Para algunas de las dos series esta tercera habrá sido la vencida? Que haya una cuarta no significa nada (La casa de papel ya la anunció). Que haya un compromiso con el televidente lo significa todo.
Fuente: Silvina Lamazares, Clarín