El dólar, ese pequeño trofeo verde que genera suspiros y desvelos en la vida de los argentinos. No es casualidad que el cine decida abordar esta relación simbiótica y, a veces, tormentosa. Porque, en un país donde la inflación es tan argentina como el tango, el dólar se ha convertido en el verdadero objeto de devoción.
Francisco Lezama presenta su cortometraje ganador del Oso de Oro en la Berlinale 2024, tituladoUn movimiento extraño, en el cine del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) en septiembre. El evento también incluye la proyección de dos de sus trabajos anteriores, La novia de Frankenstein (2015) yDear Renzo(2016), ambos codirigidos con Agostina Gálvez.
El programa en el MALBA se destaca como una oportunidad para apreciar la obra de Lezama y Gálvez en su totalidad. Los trabajos anteriores del director han sido presentados en prestigiosos festivales internacionales como Locarno, New York Film Festival, Viennale, Mar del Plata y BAFICI. Estos cortometrajes conforman una trilogía que examina, con un toque humorístico, cómo la juventud enfrenta los desafíos económicos, según informó la organización de la Berlinale.
Un movimiento extraño, de género comedia, es una producción argentina y francesa. La historia está ambientada en Buenos Aires en 2019 y sigue a una guardia de seguridad que, al presentir el robo de una obra de arte, utiliza su péndulo y ve un abrupto aumento del valor del dólar. Esto la conduce a conocer a un empleado de una casa de cambio tras un despido imprevisto y su respectiva indemnización.
El elenco del corto incluye a Laila Maltz, Paco Gorriz, Susana Pampin, Eugenia Alonso, Marcela Guerty, Cecilia Rainero, Sofía Palomino, Jorge Prado, Alejandro Russek y Guillermo Massé. Lezama no sólo dirigió el cortometraje, sino que también escribió el guion. El equipo cinematográfico involucrado en la producción destaca a Federico Lastra en la fotografía y cámara, Franco Figueroa en el montaje, así como a Nahuel Palenque en el sonido, mientras que la producción estuvo a cargo de Iván Moscovich, Juanse Alamos y el propio Lezama. La casa productora es 36 caballos.
La obra de Lezama y Gálvez, La novia de Frankenstein, es una comedia codirigida y se estrenó en 2015 en BAFICI. El cortometraje narra las peripecias de Ivana durante su trabajo veraniego recibiendo inquilinos extranjeros, traduciendo y cambiando dólares por pesos, creando un mundo de intercambios complejos entre realidad y ficción.
Por otra parte, Dear Renzo mezcla de comedia y drama, sigue a tres argentinos que se encuentran en Nueva York, navegando perdidos en un entramado de roles y traducciones fallidas. Este trabajo fue galardonado como mejor corto en BAFICI 2017 y exhibido en múltiples festivales como Vila do Conde, FICUNAM y BAMcinemaFest.
—Cuando comenzaste con el primer corto, ¿ya tenías en mente que sería parte de una trilogía o surgieron de manera independiente?
—Todo empezó con La novia de Frankenstein, un corto que codirigí con Agostina Gálvez. Ella había regresado a Argentina por un tiempo limitado, y queríamos filmar algo juntos. Como yo trabajaba en el Malba y no tenía mucho tiempo, decidimos filmar en Barrio Parque, un lugar muy peculiar por su contraste entre riqueza y pobreza, y su dinámica con el dólar. Así surgió la idea de hacer una trilogía que explora cómo la economía afecta las relaciones en la Argentina.
El primer corto dio pie a ideas que no se agotaron allí, por lo que decidimos continuar con Dear Renzo, filmado en Nueva York, que también aborda la relación de los argentinos con el dólar y la crisis económica. La trilogía muestra cómo la economía genera nuevos vínculos y comportamientos, muchas veces en el límite de lo legal, sin una crítica moral explícita, sino más bien observando la realidad con un toque de comedia. En el último corto, la dualidad entre quienes compran dólares antes de una corrida cambiaria y quienes no, resalta cómo la economía, aunque abstracta, impacta de manera concreta en la vida cotidiana de los argentinos.
—Nosotros nos podemos sentir muy identificados con estos cortos, pero ¿cómo eran recibidos cuando los proyectabas en el extranjero?
—En Berlín, donde la inflación comenzaba a ser un tema, el interés por los cortos fue más concreto de lo habitual. Durante las sesiones de preguntas y respuestas, en lugar de abordar aspectos abstractos, tuvimos que explicar la economía argentina para que entendieran el contexto. Las preguntas se centraban en cómo la inflación afecta nuestros sueldos y la necesidad de comprar dólares para protegerse.
Un movimiento extraño, por ejemplo, lo escribí intentando explicar claramente en 23 minutos lo que ocurre durante una corrida cambiaria. El corto sigue a un personaje que compra dólares después de perder su trabajo, pero termina en un empleo peor. Otro personaje, que no pudo comprar dólares, queda atrapado en un trabajo ambiguo. Este corto tiene un toque de distopía, casi de ciencia ficción. A lo largo de los tres cortos, filmados entre 2014 y 2019, se ve cómo el aumento del dólar en Argentina se convierte en un elemento casi documental o sociológico, añadiendo una capa de análisis a la experiencia de verlos.
Francisco Lezama recibiendo su premio en el último Festival de Cine de Berlín (REUTERS/Liesa Johannssen)
—El equipo detrás de estos tres cortos comparte muchos actores. ¿Cómo lo planificaron?
—Trabajar con el mismo grupo de actores fue interesante porque nos permitió experimentar y profundizar en ideas que surgieron en el primer corto. Nos quedamos con ganas de explorar más, y como la temática no se agotaba en un solo corto, surgió esta especie de formato intermedio, que no es un largometraje pero tampoco se limita a un solo corto. La continuidad con los actores ayudó a mantener una coherencia y a explorar nuevas facetas en cada entrega.
—¿Qué elementos encuentras en la comedia para contar una historia?
—Creo que la vida no tiene un género definido; no es solo triste, cómica o dramática. Es compleja y difícil de abarcar. Para mí, la comedia es el género que mejor conecta temas que parecen inconexos o incompatibles. Es más accesible que el drama y, cuando mantiene cierta distancia y se enfoca en la realidad, da buenos resultados. Nuestras comedias son híbridas, con influencias de géneros como la comedia romántica norteamericana, pero con algo de ironía. Un movimiento extraño es como la comedia romántica que un personaje se imagina mientras el país está en crisis. Una chica que se siente segura porque compró dólares fantasea con un romance que solo existe en su cabeza, mientras el chico que le interesa no puede comprar dólares y vive una realidad diferente. La comedia nos permite explorar más tonos y matices que el drama, especialmente al abordar temas económicos y sociales del momento en que fueron filmadas.
Laila Maltz es una de las actrices que participa de esta trilogía
—¿Qué encuentras en el cortometraje como género para contar una historia?
—Lo que más nos atrae del cortometraje es su economía de recursos y las posibilidades que ofrece para desarrollar situaciones concretas. El corto permite explorar historias en un marco de tiempo y espacio limitado, casi en “tiempo real”, pero buscamos romper con la idea tradicional del corto de situación, que ocurre en un solo lugar. En estos cortos, aprovechamos la brevedad para ofrecer al espectador información que debe completar por sí mismo, evitando la redundancia o las explicaciones excesivas que podrían surgir en un largometraje. Además, si hubiéramos intentado desarrollar un arco psicológico más profundo en un largometraje, habríamos perdido el carácter esquizofrénico y contradictorio que tienen estos personajes, reflejando la naturaleza cambiante de la economía. Estos cortos funcionan mejor en su formato porque permiten contar historias concisas y efectivas, con personajes y situaciones que cambian y evolucionan rápidamente.
—Los cortometrajes encuentran muchos lugares de exhibición en festivales, pero pocos en espacios más tradicionales. ¿Cómo pensaron su distribución?
—Es cierto que es raro ver retrospectivas de cortometrajes fuera del ámbito de cineastas experimentales. El corto, incluso el narrativo, tiene un carácter experimental porque no depende de grandes presupuestos, lo que le da una libertad creativa que se acerca más al cine de experimentación. En plataformas como Netflix, casi no hay cortometrajes, pero hay otras más especializadas donde se pueden encontrar. Creemos que existe un público interesado, y es cuestión de que los programadores se animen a darles espacio. En nuestro caso, acompañamos las proyecciones con los actores para ofrecer una experiencia más completa al público.
*Durante las funciones de proyectará Un movimiento extraño, de Francisco Lezama, junto con dos trabajos previos del director: La novia de Frankenstein (2015) y Dear Renzo (2016), codirigidos con Agostina Gálvez. Las mismas serán los domingos 8, 15, 22 y 29 de septiembre, a las 18 hs, en MALBA Cine (Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415, CABA). Las entradas se pueden adquirir en el lugar o comprar a través de la web del museo.
Fuente: Infobae