Ahora sí, se terminó una época. Hace casi un año, Fox comenzaba a esfumarse como nombre propio en la industria del entretenimiento después de ser adquirida por Disney, en una de las operaciones más trascendentes de la historia del showbiz. Desde la fusión, ni siquiera estará como marca asociada a la producción de películas: Disney decidió borrar ese nombre de las placas que ponen en marcha cada nuevo lanzamiento de ese estudio, hoy convertido en parte del gigantesco imperio del ratón Mickey.
Esos largometrajes que arrancan con una señal colorida compuesta en letras mayúsculas enormes, montadas sobre una plataforma que se ilumina desde varios reflectores y luces de fondo, perderán una de sus menciones históricas: la que dice Fox. Lo demás permanecerá igual. También esa clásica pieza musical en clave de fanfarria, con vibrante sonido de bronces y poderosos redoblantes. El logo quedará fijo o hará algún giro, pero sin la palabra Fox. Allí, leeremos solamente, según el caso, que la película está presentada por 20th Century Studios o Searchlight, la división de películas independientes o de cine de autor que funciona desde hace 25 años.
La prensa de Hollywood informó que esta decisión es parte de un operativo integral, una nueva fase de la integración total de Fox a Disney que los empleados del gigantesco conglomerado del entretenimiento esperaban. El proceso de absorción de Fox por parte de Disney lleva casi un año, pero todavía está lejos de culminar. Los empleados de la compañía que reportaban a Fox y siguen después de la integración, por ejemplo, cambiaron sus casillas de correo electrónico. Ya no aparece allí tampoco la palabra «Fox».
Tendremos la ocasión de comprobar por primera vez ese cambio en la Argentina cuando se estrene, el 27 de febrero La llamada salvaje (Call of the Wild), un relato de aventuras destinado a público familiar y ambientado en la gélida escenografía invernal de Alaska, con Harrison Ford como protagonista. Será la primera producción que se abrirá con la placa de 20th Century Studios, sin el agregado de Fox. Lo mismo ocurrirá en el caso de Searchlight con Downhill, remake norteamericana de la producción sueca Force Majeure: la traición del instinto, protagonizada por Will Ferrell y Julia Louis-Dreyfus, pero no tiene por ahora estreno confirmado en nuestro país.
Al parecer, según conjetura Variety, la decisión de anular el nombre de Fox responde a la convicción de Disney de que si no lo hace quedará expuesto a crecientes confusiones. Después de venderle a la marca del ratón casi todas sus estructuras y operaciones para cine y TV por un valor de 71.300 millones de dólares, el anterior dueño de Fox, el magnate australiano Rupert Murdoch, y sus hijos conservaron ese nombre para algunas de sus empresas, señales y productoras. Al conservar los Murdoch dentro de su holding News Corporation una división que sigue llamándose Fox Corp., Disney advierte posibles conflictos de identificación y potenciales confusiones para su estrategia de negocios.
Queda pendiente una decisión, que ocurrirá tarde o temprano, respecto de lo que pasará con 20th Century Fox Television y Fox 21 Television Studios, otras dos marcas de mucho arraigo y presencia en la industria, sobre todo porque dentro de ellas se llevan adelante proyectos de tan elevado perfil como Los Simpson.
Nada de lo que ocurra en este terreno repercutirá tan fuerte entre los históricos seguidores de la gran historia de Hollywood como el cambio de logo en las películas que hasta ahora pertenecían a Fox y mostraban ese nombre en la placa de apertura de cada nuevo estreno del estudio. Son 85 años de tradición que llegan a su fin con el cambio de uno de los signos que más y mejor identifican a cada estudio de la llamada meca del cine.
El logo de Fox fue diseñado en 1933 por el pintor californiano Emil Kosa Jr. y ese mismo año Alfred Newman compuso la fanfarria musical que lo acompaña. Esa placa inicial experimentó algunas modificaciones a lo largo del tiempo: se amplió hasta adaptarse a los contornos de la pantalla ancha y el Cinemascope en la década del 50, estilizó alguno de sus rasgos entre 1980 y 1995 y mejoró todavía más la definición de su imagen a partir de 2009, cuando presentó su última actualización hasta la fecha a partir del estreno de Avatar.
Si hay algo que por contraste distingue una película de otra tiene que ver con el logo del estudio que lleva adelante el proyecto. La imagen inicial que lleva una película tiene mucho que ver con esa placa, que cada uno de los grandes estudios de Hollywood se ocupa de cuidar y perfeccionar.
La historia de otros cambios
Tomemos ejemplos como los de Warner y el propio estudio Disney. La tradición muestra dos variantes del logo de Warner. En una de ellas vemos el clásico escudo con las iniciales WB (Warner Brothers), que en las últimas décadas se fue adaptando a las características estilísticas de cada nueva película e incluso integrándose desde el vamos al escenario de la acción. Así lo vemos, por ejemplo, en cada nueva entrega de las películas de Harry Potter. En otro terreno, el escudo identificatorio de Warner viene apareciendo en blanco y negro al comienzo de los últimos trabajos de Clint Eastwood.
Otro ejemplo es el de Disney, cuyas películas comienzan con un logo en movimiento que muestra versiones animadas cada vez más perfeccionadas del castillo de Disneylandia, sobre todo a partir de 2006.
Con el tiempo, ese diseño se fue adaptando a la identidad de las nuevas producciones con el propósito de reforzarlas desde el vamos. El perfil del castillo y sus alrededores responde así a las características de cada novedad. Lo que no se altera es el tema musical, una variante instrumental y sinfónica de «When You Wish Upon a Star», que Leigh Harline y Ned Washington compusieron en 1940 para Pinocho.
Otro logo que fue modificándose con el tiempo a partir de una idea fuerza permanente es el de los estudios Universal. De la vieja placa en blanco y negro con un avión que a la altura del Ecuador daba la vuelta a un globo terráqueo en blanco y negro se pasó a la imagen en tonos azulados del planeta rodeado de nubes, mientras la cámara se acerca levemente al centro de esa imagen. Hasta que en 1997 se incorporó la imagen actual, con el nombre del estudio apareciendo en un medio giro sobre una de las caras del globo, que también comienza a moverse. Ese año se acuñó también el tema musical característico (otra fanfarria de aires marciales y celebratorios) compuesto por Jerry Goldsmith.
Al cumplir Universal su centenario, a esa pieza musical se le agregaron nuevos arreglos, a cargo de Brian Tyler, reconocido compositor de soundtracks.
Quedan en este mapa dos logos más. El único silencioso de los clásicos es el de Paramount, que en los años 70 mostraba la imagen fija y pintada de una montaña con un pico muy visible, mientras algunas nubes se movían cerca de la cumbre. Ese logo se extendió y se puso en movimiento cuando el estudio decidió trabajarlo en una secuencia animada de acercamiento progresivo a esa montaña mientras algunas estrellas se van alineando para permitir la construcción del logo.
El restante pertenece a Columbia, que mantuvo a lo largo del tiempo, aunque con sucesivas modificaciones, la imagen central de una mujer subida a un pedestal con su brazo derecho sosteniendo una antorcha.
Muchos asocian de inmediato una de las versiones más antiguas de ese logo encabezando cada uno de los clásicos episodios de Los Tres Chiflados, entre las décadas de 1930 y 1940. Más tarde coloreado y modificado en diferentes aspectos, aunque con su eje invariable, el logo experimentó el cambio más fuerte cuando Sony adquirió Columbia y colocó su logo delante de la histórica identificación del estudio. Lo que vemos ahora en cada nuevo estreno de esta marca es la aparición del logo de Sony bajo un fondo oscuro y el acercamiento progresivo del lente hacia la «o», tras la cual aparece entre brillos y un motivo musical muy característico que perdura con diferentes arreglos desde 1931, cuando fue compuesto.
Todo esto explica por qué resulta tan significativa la decisión de Disney. Cada logo es una suerte de resumen de lo que significa cada una de las grandes marcas que definen a Hollywood como capital de la industria del entretenimiento. Que uno de los elementos centrales de esa síntesis desaparezca, como ocurre ahora en el caso de Fox, determina sin dudas el cierre de una etapa y el comienzo de otra.
Fuente: Marcelo Stiletano, La Nación