En sus primeras declaraciones públicas desde que le disparó por accidente a la directora de fotografía Halyna Hutchins, provocándole la muerte en pleno rodaje de una película, Alec Baldwin habló del duelo que todavía atraviesa junto a su familia y de la dolorosa pérdida de una persona que definió como su amiga.
Pero a la vez dejó abierta una puerta llena de interrogantes en relación con un posible futuro de cambios drásticos en la manera que tiene Hollywood de hacer películas y series. La tragedia ocurrida en Nuevo México paralizó, quizás para siempre, el rodaje de un western. También podría inaugurar una era en la que el uso de las armas de fuego dentro del cine y la TV se convierta en un efecto especial más.
La palabra de Baldwin se escuchó en medio de un reclamo cada vez más fuerte que apunta directamente a la prohibición absoluta en los rodajes del uso de armas como la que mató por accidente a Hutchins. El cineasta independiente Bandar Abuliwi, exalumno del American Film Institute, lanzó a través de change.org una petición con ese propósito, que suma más de 82.000 adhesiones. Entre las firmantes aparecen varias actrices de alto perfil: Sarah Paulson, Olivia Wilde, Anna Paquin, Lena Dunham y Holland Taylor.
Paralelamente, el senador Dave Cortese, que integra la Cámara Alta del Estado de California, anunció que prepara un proyecto de ley en la misma dirección. De prosperar, el uso de armas y municiones reales en rodajes de cine y TV hechos en dicho territorio quedaría completamente vedado.
Al hablar este sábado en público por primera vez desde la tragedia ocurrida en el set de la película Rust, Baldwin dijo que las iniciativas para limitar el uso de las armas en los rodajes formaban parte de un tema en el que estaba “extremadamente interesado”. Pero no fue más allá de eso, quizás condicionado por la situación de tener que hacer declaraciones apuradas a una nube de cronistas y fotógrafos que no dejaron de seguir y registrar de cerca sus pasos durante los últimos días, mientras él y su familia trataban de tomar distancia y mantener reserva sobre el asunto.
Con todo, Baldwin recordó algo importante. Se preguntó cuántas balas fueron disparadas en el cine y la televisión a lo largo de los últimos 75 años, casi todas sin consecuencias para las personas que participaban en esos rodajes. Dejó sencillamente a la vista lo complicado que será tomar decisiones sobre este tema que sean aceptadas por toda la industria. El rango de producciones involucradas es amplísimo y van desde las superproducciones que superan los 100 millones de dólares de costos de producción a los proyectos artesanales y de bajísimo presupuesto como Rust. En la TV esas perspectivas y alcances se multiplican todavía más.
¿Qué pasa si se resuelve no usar más armas “de verdad” en los rodajes? ¿Cuáles serían las alternativas? Muchos ya están pensando en la posibilidad de reemplazarlas por efectos visuales, naturalmente más costosos y complejos. ¿Podrían las producciones más artesanales e independientes sostener ese cambio? Además, siempre se dijo que el empleo de armas auténticas tenía que ver con la intención de darle a una película o a una serie la veracidad que el público estaría exigiendo. ¿Cambiará esa perspectiva si la industria se resigna a aceptar que a partir de ahora ni siquiera las medidas preventivas de seguridad más estrictas no alcanzarían para impedir la repetición de una tragedia como la que terminó con la vida de Hutchins?
Como lo sugiere la iniciativa del senador estatal californiano Cortese o lo plantean recientes declaraciones de la fiscal de Nuevo México Mary Carmack-Altwes, encargada de la investigación por la muerte de la directora de fotografía, las decisiones a tomarse dependen mucho más de la legislación que de la propia autorregulación de la industria del entretenimiento. Pero en los últimos días, como primera e inmediata reacción a la tragedia de Nuevo México, ya se tomaron decisiones orientadas a lo que podría ser en el futuro, como destino final, la eliminación total y definitiva del uso de armas y municiones de verdad en los sets de filmación.
“Ya no hay razón alguna para tener armas cargadas con balas de fogueo o cualquier otra cosa en el set. Debería estar completamente prohibido. Ahora hay computadoras. Los disparos en Mare of Easttown son todos digitales. Tal vez puedas decirlo pero ¿a quién le importa? Es un riesgo innecesario”, escribió en su cuenta de Twitter Craig Zobel, director de la premiada serie protagonizada por Kate Winslet, un día después de la muerte de Hutchins.
La reacción fue también inmediata en el caso de la serie policial The Rookie. El showrunner Alexi Hawley anunció que desde ahora las únicas armas que se van a usar en los sets de rodaje serán pistolas de tipo Air Soft, réplicas similares a las que se utilizan en muy difundidas actividades lúdicas del mismo nombre. Para sostener el realismo de la acción, Hawley agregó que los disparos tendrán flashes y destellos generados por computadora y agregados durante la post-producción.
“Esta decisión no fue difícil de tomar teniendo en cuenta la tragedia reciente. La seguridad de nuestro elenco y nuestro equipo de rodaje es demasiado importante. Cualquier riesgo es demasiado riesgo. Creo que todas las producciones deberían considerar esta opción”, señaló Hawley. El primero en seguirlo fue Eric Kripke, showrunner de la serie The Boys. “En memoria de Halyna Hutchins hago una promesa: no habrá más armas en ninguno de mis sets. Usaremos efectos especiales para replicarlas. ¿Quién está conmigo?”, señaló.
Hawley y Kripke hicieron punta en plantear algo que la industria analiza cada vez con más fuerza en los últimos días: el reemplazo directo a mediano plazo en los rodajes del uso de armas por efectos visuales que cumplan el mismo objetivo. En un muy comentado artículo publicado el miércoles pasado en el diario The Washington Post, Steven Zeitchik dice que muchos directores prefirieron usar armas reales porque creen que los disparos se aprecian mejor, mantienen más interesados a los espectadores y garantizan el realismo de la historia. “Hoy, la tecnología está avanzando hasta el punto en que tendrían menos razones que antes para resistirse”, agrega.
Pero al mismo tiempo reconoce que las imágenes generadas por computadora “pueden lograr algunos, pero no todos los efectos de un arma de fuego tradicional”. Dice además que reconstruir digitalmente un tiroteo completo, por ejemplo, impone costos muy elevados para la mayoría de las producciones pequeñas o independientes, como el caso de Rust, la película producida y protagonizada por Baldwin en cuyo rodaje ocurrió la tragedia.
Mientras la industria de Hollywood debate un futuro de rodajes con armas exclusivamente virtuales, sigue sin contestarse la pregunta más importante de los últimos días: ¿cómo llegó a disparar Alec Baldwin, sin saberlo, un revólver Colt 45 que tenía en su interior un proyectil bien real y, por lo tanto, mortal?
Fuente: La Nación