Las dos caras de Mamá Cora según Antonio Gasalla, en la película; y la de Campi, en la obra que se presenta en el BroadwayArchivo
Lo que tenés que saber
- Una nueva versión teatral de «Esperando la carroza», basada en el guion de la película de Alejandro Doria, se convierte en un éxito de la escena comercial.
- La disputa por los derechos de autor entre los herederos de Doria y la productora RGB llega a Argentores y podría resolverse en la Justicia.
- Los padres de Marco Ferrari, designado heredero de Doria, aseguran que la versión actual de la obra se basa en el guion cinematográfico y exigen el reconocimiento de los derechos correspondientes.
En abril subió a escena una nueva versión teatral de Esperando la carroza, ese gran texto del uruguayo Jacobo Langsner que se estrenó en Montevideo en 1962 con un rechazo unánime de la crítica. Recién tras la versión cinematográfica que dirigió Alejandro Doria, en 1985, esa maravillosa historia se convirtió en un verdadero objeto de culto que tuvo la habilidad de traspasar franjas generacionales. La puesta actual, devenida en un rotundo éxito de la escena comercial, se presenta como un texto de Langsner dirigido por Ciro Zorzoli y producido por RGB, productora de Gustavo Yankelevich, persona íntimamente vinculada a la trayectoria de Doria. El programa de mano indica que el autor de la obra es Langsner. Pero quien es el responsable por velar los derechos de autor del fallecido cineasta y creador de programas como Alta Comedia, Situación límite y Atreverse sostiene que, en verdad, la obra teatral está basada en el guion que escribieron Doria y Langsner para esa película. Argentores, la entidad que vela por los derechos de autor, le dio la razón a los herederos de Doria. A falta de acuerdo entre las partes, todo indica que el tema lo deberá resolver la Justicia.
Ante la consulta de LA NACION, la productora RGB sostiene que “Esperando la carroza en el teatro Broadway está basada íntegramente en el texto original escrito y registrado por el reconocido dramaturgo Jacobo Langsner en 1962, año en que se representó por primera vez en el escenario por Comedia Nacional Uruguaya, y que, desde entonces, no dejó de realizarse en diferentes formatos y producciones alrededor del mundo. La película que conocemos dirigida por Alejandro Doria es una versión de la obra de teatro con escenas originales escritas para esa ocasión por Doria y Langsner, guionistas del film. Escenas que no son utilizadas en la versión actual”.
Los guardianes de los derechos de Doria sostienen lo contrario. Esa responsabilidad recae en Marco Ferrari, un joven de 22 años que vive en Bariloche. El gran director de cine y TV, de cuya muerte se cumplen quince años, declaró a Marco, que apenas tenía 7 años, como el heredero de su producción intelectual. Su padres son Gustavo Ferrari, quien participó como actor de varias puestas de Alberto Félix Alberto, protagonista de la tira Socorro, 5¯ año y, actualmente, docente de la Unsam, productor y programador de la sala Carlos Carella, y Marina Pampín, gestora cultural del Complejo Teatral de Buenos Aires. Por un tema de distancia, son ellos lo que están llevando a cabo la demanda.
Para entender toda esta historia hace falta reparar en la prehistoria. Gustavo Ferrari era íntimo amigo de Alejandro Doria. En sus palabras, fue una persona fundamental en su vida. En 1996, Marina Pampín fue diagnosticada con una enfermedad renal crónica. Todo indicaba que no iba a poder ser madre. Tres años después, fue trasplantada. El donante fue su marido. A los años, nació Marco (y, tiempo después, Rocco). En todo aquello siempre estuvo involucrado Doria, el que decidió que ese hijo tan deseado fuera el heredero que protegiera su propia creación artística. En muchos sentido, fue su nieto. Para Marco, Doria era su “abu”.
Conocida la noticia del reclamo, Marina Pampín y Gustavo Ferrari hablaron con LA NACION. “En la semana del estreno nos comunicamos con la producción para ir a ver la obra -cuenta Ferrari-. En esa oportunidad le comenté a Yankelevich, que no tenía por qué saberlo, que mi hijo Marco era el heredero de los derechos intelectuales de la producción de Doria. Nos dejó las entradas, nos presentó a Ciro Zorzoli y entramos a la sala. Después de verla nos dimos cuenta de que, claramente, la puesta apela al guion cinematográfico. Trabaja con distintos espacios escénicos, a diferencia del texto original; y sobre todas las cosas, que el aporte autoral que Doria hizo del libro dramático es tener al espectador en complicidad. Porque el público sabe que Mamá Cora está viva mientras que la familia piensa que está muerta. Ese aporte es la que se ve reflejado en el teatro Broadway que es distinto a la puesta teatral que vimos en 2016, en Mar del Plata, en la que Leonor Manso montó el texto de Langsner estrenado en 1962. En ese caso, la acción transcurre en un mismo espacio escénico en la cual Mamá Cora solamente aparece al principio y al final. Lo explica el mismo Doria en un video que se puede ver en las redes.
–A partir ese momento, ¿cuáles fueron los pasos por seguir?
Marina Pampín: –Hablamos con Marco, le contamos y nos propuso que nos comunicáramos con la parte legal de Argentores. Nos dijeron que, ante el reclamo, debían mandar una inspección. Así lo hicieron, y la inspección confirmó que se estaba usando el guion de la película. Argentores dispone que le corresponde al heredero de Alejandro Doria un 2,5 por ciento de lo recaudado por venta de entradas. Esa postura fue comunicada a nosotros, primero, y luego al teatro, que es el agente de retención de Argentores, y también a la productora RGB, encargada de esta versión.
–La productora sostiene que están haciendo el libro de Langsner.
Pampín: –El libro es de Langsner, pero el tema es que la versión actual es de Langsner y de Doria. Al parecer, en una reunión informal cuando gente de la producción le comentaron a Yankelevich sobre el tema, él habría reconocido que había cometido un error. El problema es que, a nuestro entender, cuando uno comete un error debe intentar subsanarlo. Campi (quien interpreta a Mamá Cora) ha dicho que le hace un homenaje a Antonio Gasalla, quien solamente hizo la película y no la obra de teatro. Paola Barrientos (quien hace de Elvira) realiza una interpretación basada en lo que hizo China Zorrilla, quien también hizo la película. Hay un montón de lugares complicados de desconocimiento sobre el derecho intelectual en todo esto.
Ferrari: –El corte de las escenas también remite a la película. La obra de teatro avanza permanentemente en un mismo decorado, la del teatro Broadway tiene el mismo relato de secuencias que la película. El guion tiene una protección autoral y así se lo manifestó Argentores a Yankelevich. Él, como exgerente de Telefe, conoce bien a la obra de Alejandro. Es lamentable que esté desconociendo un derecho intelectual alguien con quien compartió muchos momentos. Vale recordar aquel ciclo Atraverse, que se emitió justamente por Telefe, que fue un emblemático ciclo de unitarios semanales dirigido por Alejandro Doria.
–En todo esto están comprometidos Argentores y Aadet, la que nuclea a productores y dueños de salas de la escena comercial, de la que es miembro tanto el Broadway y Yankelevich como ustedes, por el rol de productores.
Ferrari: -Exacto. La entidad, cuando hay diferencias entre sus miembros, apela a la Comisión de Ética para intentar un acuerdo; pero no tiene fuerza legal posterior.
Pampín: -La verdad es que nosotros aspirábamos que todo esto se pudiera resolver mediante la palabra, que es lo que deseamos; pero va a tener que pasar a otro estadio.
–A partir de este escenario, ¿cómo continúa esto?
Ferrari: –Hay un marco legal en donde esto se tiene que dirimir, estamos en ese camino. En paralelo, estamos al tanto que Diana Frey (la productora de la película) también inició una demanda por derechos de producción.
Pampín– Hay una cuestión que es básica: nosotros éramos muy amigos de Alejandro. En su intención de dejarle a Marco los derechos tuvo, también, el claro propósito de protección de esos derechos. Por eso para nosotros es un deber encarar el tema. A ninguno de nosotros nos interesa las cuestiones legales, pero no podemos permitir que se ningunee el trabajo de una persona.
–Alejandro Doria les cedió los derechos a Marco cuando él tenía apenas 7 años…
Pampín: -Así fue. Y como era menor, estábamos nosotros.
Ferrari: -Es increíble, pero es la primera vez que tenemos que salir a defender los derechos de Alejandro y sucede con la persona que más relación laboral tuvo en su historia artística. Quisiera pensar que todo esto es un error. Hoy se cumplen 15 años de la muerte de Doria y nunca tuvimos que hacer nada. Siempre le liquidaron los derechos a Marco en una cuenta hasta que fue mayor de edad. Nunca tuvimos problemas ni con la DAC, la productora ni Argentores.
Todo señala que, de no prosperar una acuerdo entre las partes, Mamá Cora tendrá que pasar por Tribunales.
Fuente: La Nación