No sólo debe ajustarse históricamente a la época en que está ambientada, sino también reflejar la personalidad y el estado de ánimo de los protagonistas. ¿O alguien cree que Scarlett se hubiera visto igual de orgullosa al visitar a Rhett en la cárcel en Lo que el viento se llevó si su vestido no hubiera sido de terciopelo verde? ¿Acaso Catherine hubiera lucido tan sexy durante el interrogatorio en Bajos instintos sin su minivestido blanco? Aquí, un repaso por diez de los vestidos más recordados en la historia de Hollywood.
El vestido de terciopelo verde hecho con cortinas de Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939)
Walter Plunkett diseñó el vestuario de más de 250 películas de Hollywood, entre ellas Un americano en París, por la que ganó un Oscar. Sin embargo, dejó su marca con su trabajo para Lo que el viento se llevó, donde supo reflejar la transformación de Scarlett O’Hara (Vivien Leigh) de «nena de papá» a mujer fría y manipuladora endurecida por la Guerra de Secesión y capaz de cualquier cosa por salvar la plantación familiar, Tara. La jovencita juguetona que comía en una fiesta campestre ante la mirada de una decena de admiradores en un vaporoso vestido blanco abrió paso a la mujer que, hundida en la pobreza, arrancaba las viejas cortinas de terciopelo de sus ventanas para hacerse un vestido con el que ir a pedirle dinero a Rhett Butler (Clark Gable) a la cárcel. Plunkett, que era un gran costurero, confeccionó este diseño con algo menos de pericia a propósito, para que pareciera hecho a las apuradas, y lo dejó al sol para emular el efecto gastado de las cortinas. Disponible en Google Play Películas e iTunes.
El vestido azul tipo delantal de Judy Garland en El mago de Oz (Victor Fleming, 1939)
Adrian, a secas, fue uno de los vestuaristas más importantes del viejo Hollywood, donde vistió a estrellas como Rodolfo Valentino y trabajó con Alfred Hitchcock. Judy Garland tenía 17 cuando interpretó a Dorothy, una niña de 12 en la ficción. Adrian diseñó para ella el célebre vestido tipo delantal en cuadrillé azul, que no sólo aniñaba a la actriz sino que, además, subrayaba el carácter inocente y rural de Dorothy, a quien un tornado arrastraba desde la gris Kansas hasta la colorida tierra de Oz. En total se hicieron diez vestidos iguales, de los cuales uno, con manchas de transpiración en el cuello, fue subastado por 1,56 millones de dólares en Nueva York en 2015 (los otros fueron reciclados para otras producciones de la MGM). Sin embargo, el valor del vestido de la chica que cantaba sobre un lugar por encima del arco iris donde los problemas se derretían como pastillas de limón fue superado por el que obtuvo el traje de Zeke, el león cobarde. Diseñado por Adrian con piel y pelo de león, fue subastado un año antes por 3 millones de dólares. Disponible en Qubit.
El vestido rosa chicle de Marilyn Monroe en Los caballeros las prefieren rubias (Howard Hawks, 1953)
La idea inicial para el número en el que la cazafortunas Lorelei (Marilyn Monroe) canta «Los diamantes son los mejores amigos de una chica», rodeada de caballeros de frac en un cabaret parisino, era que la rubia debilidad actuara cubierta por tiras de terciopelo y diamantes de fantasía. Los directivos de la Fox encontraron el diseño muy osado, por lo que fue reemplazado por el icónico vestido rosa chicle de satén con un gran moño en la cintura y guantes largos hasta los hombros. El diseño fue concebido por William Travilla. No parece casual que eligiera el rosa, color asociado durante décadas a las mujeres desde su nacimiento, para el vestido con el que Lorelei se convertía en la sensual portavoz del (supuesto) deseo femenino. Tanto la prenda como el número musical fueron imitados por Madonna en el videoclip de su tema «Material girl» de 1984. En total, Travilla vistió a Monroe en ocho películas, entre ellas La comezón del séptimo año (1955), en la cual fue responsable del famoso vestido de cóctel blanco que dejaba al descubierto las piernas de Monroe cuando se posaba sobre la rejilla de ventilación del subte. Disponible en Qubit y Google Play Películas.
El vestido negro de Audrey Hepburn en Muñequita de lujo (Blake Edwards, 1964)
El inolvidable vestido de satén negro sin mangas, ceñido al cuerpo y largo hasta el suelo de Audrey Hepburn en Muñequita de lujo fue diseñado por Hubert de Givenchy. El modisto francés, íntimo amigo de la actriz, ya la había vestido en películas como Sabrina(1954) y La cenicienta en París (1957), en las que trabajó junto a Edith Head, ganadora de ocho premios de la Academia. El vestido de Givenchy aparece en los minutos iniciales, cuando la socialité Holly Golightly (Hepburn) se detiene por la mañana a admirar las joyas de la tienda Tiffany’s en una Nueva York casi vacía mientras toma café de un vaso de cartón y muerde un croissant. Holly también luce un vestido negro hacia el final, cuando Paul (George Peppard) la deja en el taxi en el que viajan juntos, acusándola de ser una cobarde que no se atreve al amor, no sin antes arrojarle un anillo de compromiso sobre el regazo. Pero la protagonista, que ya no es la misma, se baja del auto y alcanza a su amante en medio de la lluvia. Debajo de su piloto blanco hay un vestido negro y en su dedo anular, una joya, pero Nueva York ya no se ve tan vacía. Disponible en Qubit.
El vestido de lentejuelas de Michelle Pfeiffer en Caracortada (Brian de Palma, 1983)
Para el vestuario de la abúlica Elvira Hancock (Michelle Pfeiffer) en Caracortada, Patricia Norris se inspiró en la moda disco a la que tanto había aportado Roy Halston. Cultor de un estilo glamoroso y minimalista, al diseñador estadounidense le gustaba destacar la delgadez femenina con sus lánguidos vestidos al cuerpo. Todos los que luce Elvira en la película, como el de satén verde, tajo alto y espalda descubierta con el que Tony (Al Pacino) la observa embobado por primera vez, están inspirados en los tiempos de la discoteca Studio54, de la que Halston era habitué. Una decisión pertinente teniendo en cuenta que Elvira se pasa gran parte de la película fumando, inhalando cocaína o bailando con cara de hastío en el club Babilonia. Sin embargo, uno de los vestidos más recordados de Caracortada es el de lentejuelas doradas y escote profundo con el que Elvira, sentada a la mesa con un Tony pasado de copas que no para de agredirla, decide dejarlo. Una elección que parece subrayar la posibilidad de que, liberada de Tony, Elvira quizá pueda empezar a brillar como su vestido. Disponible en YouTube.
El vestido marrón con lunares blancos de Julia Roberts en Mujer bonita (Garry Marshall, 1990)
Las películas sobre jovencitas rústicas que deben ser pulidas como un diamante para alcanzar su esplendor fueron un tópico frecuente en Hollywood. En Mujer bonita, Julia Roberts interpreta a Vivian, una prostituta de minifalda y bucaneras que era transformada por un yuppie enamorado (Richard Gere) en una señorita de la alta sociedad, con ayuda de un encantador gerente de hotel (Héctor Elizondo). Marilyn Vance fue la responsable de reflejar a través del vestuario su progresiva sofisticación. Entre sus diseños emblemáticos están el vestido negro con gargantilla de encaje con el que Vivian acompañaba a su amante a una cena de negocios (y hacía volar por el aire un caracol de su plato), el vestido rojo de hombros caídos que usaba para ir a la ópera y el vestido sin mangas marrón de lunares blancos con el que asistía a un torneo de polo. Vance contó que dio con la tela con lunares en una tienda pero como ya no quedaban muchos metros, el largo del vestido -apenas por debajo de la rodilla- fue definido por esta limitación. Disponible en Claro Video, Google Play Películas e iTunes.
El minivestido blanco de Sharon Stone en Bajos instintos (Paul Verhoeven, 1992)
Pocos interrogatorios son tan recordados como aquel de Bajos instintos, en el que Sharon Stone descruzaba las piernas revelando sus partes íntimas ante cuatro policías entre intimidados y absortos. Para esta escena crucial, la vestuarista Ellen Mirojnickoptó por un vestidito súper corto, sin mangas y de cuello alto en blanco, un color asociado a la inocencia y a la frialdad. De hecho, la paleta de colores que eligió para el personaje de la sensual Catherine Tramell, una escritora sospechada de asesinar a una estrella de rock con un picahielos, estaba conformada por tonos pálidos y opacos como el blanco, el beige y el marrón. Todo lo contrario a los colores asociados a una femme fatale, como el rojo o el negro. «Nos la pasamos preguntándonos si lo hizo o no. Catherine era claramente la rubia glacial, similar a un personaje de Hitchcock», señaló Mirojnick años después. Las coincidencias no acaban ahí: el peinado que luce Stone en esa escena es muy parecido al de Kim Novak en Vértigo. Disponible en Netflix.
El vestido verde de Keira Knightley en Expiación, deseo y pecado (Joe Wright, 2007)
Joe Wright ya había trabajado junto a la vestuarista Jacqueline Durran dos años antes en Orgullo y prejuicio y volvió a convocarla para Expiación, deseo y pecado, ambientada en los años 30. Basada en la novela del británico Ian McEwan, contaba la historia de dos amantes, Cecilia y Robbie (Keira Knightley y James McAvoy), trágicamente separados por una falsa acusación por parte de la hermana menor de ella, Briony (Saoirse Ronan). Knightley lució el vestido largo de satén verde en la escena en la que la adinerada Cecilia consuma su amor con Robbie, hijo de una de las criadas, en la biblioteca de la casa de campo familiar. Según contó Durran, Wright le encargó que el vestido fuera verde, ya que asociaba ese color a los celos que Briony sentía hacia su hermana. El resultado fue su inolvidable diseño de breteles delgados, con un largo lazo que caía anudado desde la cadera y que dejaba la espalda al descubierto. En 2012, Wright, Durran y Knightley volvieron a trabajar juntos en Anna Karenina, por la que la vestuarista obtuvo su primer Oscar (el segundo fue este año por Mujercitas, nuevamente junto a Ronan). Disponible en Amazon Prime Video, HBO Go y Movistar Play.
El vestido de novia de Sarah Jessica Parker en Sex and the City – La película (Michael Patrick King, 2008)
Patricia Field, que revolucionó el mundo de la televisión y la moda con su vestuario para Sex and the City a fines de los 90 (la serie está disponible en HBO Go), también vistió a las cuatro amigas de Nueva York para la primera película. La mujer que convirtió a Sarah Jessica Parker en un ícono fashion, logrando que luciera espléndida en conjuntos imposibles, volvió a desplegar toda su creatividad para la película. De todos los modelos que su personaje luce a lo largo del film, el que quedó grabado en la retina de las espectadoras fue el extravagante vestido de novia tipo nube con el que es plantada en la iglesia por su eternamente fóbico Mr. Big. El diseño de satén de seda de Vivienne Westwood, con un corsé strapless en tonos dorados y falda abullonada color marfil, estaba rematado por un largo velo de tul beige y un ostentoso aplique con forma de pájaro de plumas turquesas. Un vestido que gritaba a los cuatro vientos que la periodista que escribía sobre el amor finalmente lo había encontrado y que, por pomposo, acentuaba su humillación. Disponible en Apple TV.
El vestido celeste de Lily James en La Cenicienta (Kenneth Branagh, 2015)
Sandy Powell, vestuarista con tres Oscar en su haber, diseñó el increíble vestido celeste de varias capas de seda que usó Lily James en La cenicienta. Tan irreal como un cuento de hadas, la prenda demandó 500 horas de trabajo por parte de 20 personas y estaba cubierto por más de 111.000 diminutos cristales de Swarowski que brillaban con cada paso de baile. También fue hecho con cristales Swarowski el zapato que Cenicienta pierde al escapar del baile del príncipe, aunque James nunca tuvo que usarlo. La actriz confesó que, si bien el grandioso vestido diseñado por Powell la ayudó a meterse en el personaje, usarlo fue una tortura. Al parecer no sólo era muy pesado, sino que su corset ajustadísimo le dificultaba respirar, por lo que tuvo que pedir varias veces hacer una pausa para que se lo aflojaran. Todo eso sin tener en cuenta que ponérselo le llevaba 45 minutos. Disponible en Amazon Prime Video.
Fuente: Astrid Riehn, La Nación