El suceso de Gambito de dama, la miniserie de Netflix protagonizada por Anya Taylor-Joy y basada en la novela escrita por Walter Tevis hace casi cuatro décadas, nos devuelve a los primeros planos la instalación del ajedrez en la literatura virtuosa.
Porque se trata de un “juego” que nombres como Vladimir Nabokov o Stefan Zweig, y hasta Jorge Luis Borges entre nosotros, tuvieron presente en sus obras. Hasta A través del espejo, la novela con la que Lewis Carroll continuó su notable Alicia en el país de las maravillas plantea al ajedrez como su hilo conductor.
Novela de ajedrez, de Zweig, y La defensa, de Nabokov, están consideradas las obras principales entre las que incluyen el juego ciencia. Pero en los últimos tiempos hay que ubicar esa línea a La tabla de Flandes –el primer hit de Arturo Pérez-Reverte– y En busca de Bobby Fischer, la novela de Freid Waitzin que inspiró una recordada película.
Gambito de Dama, la serie sobre ajedrez que se convirtió en un éxito de taquilla durante la pandemia.
Katherine Neville, una experta en informática y asesora de empresas financieras, convirtió a su novela de tintes esotéricos El ocho en un bestseller, con una trama de piezas de ajedrez de la época de Carlomagno.
El ajedrez aparece en textos de Lugones y Payró, Alberdi y Arlt, Martínez Estrada y Abelardo Castillo, y muchos más. Borges lo incluye en El jardín de senderos de se bifurcan y le dedica específicamente dos sonetos en El hacedor.
“En su grave rincón, los jugadores / rigen las lentas piezas. El tablero/ los demora hasta el alba en su severo / ámbito en que se odian dos colores”.
Sergio Negri, maestro internacional y autor de exhaustivos estudios sobre el ajedrez y la literatura, profundizó en ese vínculo del autor de Fervor de Buenos Aires. Según Borges “el ajedrez es uno de los medios que tenemos para salvar la cultura, como el latín, el estudio de las humanidades, la lectura de los clásicos, las leyes de la versificación, la ética”.
“Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada”.
Soneto de Jorge Luis Borges
Pero si en el caso de Borges podemos referir a una vinculación hasta filosófica –el ajedrez como una concepción de vida- en la actualidad tenemos el caso de Pérez-Reverte, un apasionado del juego hasta en su aspecto deportivo.
“La vida que llevé me hizo intuir que en el ajedrez había respuestas a ciertas cosas a las que yo me enfrentaba en la vida normal. Palabras como soledad, fracaso, victoria, horror, dolor, muerte, vida…, que después como reportero de guerra fui desarrollando”, contó en una entrevista con Chess Life.
“Mientras que hay gente que va a misa a buscar explicaciones o consuelo para la vida, yo todo eso lo encuentro todavía en el ajedrez. Yo voy al ajedrez como quien va a misa. Soy un mal jugador, soy mediocre, pero me produce fascinación, un estado espiritual muy intenso, me aviva la lucidez. Por eso he recurrido a él como materia narrativa en mis novelas y le debo muchas cosas”, agregó..
La tabla de Flandes fue, junto a El maestro de esgrima, las novelas que catapultaron a Pérez-Reverte a la fama. La tabla… refiere a una pintura flamenco del siglo XV, donde dos hombres están concentrados ante un tablero de ajedrez, mientras una joven restauradora detecta la trama oculta de un crimen.
El relato mismo de Pérez-Reverte se desarrolla como una partida de ajedrez. El tango de la guardia, varios de cuyos capítulos están ambientados en la Buenos Aires orillera y donde combina también intriga y romance, nos refiere a un match por el campeonato mundial en Italia. Y allí Pérez- Reverte aborda las circunstancias que rodean a los jugadores, como el clima previo, la psicología, los nervios y la preparación técnica.
“(Keller) es un muchacho tenaz. Cuando empezó, muchos de los grandes maestros practicaban un juego conservador, defensivo. Keller cambió todo eso. Se impuso por sus ataques espectaculares, los sacrificios inesperados de piezas, las combinaciones peligrosas”.
Arturo Pérez-Reverte, El Tango de la Vieja Guardia
La defensa de Nabokov y la breve obra póstuma de Zweig –Novela de ajedrez apareció en 1941, meses antes del suicidio del escritor- son consideradas verdaderas joyas literarias.
El autor de Lolita publicó La defensa hacia 1930, cuando aún residía en Berlin y todavía escribía en ruso. La ambientó entre los emigrantes rusos que huyeron de la revolución bolchevique.
“Es la historia de un jugador de ajedrez aplastado por su propio genio”, la describió Nabokov, quien no llegaría a apreciar la versión en cine con John Turturro y Emily Watson, filmada como La Defensa Luzhin a principios de este es siglo. La Defensa describe a Alexander Luzhin, un muchacho tímido que sufre acoso escolar y encuentra en el ajedrez su verdadero refugio.
“Tal vez fue precisamente porque ella no sabía nada de ajedrez la razón por la cual, más que un simple juego de salón o un pasatiempo agradable, el ajedrez era para ella un arte misterioso equiparable a todas las artes reconocidas”.
Vladimir Nabokov, La Defensa
Esta novela recién tuvo su edición en inglés en la década del 50 y allí el autor reveló que su personaje se basaba en Curt von Bardebelen, un maestro al que conoció (y que se arrojó por una ventana). Nabokov era un gran aficionado al ajedrez, una curiosidad entre sus obras es Poemas y problemas (1969) donde incluye medio centenar de poemas. Y 18 enigmas de ajedrez, el juego al que definió como “un arte bello, complejo y estéril”.
Stefan Zweig (1881-1942) escribió Novela de ajedrez cuando ya había atravesado el esplendor de su vida –los años de Viena, Zurich y Salzburgo- y cuando su obra era tan reconocida en sus relatos como en sus magistrales biografías (Maria Estuardo, Erasmo, María Antonieta, Magallanes y tantos históricos más), donde muchas veces incluyó guiños al ajedrez.
“Fue así como Kirko Czentovic ingresó a la galería de los ilustres campeones de ajedrez –que agrupa a los más diversos géneros de superioridad intelectual- como el primer personaje absolutamente ajeno a ese mundo espiritual, un muchacho aldeano, pesado, silencioso, a quien aún el periodista más experimentado conseguía nunca arrancar una palabra”.
Stefan Zweig, Novela de Ajedrez
Escapó del asedio del nazismo, pero no de su fantasma: se cree que su decisión de suicidarse junto a su segunda mujer, Lotte, se debió a que consideraba inevitable la victoria de Hitler y sus secuaces en la Segunda Guerra Mundial.
También había pasado por Buenos Aires hasta que se radicó definitivamente en Petrópolis, Brasil. Allí escribió Novela… (Die Schachnovelle, en su versión original en alemán) que ubica al ajedrez en el centro de la trama.
La historia se desarrolla en una travesía en barco desde Nueva York a la capital argentina y allí los personajes centrales son un sorprendente campeón mundial –Mirko Czentovic, surgido de una aldea de los Balcanes- y el doctor B, quien había sido detenido y deportado por la Gestapo. Zweig analiza el equilibrio y desequilibrio de una mente sometido a una presión extrema.
Fuente: Clarín