A partir de este momento, sólo hay que esperar que los auditores de la firma PriceWaterhouse Cooper lleven a cabo el escrutinio. Ellos serán los únicos -de aquí hasta la noche del domingo- que sabrá los nombres de los ganadores antes de que se hagan públicos para todo el mundo en la ceremonia televisada desde el teatro Dolby, la número 92 en la historia del premio más importante de la industria del entretenimiento.
Ya sabemos entonces quiénes son las personas que votan a los ganadores del Oscar. Y en pocos días sabremos quiénes recibirán las doradas estatuillas. Pero hay algo de lo que sabemos poco y nada: ¿cómo se llega a elegir al ganador? ¿cuál es el procedimiento que lleva a ese veredicto? La explicación puede resultar sencilla y compleja al mismo tiempo.
Este año es el primero en la casi centenaria historia del Oscar en el que todo el proceso de votación se realiza de manera electrónica. Hasta la edición anterior existía la posibilidad de enviar por correo una boleta a cada miembro de la Academia que así lo solicitara. A partir de esta temporada, el sufragio debe hacerse exclusivamente online.
Cada votante tiene frente a sus ojos en la pantalla una boleta electrónica y debe hacer dos cosas. Primero, ordenar de mayor a menor según su predilección las nueve candidatas a mejor película. La mejor recibe el número 1 y así sucesivamente hasta la última, según ese orden de mérito. Segundo, elegir a uno de los nominados en las otras 23 categorías. Cada rubro tiene cinco candidatos, con excepción de la categoría de maquillaje y peinado, que este año suma solamente tres.
Esas 23 categorías se resuelven a partir del sencillo criterio de la mayoría simple: quien obtiene la mayor cantidad absoluta de sufragios resulta el ganador. Pero con la elección a la mejor película, las cosas se complican y bastante. Es la única categoría del Oscar a la que se aplica para consagrar al vencedor un criterio distinto, el del llamado «voto preferencial».
Este método tiene como objetivo aprovechar al máximo la influencia de cada uno de los sufragios y hacer que todos los votos contribuyan al resultado final. A la vez, coloca en pie de igualdad a la totalidad de las películas nominadas y busca mantener las expectativas de paridad hasta el final. Lo vemos especialmente en casos como el de este año, que presenta varios títulos en aparente igualdad de condiciones para aspirar a llevarse el premio mayor de la fiesta del Oscar. La intención de la Academia parece muy clara: quiere que la mejor película del año tenga el máximo consenso posible.
Entonces, para llevarse el premio a la mejor película, se requiere que uno de los títulos nominados logre el 50 por ciento más uno del total de los sufragios posibles. En una temporada tan pareja y reñida como la actual, esa cifra es imposible de alcanzar en un primer intento, mucho más si los votantes son tantos (casi 8500).
Una vez que culmina el proceso de votación, en un primer escrutinio, los auditores de PwC agrupan y ordenan los sufragios para las nueve películas nominadas en igual número de pilas. Como se señaló más arriba, cada uno de los miembros de la Academia debían votar usando el criterio del orden de mérito: la mejor con el número 1 y de allí hacia abajo hasta completar las 9. De tal modo, en una pila aparecen todos los votos que obtuvo El irlandés en primer lugar, en otra se incluyen los de Había una vez… en Hollywood con ese criterio y así sucesivamente con los restantes.
El siguiente paso es descartar la pila de la película que tenga menos cantidad de sufragios con el número 1. Supongamos que Había una vez.en Hollywood obtiene el 38%; 1917, el 35%, El irlandés, el 28% y así sucesivamente hasta encontrarnos con la menos favorecida. Digamos que es Contra lo imposible, que tiene el 6%. Esto lleva a que sea apartada de la competencia. Sin embargo, quien votó de esa manera sigue siendo considerado en el conteo final.
Lo que establece el voto preferencial es que cada uno de esos sufragios se redistribuyan tomando ahora como referencia la película que aparece en el número 2 de esa lista. De manera tal de que quien había votado por Contra lo imposible como número 1 y -digamos- Guasón como número 2, logra que ese voto pase a integrar la pila de votos de Guasón, ya que ésta se convierte en número 1.
El procedimiento se repite una y otra vez, eliminándose de manera sucesiva a las películas que tienen la menor cantidad de votos con el número 1, y se aplica hasta llegar al momento en que una de las nominadas finalmente supera el 50% del total. El propósito del voto preferencial es lograr que todos los votos tengan significación e importancia hasta las últimas instancias. Se van eliminando películas, pero el total de sufragios se mantiene inalterable. Cuando se llega al veredicto final y una película supera la mitad más una de los votos, el número de sufragios es el mismo del comienzo. Se van descartando películas nominadas, pero no se descarta ninguno de los votos.
En situaciones tan parejas como las de esta temporada, por lo tanto, es muy posible que la película ganadora resulte no ser aquella que consiguió en la primera ronda la mayor cantidad de votos. Sabemos que los números de cada elección se guardan bajo siete llaves, pero es muy probable que algo así haya ocurrido el año pasado cuando Green Book ganó como mejor película derrotando a Roma, que llegó como favorita para la mayoría.
Siguiendo esa suposición, es muy posible que Roma haya obtenido la mayor cantidad de votos con el número 1 en la votación inicial, pero con las sucesivas redistribuciones Green Book (que podemos imaginar arrancando desde atrás) terminaría superándola en algún momento. Sobre todo porque eran tantos los que querían ver ganadora a Roma como quienes la rechazaban.
Un sistema de elección por voto preferencial, en teoría, reduce las chances de aquellas películas nominadas que polarizan opiniones y favorece al mismo tiempo las chances de aquéllos títulos que no son vistos desde posturas tan divisivas. De paso, se crean las condiciones para que la incógnita por el resultado permanezca abierta hasta el final y se palpite durante toda la gran fiesta del domingo que viene. Aunque la elección formalmente ya haya terminado y la suerte esté echada desde hoy mismo.
Fuente: La Nación.