Comenzó Sundance 2022, una edición otra vez virtual por la nueva oleada de COVID-19

El mayor festival de cine independiente del mundo había anunciado su regreso a la presencialidad, pero dio marcha atrás. ¿En 2020 fue uno de los grandes eventos propagadores?.

El Festival de cine Sundance, uno de los más influyentes del mundo por su aura vanguardista -buena parte del cine más llamativo de las últimas décadas le debe su trascendencia-, se inició con el mismo formato virtual que tuvo en 2021. Al igual que en la edición del año pasado, la programación es completamente online.

“Si bien es una gran pérdida no vivir la experiencia personal en Utah, no creemos que sea seguro ni factible reunir a miles de artistas, asistentes, empleados, voluntarios y socios de todo el mundo, para un festival de once días”, anunció la organización

Esta cita remite a la última versión presencial, ocurrida a fines de enero de 2020. Y de ahí el hilo continúa hasta un comentario del cineasta Rodrigo García cuando fue entrevistado entre otras cosas, por su película Four Good Days proyectada en cines de Park City ese año. Según publicó el Hollywood Reporter, bajo el título “¿Sundance fue la primera placa de Petri del Coronavirus?”, aquella edición del festival fue un Super Spread Event. Es decir, uno de los grandes propagadores de COVID-19 en Estados Unidos y luego al resto del mundo. “Después de todo, el pintoresco oasis de montaña se transforma en una placa de Petri: unos 120 mil asistentes de todo el mundo se apiñan en salas de cine, durante la temporada de los resfriados y la gripe”, se lee en uno de los párrafos de esa nota.

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Sundance 2020 fue la última edición del festival con presencia de público en las salas de Park City, estado de Utah. EFE/George Frey7/Archivo

El artículo agrega que dentro de la comunidad de la industria cinematográfica y hasta ese crucial 2020, ya se hablaba de la “gripe de Sundance” porque, justamente, muchos enfermaban como resaca de intensos días de festival. Fiestas nocturnas en ámbitos cerrados debido a las bajas temperaturas, muchos apretones de manos y diálogos a los gritos -si hay música a todo volumen, como casi siempre-, largas filas también en ámbitos cerrados y calefaccionados antes de ingresar a las salas. Una combinación perfecta. Solo que esta vez el número de enfermos fue mayor y con otros síntomas (los que el mundo conoció a partir de esa fecha, más o menos). El recuerdo del cronista, en ese momento y en ese lugar exactamente, es un eco lejano oído en algún noticiero televisivo sobre una situación de contagios en una lejana ciudad llamada Wuhan y la aparición espectral del entonces presidente Donald Trump con su latiguillo del “virus chino”, como gustaba llamarlo.

El recuerdo de aquellos días es que se trata un festival prácticamente ideal, por contenido y contexto. En medio de la explosión del streaming como inabarcable sala de cine a escala global, 24×7 y al alcance de un click en cualquier dispositivo de casi cualquier lugar del planeta Tierra, Sundance es un gran desfile de moda para productoras, plataformas, realizadores y actores de la industria cinematográfica. En ese sentido, es el gran escaparate del cine que vendrá, allí donde los grandes jugadores del negocio -plataformas y distribuidoras- van a comprar los títulos con los que atraerán a más abonados en todo el mundo, a cada minuto.

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La sala Egyptian, ubicada en el centro de Park City, es tradicional del Festival desde su creación.

Hay películas desde las 8 de la mañana hasta la medianoche, en un circuito de salas de cine y otros lugares acondicionados como tales, a los que se accede por bellas rutas y calles que serpentean entre montañas y elevaciones. El sistema de transporte es gratuito y en cada bus conviven cinéfilos con credenciales al cuello y esquiadores con sus portentosos equipos y vestimenta. A fines de enero, principios de febrero es temporada alta: Park City -antes un antiguo y típico pueblo minero del mitificado Oeste de los Estados Unidos- es ahora y fundamentalmente, una exclusiva villa de deportes invernales.

Segunda edición virtual

El cambio se decidió en pocos días. A fines de 2021 la organización había ratificado una versión “híbrida” que contemplaba el regreso de la gente del cine a Park City, pero dos semanas después y frente a la suba de casos de la variante Ómicron, dio marcha atrás para no saturar la infraestructura sanitaria de la zona: la ocupación de camas de terapia intensiva en el estado de Utah llegó a tocar un pico de un 80% y apenas bajó en estos días. Sin embargo, hay buenas expectativas para esta edición nuevamente online porque -como en otros ámbitos de actividad económica- demostró ser muy efectiva: menos costos, más alcance geográfico, más audiencia.

El costo para acceder a toda la programación del festival es de 50 dólares. Con esa cifra se adquiere el Explorer Pass, que brinda acceso a todas los cortometrajes de todas las secciones y también permite interactuar con la comunidad cinéfila allí presente, por medio de un novedoso sistema de entornos 3D y con acceso ampliado para este año. Hay que crear un avatar digital y a partir de ese momento se puede recorrer una serie de espacios virtuales, ya sea desde el teclado de un dispositivo o con auriculares de realidad virtual. Cuando el asistente se acerca a otras personas, su rostro aparece como una pequeña ventana de videollamada y así se puede pasar charlar en una especie de “burbuja” que tiene una capacidad máxima de 6 personas en la misma reunión. Y todos los largometrajes de la programación tienen su propio espacio para una fiesta privada, a las cuales asistir.

En este contexto, la programación, que comenzó este jueves 20 y se desarrolla hasta el domingo 30 de enero, se presenta como siempre muy atractiva, en sus variantes de ficción (películas, cortometrajes) y no-ficción (documentales, un punto fuerte del festival).

Resalta por ejemplo, el estreno de la primera película de la cineasta y guionista chilena Francisca Alegría “La vaca que cantó una canción sobre el futuro” producida por la compañía El Dorado Pictures del actor Alec Baldwin. Alegría ganó en Sundance 2017 el premio a mejor cortometraje de ficción por el impactante “Y todo el cielo cupo en el ojo de la vaca muerta”, y ahora regresa como hija pródiga, lista para despegar a las ligas mayores del cine mundial, con una versión extendida de aquella historia de puro realismo mágico. En un campo del sur de Chile, los animales piensan y cantan sobre el futuro del planeta Tierra mientras una familia convive con sus demonios interiores y un oscuro pasado.

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«La vaca que cantó una canción sobre el futuro», de Francisca Alegría (Chile)

Hay otras películas y documentales esperados con expectativa, casi todos con asegurada distribución comercial posterior al festival. Bien vale el dato: el año pasado Apple TV + batió récord al pagar 25 millones de dólares por el drama íntimo y familiar “CODA” (acrónimo en inglés que define “hijo de adultos sordos”). Esto significa que varias de los aquí mencionados seguirán el mismo y provechoso destino. Por ejemplo, el documental sobre el controvertido rapero -el artista anteriormente conocido como Kanye West– titulado “Jeen-Yuhs: A Kanye Trilogy” y que será estrenado a mediados de febrero en todo el mundo a través de Netflix. Y otro documental, “La Guerra Civil”, una mirada sobre la leyenda del boxeo mexicano Julio César Chavez y su enconada rivalidad con Oscar de la Hoya a mediados de los noventa, dirigido por Eva Longoria.

Fuente: Infobae.