No es ningún secreto que fue y sigue siendo uno de los grandes actores del cine. Pero a lo largo de su vasta carrera, Al Pacino ha hecho sus incursiones por la televisión, ganando dos Globos de Oro por esos trabajos, en el 2004 por la miniserie Ángeles en America y en el 2011 por el telefilme No conoces a Jack . Además en el 2013 obtuvo una nominación al Emmy por su rol protagonista en otro telefilme, Phil Spector, sobre el célebre productor musical.
Pues bien, Al Pacino ha regresado este año a la pantalla chica con una de las series revelación de la temporada interpretando a un cazador de nazis en Hunters , por la plataforma Amazon, donde tiene un papel de reparto acompañando al cada vez más prometedor Logan Lerman.
-¿Qué lo llevó a querer participar en Hunters?
-David Weil, el guionista, fue quien me convenció. Me pareció que tenía un enfoque muy original y personal. Le agregó un montón de colores diferentes a la propuesta y cosas que son mucho más eclécticas e inusuales que la forma tradicional de presentar una historia. Pero la base de mi decisión fue que me ofrecía un personaje que yo sabía cómo interpretar y me entusiasmaba ver hasta dónde lo podía llevar.
-¿Es muy diferente trabajar en una serie que hacer una película?
-No necesariamente. Y yo tuve mucha suerte porque se cuentan muchas historias simultáneas. Hay mucho espacio para desarrollar el tema y personajes que aparecen todo el tiempo. Digamos que no trabajé tanto como lo hubiese hecho si hubiera sido el protagonista de una película en la que me toca estar en todas las escenas. Tuve mucho tiempo libre. Fue uno de los planes de rodaje más fáciles que me han tocado en muchos años. Y aunque me iba por ciertos periodos de tiempo del rodaje, me mantuve fiel al personaje. No me fui a hacer otros proyectos en medio.
Al Pacino en «Hunters», el programa con el que volvió a la TV en 2020.
-¿Cuál de los dos medios le ofrece más libertad para trabajar?
-Todo tiene que ver con el texto. Lo que ocurre normalmente cuando estás interpretando personajes que no existieron en la vida real es que te identificás con ciertas personas que te permiten conectar con lo que estás haciendo. Sea cine o televisión, el trabajo es el mismo, tienes que encontrar a esa tercera persona en ti mismo. Eso tiene mucho que ver con el texto que te toca trabajar y también con David Weil, que me ayudó a entender el personaje. Me encontré con él un par de veces antes de decidirme a participar. En cualquier caso, no veo la diferencia a la hora de hacer el trabajo. Cambia si tienes que representar en la pantalla a una persona real, como fue en el caso de Serpico , donde tenía a Frank Serpico en el set todo el tiempo conmigo. Y en ese caso, fue una enorme ayuda tenerle allí. También hubo discrepancias entre lo que estaba escrito en el guion y lo que Frank me contaba que había ocurrido en la vida real. Luego yo iba a ver a Sidney Lumet (el director del filme) y lo volvía loco, porque le contaba lo que había pasado en realidad, y él me decía que la escena que tenía que hacer era la que estaba en el guion. Pero cuando trabajás con un guionista como David Weil, te sientes libre de poder hablar con él sobre todo y con mucha libertad.
-¿Cuando mira a Logan, se ve reflejado en él a la misma edad?
La verdad es que no. Es que yo era muy inconsciente. Yo venía actuando desde que era muy joven, pero tuve una conexión muy diferente con la actuación a partir de mis 21 años, cuando me di cuenta de que esta podía ser mi profesión. Cuando tenía la edad de Logan tuve mi primer gran éxito. Estaba en el teatro, en una obra llamada Indian Wants the Bronx , que lo cambió todo para mí. Ese fue un gran éxito, aunque yo ya venía de trabajar en el teatro de repertorio en Boston y también había estado en los cafés concierto del Greenwich Village en Nueva York, que era como París a principios de siglo. Estaba lleno de cafés en los que los actores hacían 16 funciones por semana. Recuerdo muy bien esa época. Había trabajado cuando era un adolescente en una cooperativa teatral junto a Martin Sheen. Actuaba y también me ocupaba de mantener limpio el lugar. Pero en ese entonces mi mayor preocupación era cómo iba a hacer para conseguir mi siguiente comida. Hacíamos 16 funciones por semana, a veces en obras distintas y en varios cafés. Pasábamos el sombrero después de cada función, nos ponían monedas y así era como nos ganábamos el pan. Los profesionales estaban en Broadway y nosotros éramos los amateurs. Me encantaba esa vida. Todo el tiempo hacíamos nuevos amigos. Y aunque me moría de hambre, cuando miro para atrás me parece un momento idílico de mi vida.
-¿Por qué?
-Había gente muy creativa en el Greenwich Village a principios de los ’60, como Sam Shepard. Vivir esa etapa ayudó a convertirme en el actor que soy hoy, pero también la buena literatura. Siempre digo a los actores jóvenes que lean más, porque eso es fundamental para tu desarrollo como artista. El conservatorio es importante, pero leer ciertos libros y la forma en la que uno se conecta con ellos también es esencial. Hoy en día ya no se lee como antes, vamos, yo tampoco lo hago. Me pongo auriculares en las orejas y escucho libros narrados. Es algo que disfruto mucho.
–Hunters es una historia de venganza. ¿Cómo se lleva usted con la teoría del ojo por ojo?
No muy bien. No soy ese tipo de persona. Jamás pensé así. Pero he interpretado personajes muy vengativos. En este caso, Meyer Offerman tiene una mirada muy precisa de por qué hace las cosas que hace. Por eso dice que un héroe no hace lo que es correcto, sino lo que es necesario. Es un tipo de pensamiento que yo nunca tuve, pero que existe. Jamás he profesado el ojo por ojo y diente por diente.
-¿Investigó sobre los auténticos cazadores de nazis?
-No hizo falta. Conozco bien esos casos, los he seguido con interés. Y he conocido a gente que ha estado en contacto con ellos. Por eso no tuve que hacer ninguna preparación especial para interpretar a este personaje.
Fuente: Clarín