Un hombre intenta robar una camioneta, pero los planes se tuercen y termina atrapado en su interior. Cae en su propia trampa y es objeto de un encierro que durará varios días y que deberá afrontar sin agua y sin comida. Con esta premisa argumental,4×4 lleva a los cines una historia que invita a la reflexión sobre lo circunstanciales que pueden resultar los roles de víctimas y victimarios. Un relato que juega con los géneros (el thriller desarrollado en medio de una escenografía claustrofóbica) y con la deliberada voluntad de abrir discusiones alrededor de temas candentes como la inseguridad y la justicia por mano propia.
Trailer de 4×4 – Fuente: YouTube
La trama de este thriller coproducido entre la Argentina y España comienza cuando un delincuente ( Peter Lanzani ) fuerza una camioneta de alta gama estacionada en la calle. El dueño del rodado (Dady Brieva), un peculiar obstetra de clase media, sabrá de inmediato que el ladrón está dentro y, en tono de venganza, emprende un plan maestro. El elenco principal se completa con Luis Brandoni en la piel de un atípico mediador policial.
«Al principio es una película de género. Pero cuando mi personaje, Ciro, entra en la camioneta todo cambia y lo que importa es la supervivencia, seas o no ladrón. El desafío es saber qué le pasa a una persona todo el tiempo ahí adentro sin comida y sin agua. Tratamos de llevar la trama a lo que cualquier persona podría llegar a sentir en ese lugar. Llega un momento en que decís: ‘Ah, pobre pibe’. Lo quieras o no empezás a sentir alguna empatía con el personaje», cuenta Lanzani.
Peter Lanzani, encerrado y desesperado.
La dupla Cohn-Duprat, con el respaldo de la poderosa productora española MediaPro, ideó este largometraje filmado en un estudio montado ad hoc. El set de rodaje se construyó en un espacio a cielo abierto a modo de gran plató exterior de 250 metros lineales de escenografía en los estudios Baires, que Pol-Ka posee en Don Torcuato, y recrea un barrio de la Capital de casas bajas cercano a una autopista. La calle adoquinada es de lo poco original del paisaje. Todo se hizo desde cero: se ambientó una cuadra con alumbrado, casitas de piedra y azulejos, rejas, cercos eléctricos, árboles artificiales y hasta algún curioso afiche en la pared. Así se garantizó un total control del rodaje y evitar el riesgo de supeditar la película a la locación. «No hubiésemos podido cerrar una calle verdadera durante cuatro semanas», reconoció Cohn. Se utilizaron además cuatro camionetas desarmables.
No se hacían películas así, íntegramente en un set propio, desde hace 50 años», contó Cohn a LA NACION en un momento del rodaje. «La suma de todos los planos de El ciudadano ilustre equivale a lo que aparece en los primeros cinco minutos de 4×4. Esta es una película muy técnica, muy de relojería. Sobre todo en la primera hora. Eso requirió mucha preproducción y trabajo sobre el sentido de los personajes. En el caso de Peter buscamos no estigmatizar, no caer en el estereotipo de pibe chorro que estamos acostumbrados a ver en la tele o en el cine. Queríamos que Ciro no se comiera las eses al hablar. ¿Por qué un personaje así no iba a poder terminar el secundario, como a gatas lo terminé yo?», se pregunta Cohn.
Peter Lanzani en 4×4.
Cuenta el director que la película que se fue editando en tiempo real, de manera simultánea al rodaje. «Eso nos daba mucho handicap para trabajar en el desgaste y el deterioro del personaje de Peter, de la camioneta. Todo el trabajo de maquillaje y de luz se sumó a este trabajo. A Peter lo tuvimos a dieta de hambre», bromeó. Para el actor, ese trabajo de filmación y montaje casi paralelo fue clave para asumir la condición de protagonista casi excluyente en el primer tramo de la película. «Es que no tenía al lado a alguien a quien mirar o devolverle un texto. Mi gran compañero de actuación esta vez fue el director de fotografía Kiko de la Rica. Estábamos los dos solos adentro de la camioneta y tuvimos que coreografiar muchas escenas. A veces me quedaba incómoda alguna postura, pero le servía a Kiko a la hora de tirar un plano. O viceversa: cuando yo estaba cómodo lo veía a Kiko en alguna posición estrambótica. Esa conexión ayudó mucho a que todos nos sintamos cómodos en ese espacio tan estrecho y se sumó al trabajo previo que hicimos con Mariano. Cuando llegamos al set ya sabíamos qué quería el personaje, quién era, qué puntos queríamos tocar, adónde queríamos llegar emocionalmente en cada escena, qué cosas queríamos adelantar y qué cosas no», detalla Lanzani.
Para Cohn, la situación que enfrenta el personaje de Lanzani es casi la de un náufrago. «Peter tiene la cámara muy encima y hasta el detalle más imperceptible se multiplica por diez en la pantalla, por lo que necesita controlar todo lo que hace. Es un actor muy inteligente y acá tiene un trabajo de resistencia con un desgaste físico altísimo».
Algo no salió bien: el delincuente logra ingresar a una camioneta de alta gama pero se le complica y mucho a la hora de salir del vehículoActor y director están totalmente convencidos de que la película despertará un debate intenso. «Lo que quisimos generar desde el comienzo -reconoce Lanzani- es una discusión, no una bajada de linea sobre lo que pensamos sobre el tema. De lo contrario el cine se vuelve solemne y para eso tenemos las noticias, la cruda realidad del país y del mundo. El cine ante todo es entretenimiento».
Cohn, a su turno, no se conforma con definir a 4×4 como una película de género, un thriller que transcurre casi en su totalidad adentro de un vehículo. Dice que todos esos elementos están, pero después (o detrás) de ellos lo que aparece es un dilema moral, que coincide con la aparición de los personajes interpretados por Brieva y Brandoni, y el «gran duelo actoral» que se establece entre ambos.
«La película que más agradezco es la que me entrega, además de los elementos de género, algo que me deja pensando y permanece hasta mucho después de salir del cine. Por eso yo no iba a perder tres años de mi vida maquinando nada más que una película de género parecida a otras de su tipo. Quería darle ese giro, esa vuelta de tuerca que tiene que ver con el cambio del punto de vista, que 4×4 representara todas las opiniones posibles sobre un tema. Cuando dejamos de ver las cosas desde la perspectiva del personaje del ladrón, de Peter, decidimos tomar riesgos. Pero elegimos eso, tomar posición frente al tema», explica el director.
Dady Brieva, el vengativo dueño de la camioneta.
Esa postura surgió de un hábito que la dupla Cohn-Duprat practica en cada uno de sus proyectos, la lectura del guion abierta a otras personas que son mencionadas en los créditos finales. «El tema de la película es muy complejo y candente, y nosotros mismos cuando escribíamos y discutíamos con los actores no nos poníamos de acuerdo. Esa contradicción aparece expresada y materializada todo el tiempo. Por eso decidimos compartir un guion tan sensible, trabajado en equipo desde el vamos, con gente que valoro muchísimo, amigos, gente ajena al núcleo duro del cine. Y te aseguro que todas las sugerencias que nos hicieron están presentes en el resultado final», señala el director.
Esa postura tiene para Cohn un corolario muy preciso: «Optamos por un tipo de final que en mi opinión traslada al público la responsabilidad de evaluar el sentido que tiene la película. Sabemos que esta decisión entraña un riesgo, pero siempre hemos hecho algo así en nuestro trabajo previo. El casting de El hombre de al lado planteaba muchísimos riesgos cuando lo armamos. Era explosivo y novedoso para ese momento. Con El ciudadano ilustre también nos pasó. Nos gusta transitar esa línea tan delgada».
Peter Lanzani en 4×4
No es otro afiche más en la pared
En la escenografía, con dirección de arte de Cristina Nigro, hay una cerrajería, un viejo local en alquiler junto a la camioneta y, a unos metros, sobre la pared de un tapial, un enorme cartel publicitario de la película El hombre de al lado 2: el vecino vuelve a casa, que queda bien a la vista en más de una ocasión. ¿Un guiño para los seguidores de la dupla Cohn-Duprat o el anticipo de lo que vendrá? Con una sonrisa, Cohn responde afirmativamente a la segunda opción.
«Todo empezó -cuenta- como un falso afiche. Lo llamé a Daniel Aráoz, le conté la ocurrencia y me respondió: ‘¡Qué bueno! ¿Y por qué no lo hacemos?’. Así empezamos a trabajar. Te puedo contar la primera escena: Víctor, el personaje de Daniel, se despierta un día en la terapia intensiva de un hospital después de pasar diez años en estado vegetativo. Abre un ojito, se arranca el suero del brazo, se levanta y sale rumbo a su casa. El vecino vuelve a casa. Estamos empezando a escribirla. Todos estamos diez años más viejos, más canosos. Los actores, los directores. Puede ser una experiencia muy divertida».