Estas primeras líneas son una continuidad de la pasada semana y su “juego”. Obviamente la resultante de “Horizontal, seis letras” es “verano”.
Y, este sábado, 21 de diciembre de 2024, a las 09:19 (Hora oficial argentina) – 06:19 (GMT/ Greenwich Mean Time o UTC-TUC/Tiempo Universal Coordinado) se produjo el Solsticio de Verano Austral, en esta parte del planeta y, al norte el Solsticio de Invierno Boreal, respectivamente, dando lugar a la noche más larga y más corta del año. Estacionalmente, el almanaque refleja el inicio de una de las estaciones: verano (por aquí) y el invierno (por allá), en acuerdo con el hemisferio que se encuentre más inclinado hacia el Sol y viceversa.
Solsticio es un vocablo del Latín que significa “Sol quieto”, uno de los dos momentos anuales en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo. Por su lado, el Diccionario de la Real Academia Española define la palabra “Verano”, indicando su procedencia del latín vulgar: veranum (tempus) como: 1- Estación del año que, astronómicamente, comienza en el solsticio del mismo nombre y termina en el equinoccio de otoño. 2- Época más calurosa del año que en el hemisferio boreal corresponde a los meses de junio, julio y agosto, y en el austral a los de diciembre, enero y febrero.
Cada ciclo anual en el hemisferio norte es coincidente (mes de junio) evoca el principio del mundo. Así, en cada rito, en cada ceremonia, se repite el acto cosmogónico que representa la eterna lucha entre la luz y la oscuridad. La mayoría de las culturas antiguas lo honraban con festivales conmemorativos. En Europa, ante su arribo, desde tiempos prerromanos, realizaron distintas celebraciones y rituales, con hogueras como las famosas de la Festividad de San Juan, con origen en las fiestas paganas anteriores al cristianismo, luego asimiladas por la iglesia. En tanto, en México, por ejemplo, el solsticio invernal se relaciona con el nacimiento una deidad local, el niño Mexi Huitzilopochtli, representación de la esperanza del nacimiento del nuevo sol, el despertar colectivo de la conciencia. En Sudamérica los pueblos originarios lo reverencian, en el caso de los andinos, con el Inti Raymi.
Un lugar vinculado y visitado es Stonehenge, monumento megalítico tipo crómlech (con hoyos, fosos, montículos, etc.), construido entre final del Neolítico y principios de la Edad del Bronce, cerca de Amesbury/Condado de Wiltshire/ 13 km de Salisbury/ Inglaterra. Consideran los arqueólogos su antigüedad entre 3100 a. C. y 2000 a. C. El conjunto es Patrimonio de la Humanidad, por UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura) -1986-. En el siglo XVII se pensó que esos tipos de círculos de piedra eran templos druidas, religión de la clase sacerdotal de los celtas de hace dos milenios, basada en la naturaleza con un enfoque en la ascendencia y la naturaleza.
Tanto los druidas, filósofos y maestros, persas, asirios, Roma, Egipto, China, pueblos nórdicos y otros, incluyendo diferentes sociedades iniciáticas, poseen modos de recordar al Sol y sus ciclos en nuestras vidas, tal la afirmación de Platón al considerarla, la representación más evidente de la idea de la divinidad y del bien.
Cumplida, de manera sintética y básica, la introducción acerca de la fecha, el tiempo, lo científico e histórico y otras ramas, tal vez sea el espacio para reflexionar (vinculado con el subtítulo de esta columna) que este año nos recibió con la “estación cálida” y nos despide, a su vez, con ella.
Pero… quizás, se están completando 365 días que sucedieron, una ocurrencia, de forma diferente, desacostumbrado y, además (acaso una percepción particular) aguardando cada mañana despertar a una “sorpresa” que semejó continuos “porrazos” con una consiguiente sensación/sentimiento de incredulidad, “castigo inmerecido”, tristeza, nostalgia, etc.
Con la suma de estas “visiones” se miró poco o nada, dada la “ruta” transitada, la aparición del Otoño, Invierno, Primavera, que por otro lado, salvando escasos y cortos períodos, no poseyó sus características habituales en el comportamiento del tiempo meteorológico. ¡Fijense que el Servicio Nacional especializado ha estado lejos de pronosticar realidades y sí colmar de alertas sobre fenómenos que, en su mayoría, nunca pasaron! Apuesto que ni se observó porque el cerebro tenía tantísimos cálculos que hacer y transitar búsqueda de soluciones a un transcurrir, salvo excepciones que confirman la regla, no deseadas.
No es difícil comprender por dónde han “caminado” estos últimos párrafos, cuando percibimos “lijada”, hasta la piel. Piero Antonio Franco De Benedictis (El querido Tano Piero) y José Tcherkaski escribieron en 1972, una canción (“Coplas de mi país”) que, en tres versos, definen una necesidad y, obvio, una realidad a practicar sino se lo ha hecho,,,
“Hay muy poco que contar,
las cosas se cuentan solas.
Solo hay que saber mirar…”
¿De acuerdo? Miremos sabiendo, creyendo en nosotros, con la certeza que quien espiritualmente, no importa el nombre ni el lugar donde encontrarlo, guía nuestras vidas, pueda “ponernos a prueba” pero con conocimiento muy preciso del límite, con esos objetivos, busquemos la mejor cara y una probable sonrisa, en este verano 2024/25. No mucho más ni menos.
Un cambio, a un clic de distancia, grabado en vivo, en Radio Caracas TV en 1984, en las máximas alturas de su talento, el maestro Astor Piazzolla, su bandoneón, y su Quinteto Nuevo Tango interpretaba su creación “Verano Porteño”. Los músicos Fernando Suárez Paz (violín), Pablo Ziegler (Piano), Oscar López Ruiz (guitarra) y Héctor Console (contrabajo). Publicado en (MusicVideos), sitio de YouTube del neerlandés escritor, productor de radio y televisión, en todas las cadenas públicas de su país, Theo Uittenbogaard.
Pese a lo pese, con los nuestros, TODOS, que estas Fiestas nos reúna en un gigantesco, increíble abrazo y la FELICIDAD nos haga compañía.
Cuídense mucho, muchísimo más, como no lo han hecho antes, sin pensar el nunca, que es ahora.
Nos reencontramos por febrero, los espero…
Norberto Tallón