“Beco” y “Xú”, así se llamaban cariñosamente Ayrton Senna y María da Graça “Xuxa” Meneghel. El romance entre el tricampeón de Fórmula 1 fallecido en 1994 y la reina de los bajitos fue corto pero intenso, y así lo refleja la ficción recientemente estrenada en Netflix, donde los ídolos son interpretados por actores brasileños Gabriel Leone y Pamela Tomé
Las figuras no se conocieron en el aeropuerto como se ve en la ficción, aunque dada su agitada vida, bien podría haber sido. Lo que sí es real y no hay discusión, es que el flechazo fue instantáneo. La primera vez que se vieron fue en 1988, en la casa de la animadora; antes él la había visto en pantalla y, según contó ella años después, había estado llamando a la cadena Globo sin parar para poder dar con ella. “Cuando nuestras manos se tocaron fue muy fuerte, hasta Zé, mi perro, se enamoró de él. Nos conocimos y en lugar de saludarnos nos tocábamos con las manos, en lugar de besarnos nos olíamos, tenía un humor diferente”, recordó ella alguna vez.
Días más tarde, el coqueteo continuó frente a cámara cuando él participó de un especial navideño que ella hizo para su show. Para ese momento, él ya ostentaba un campeonato que le había arrebatado a fuerza de trabajo y determinación a su colega y compañero de escudería (McLaren) el francés Alian Prost. Aquel reencuentro frente a cámaras fue revelador, no solo porque dejó al descubierto una de las historias de amor más atractivas para la prensa, sino por un triste presagio: la animadora le dio un beso para desearle feliz año nuevo por 1989, 1990, 1991, 1992 y 1993; en ese momento la conductora se interrumpió y dejó de contar. Tras la muerte del piloto, el primero de mayo de 1994, el video de aquel momento tomó otro significado.
“Lo que realmente quiero no lo puedo decir aquí, está censurado”, respondió en ese momento él a la pregunta sobre qué pedía para Navidad y se le acercó al oído para susurrarle su deseo. Así, como un juego, comenzó su historia. En más de una oportunidad él llegó a confesar públicamente que deseaba formar una familia con ella, pero ante las repreguntas de la prensa, siempre ponían alguna excusa para posponer un posible compromiso: “Nos casaremos cuando gane el Gran Premio de Brasil”.
En la intimidad, ponían la misma pasión que en sus trabajos. En una entrevista con el presentador brasileño Sergio Mallandro, Xuxa recordó la primera vez que estuvo con su gran amor: “Intentaba peinarme con la colita que usaba en el programa, le propuse un juego de intercambio: ‘¿Querés estar con la de la televisión? No hay problema, me pongo la botas y tú te pones el casco’”.
Compartían el amor por los animales y en lo profesional, ambos eran número uno en lo que hacían, lo que traía fama, reconocimiento, y dinero, un combo magnífico, pero muchas veces incompatible con la vida de pareja. Durante la época de campeonato, ni ella podía acompañarlo a las carreras para alentarlo más de cerca ni él podía salir de gira con ella y verla en la primera fila de los teatros en los que se presentaba.
“Tu amor o tu profesión”
En marzo de 1990, un año después de su primer encuentro, la pareja decidió distanciarse, no por falta de amor, sino de tiempo compartido. No hubo terceros en discordia, ni declaraciones explosivas ni desmentidas. “Así como él quería una persona que lo acompañase a los grandes premios, yo quería a alguien que viniese conmigo a mis compromisos”, decía ella.
Un poco más enérgico, él también se refirió alguna vez a la ruptura: “El gran problema es que Xuxa delira por su profesión y simplemente se encierra en su mundo. Creo que fui uno de los pocos que pude entrar en él”. Sin embargo, también admitía ser “especial como ella”.
En el 2011, la intérprete de temas como “Estatua”, “Ilarie” o “Todo el mundo está feliz”, visitó el living de Susana y admitió que una vez ya separados se siguieron viendo con “Beco”, como la familia y amigos llamaban al tricampeón. Además, se mostró triste al develar que tenía la esperanza de volver a compartir su vida con él: “Antes de morir yo decía que quería verlo. Muchos amigos después de su muerte me dijeron que él también hablaba de esto, de que terminaría la carrera y su relación con la chica con la que estaba y que iría detrás de una persona que había amado mucho”. Cuando la diva le preguntó si el piloto había sido el hombre de su vida, la brasileña titubeó y no contestó: “Cada uno tenía lo suyo, pero él tenía mucha fuerza. (…) Me gustaba como olía, era ariano, le gustaba la libertad, tenía todo en un hombre solo”.
Sin embargo, una de las confesiones más duras fue en el podcast de Brasil Quem Pode Pod, donde la conductora dijo haber sido una “idiota” por priorizar su carrera antes que el amor, ante un ultimátum que le dio en pleno romance, Marlene Mattos, su representante, señalada por muchos sectores de la prensa como la “culpable” de la ruptura. “Ella me dijo, ‘vos tenés que elegir entre tu profesión y tu amor, porque si seguís con él, me voy’. Ustedes ya saben lo que hice, fui una idiota. Yo pensé ‘más adelante lo voy a poder buscar, yo ya no voy a estar con Marlene y vamos a estar juntos de nuevo, pero no se pudo. No hubo más adelante”, lamentó.
Un reencuentro que nunca fue
No tuvo revancha en vida. Ese “más adelante” nunca llegó. El fin de semana del primero de mayo de 1994 se corría el Gran Premio de San Marino en Imola Italia. Senna no quería correr, tenía una fea sensación, se lo había dicho por teléfono un rato antes a su pareja Adriane Galisteu y a su hermana Vivian. Las sensaciones del campeón eran más que justificadas: el viernes Rubens Barrichello, de 21 años, chocó en la pista y sobrevivió de milagro tras haberse tragado la lengua en el impacto y estado muerto durante seis minutos. Al día siguiente, Roland Raztenberger no corrió la misma suerte, el austríaco de 33 años que había llegado a la categoría máxima cinco carreras antes perdió el control de su monoplaza durante la clasificación e impactó contra uno de los muros del circuito y falleció minutos después de haber llegado al hospital zonal.
A pesar de las “señales”, aquel domingo en Italia Senna se subió a su Williams, había logrado la pole, que mantuvo hasta la quinta vuelta cuando perdió el control y se estrelló contra uno de los muros, horas después falleció en el hospital Maggiore de Bologna. Su hermana se enteró por la televisión, su novia que estaba en Portugal recibió la trágica noticia a través de su madre, y Xuxa lo hizo por su manager.
La conductora no lo dudó y apenas pudo viajó a San Pablo para darle el último adiós a quien había sido su gran amor. Aunque no era la última pareja de “Beco”, la familia le dio un lugar primordial, dejando en un rol secundario a Adriane. Prueba de ello, fue al cementerio Morumbí con ellos, y hasta se sentó al lado de Leonardo, hermano del mítico campeón.
“En el fondo creían que volverían a encontrarse”, dijo años después Vivian, sobre la historia de amor de su hermano y su cuñada, a quien en la despedida del campeón le otorgó el título de “viuda de Senna”.
Fuente: Nieves Otero, La Nación