Crucigrama: Vuelta de Obligado

La Soberanía Nacional, por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.

Este lunes, en razón de la legislación vigente y su corrimiento a esta jornada, el miércoles, será el 20 de noviembre, para celebrar el Día de la Soberanía Nacional, instituido por Ley N° 20.770 del 26 de septiembre de 1974 promulgada el siguiente 9 de octubre. Tomó carácter de feriado nacional a través del Decreto 1584/10. Se conmemora, con la intención de fortalecer el espíritu nacional de los ciudadanos y recordar que la Patria se hizo con coraje y heroísmo, la batalla de la Vuelta de Obligado, por las condiciones en que ocurrió, la valentía de los argentinos que participaron y sus consecuencias, se la reconoce como modelo y ejemplo en pos de nuestra Soberanía.

Una época en que las fuerzas coloniales, aún “saltando” entre ellas de alianzas a guerras, no admitían haber perdido los territorios continentales y de ultramar a manos de movimientos independentistas y la organización, o al menos, los intentos de las nuevas naciones. El tiempo en que en el continente americano se sucedían sitios a puertos o ciudades, invasiones, fomento del contrabando, pretenciosa injerencia comercial, negociaciones espurias en busca de reconquistar poder económico y conseguir la instauración de normas que favorecieran sus intereses. Esta situación, con los métodos ya citados, y tantos otros, durante décadas por la fuerza de sus generales y/o almirantes o los consejos y astucias de sus cancilleres, embajadores y/o “enviados especiales” lograban “convencer” (no cuesta mucho saber la manera ya que el “registro” de traiciones es antiguo y extenso) voluntades para mantener y afianzar su “manejo” del mundo.

Hoy por hoy, Vuelta de Obligado es una de las localidades más emblemáticas que conforman el partido de San Pedro, con particular belleza de su paisaje agreste y litoraleño. El pequeño pueblo está ubicado sobre la barranca, la parte más angosta, sin embargo, inmensa del Río Paraná. El recodo del río fue el escenario de la batalla aquel 20 de noviembre de 1845. A poca distancia se encuentra con los lujos de una extravagante arquitectura, el castillo del poeta Rafael Obligado.     

Conservando la vegetación y fauna característica de la región, está allí el Parque Histórico Natural Vuelta de Obligado. Los visitantes pueden recorrer el predio por un camino de pasarelas de madera hacía los puntos de interés, existe un mirador para observar el río Paraná en todo su esplendor, con la presencia de lanchas, barcazas de los pescadores locales y el paso de imponentes buques. (Sí, ahora mismo).

La historia siempre tiene antecedentes. En ese año ’45 el gobernador, por segunda vez, de la provincia de Buenos Aires, brigadier general Juan Manuel de Rosas, en tanto el Uruguay estaba embarcado en una guerra civil entre los caudillos Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. Rivera con la ayuda de Brasil se hizo del gobierno Oribista, buscó apoyo en Rosas, quien lo proveyó de tropas y armamentos que sirvieron para invadir territorio oriental y sitiar la ciudad de Montevideo. La situación levantó los “ánimos” y el Reino Unido y Francia intervinieron en el conflicto con un autodenominado “Gobierno de Defensa”, bajo su protección y la de los brasileños, adjudicándose  un rol de mediadores. Intimado a retirar sus fuerzas el mandatario porteño rechazó la misma y de inmediato su flota fue capturada por los extranjeros “custodios del orden”.

En la tercera década del siglo XIX el avance de la navegación a vapor con grandes navíos mercantes y militares estaban en condiciones de remontar en plazos más cortos las vías de agua contra de la corriente y, además, una ventajosa relación del transporte de carga útil. Estas superpotencias de ¿todos? los tiempos acometían para adquirir garantías que les permitieran comerciar y gozar de libre tránsito de sus transportes por el estuario del Río de la Plata y ríos interiores pertenecientes a la totalidad de su cuenca.

A poco de la Revolución de Mayo de 1810, las autoridades, herederas del Virreinato, designaron a Hipólito Vieytes para recorrer las riberas del Paraná, examinar y hallar el lugar ideal para asentar salvaguardas ante una posible irrupción española para lo cual se consideró, prioritariamente, las características del recodo sampedrino, el que Rosas, al tanto de esos apuntes, decidió fuera el punto defensivo. 

Por el 13 de agosto de 1845 se instruyó a Lucio Norberto Mansilla (padre del escritor Lucio V. Mansilla) que edificara baterías costeras artilladas. Éste solicitó al juez de paz local Benito Urraco información del armamento existente y pusiera en estado de asamblea la milicia activa, a la vez, tener una lista de la población de entre 15 y 70 años. El 22 pidió el envío de 30 tirantes de madera para las baterías y, 12 de noviembre, envió a San Pedro al sargento mayor Julián Bendim, al mando de “ciento setenta y tantos” soldados de caballería e infantería, con la instrucción de proteger la ciudad de un posible desembarco anglo-francés.

Sin vuelta atrás. En el marco de la Guerra Grande (1839-1851), que enfrentó a la provincia de Buenos Aires, (Juan Manuel de Rosas, que designo comandante de las fuerzas porteñas al general Lucio Norberto Mansilla) y a la escuadra anglo-francesa, que intervino, bajo pretexto, de alcanzar la pacificación entre  Buenos Aires y Montevideo y el fin real de establecer relaciones comerciales directas con las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, sin pasar por Buenos Aires, ni reconocer la autoridad de su gobierno, encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, todo comenzó…

Una flota franco-británica (jefatura de los almirantes Samuel Inglefield -Marina Real Británica- y François Thomas Tréhouart -Marina Nacional Francesa-) de con 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes (que disponía de 418 cañones y 880 soldados) fue interceptada por tropas nacionales, al mando de Mansilla, enfrente: seis barcos mercantes y 60 cañones de escaso calibre. Las fuerzas europeas circulaban por el río Paraná desde inicios de noviembre, con lo más avanzado de la maquinaria bélica existente en naves impulsadas tanto a vapor como a vela. En parte parcialmente blindados, todos con grandes piezas de artillería forjadas en hierro y rápida recarga (cañones de 24 libras y 36 libras), granadas de acción retardada, shrapnel (municiones de artillería antipersonal y material, primeros obuses de fragmentación), cohetes “Congreve” y gran cantidad de balas

La principal fortificación argentina estaba allí, Vuelta de Obligado, en que el río tiene 700 metros de ancho y un pronunciado recodo dificultoso para la navegación a vela. Mansilla ordenó tender, al inmigrante italiano de apellido Aliverti, tres gruesas cadenas, costa a costa, sobre 24 lanchones. En la ribera derecha del río situó cuatro baterías artilladas con 30 cañones, muchos de bronce (calibres de 8, 10 y 12, el mayor de 20), atendidos por una dotación de 160 artilleros. La primera batería (llamada “Restaurador Rosas”) al comando de Álvaro José de Alzogaray,​ la segunda (General Brown), al mando del teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante, la tercera (General Mansilla) por el teniente de artillería Felipe Palacios y la cuarta, de reserva y aguas arriba de las cadenas (Manuelita) con teniente coronel Juan Bautista Thorne. En las trincheras 2.000 hombres, la mayoría gauchos asignados a la caballería, a órdenes del coronel Ramón Rodríguez, jefe del Regimiento de Patricios. Asimismo participaron tropas del 2º batallón de Patricios.

En el río estaba estacionado el bergantín “Republicano” con el irlandés nacionalizado Tomas Craig y la misión de cuidar las cadenas cruzadas. Fue volado por su tripulación durante el combate ante la inminencia de la captura, los cañoneros “Restaurador” y “Lagos” eran su compañía y escaparon indemnes, al fin de la batalla hasta el Paso “El Tonelero”. En las filas patriotas revistaban, como voluntarios, algunos soldados nacidos en las islas británicas que alegaban no estar cometiendo traición alguna pues no se había declarado formalmente guerra alguna a la Confederación. Con la ventaja del  relieve se dispuso a gran parte de la tropa en una especie de playa baja ubicada antes de las barrancas de20 metros de altura, con la certeza que el invasor iría primero por las baterías altas pues así la ubicada en la parte baja podía hostigar la aproximación de los navíos y oponerse más eficazmente a los desembarcos.

Las acciones se entablaron al amanecer del 20 de noviembre, primero con una escaramuza pocos kilómetros aguas abajo del río, con la acometida a tres lanchones patrulleros por la artillería enemiga. A las 8 de la mañana un vapor inglés liderado por Charles Hotham cañoneó las posiciones confederadas, sin mucho efecto. 10,30, reunidos con un diluvio de proyectiles los invasores obtuvo eficacia sobre las baterías que respondieron de inmediato, en clara desventaja por las armas de unos y otros. Los defensores los recibieron con un “¡Viva la Patria! y el Himno Nacional, cuando la nave capitana de Francia estuvo de frente a frente abrieron contra ella fuego en el acto matando a 28 hombres provocando severos daños en su arboladura (conjunto de elementos que permiten el movimiento) donde se contabilizaron 11 disparos solo en el palo mayor. Pese al gran ímpetu el intercambio de disparos causó desde un principio múltiples bajas en el bando argentino. Sin perjuicio de la desigualdad, las baterías dejaron fuera de combate a los bergantines “Dolphin” y “Pandour”, obligan el retroceso al “Comus”, silencian el poderoso “cañón de a 80” del “Fulton” y cortan el ancla de la nave capitana (que dejó de batallar y alejó a la deriva, aguas abajo). Ante la ferocidad con que se batían ambas partes Mansilla, (sin perder una acostumbrada serenidad, preguntó a su amigo italiano: “Che, Alberti, ¿qué es eso que echan al agua, de aquel barco?”, a lo cual el italiano (luego de mirar con su catalejo) contestó: “¡Son corpos [‘cuerpos’], usía!”. Tras dos horas de batallar las fuerzas locales agotaron gran parte de sus municiones, por lo que su respuesta disminuyó.

Ante el vuelco de los hechos, el comandante Sullivan ordenó el desembarco de dos batallones que avanzaron contra la batería sur. Mansilla dispuso carga a bayoneta mientras la encabezaba, fue herido de gravedad en el pecho por una salva de metralla. El coronel Thorne lo reemplazó en el comando de la artillería, mientras Rodríguez asumió el mando autónomo de la caballería. Thorne perdió casi por completo su audición por una explosión muy cercana. Con la baja de disparos de la escuadra protectora, los atacantes vuelven sobre las cadenas, con el buque “Firebrand”, adelante y a martillazos sobre un yunque, producen su corte. Más tarde la infantería, principalmente gala, desembarca y arremete contra la batería, despojada de 21 de sus cañones, al no poder llevarlos los inutilizan. Los desembarcados son embestidas por la caballería del coronel Rodríguez: las obligó a volver a los barcos temporalmente, en un segundo asalto tuvieron éxito.

Las tropas nacionales tuvieron 250 muertos y 400 heridos. Los usurpadores agresores, por su parte, 26 muertos y 86 heridos. Registraron grandes averías en sus embarcaciones que obligaron a permanecer casi inmóviles en distintos puntos del Delta del Paraná, para urgentes reparaciones. Finalmente, los anglo-franceses consiguieron forzar el paso, continuar hacia el norte y se atribuían la victoria. El mencionado almirante Inglefield dijo: “Siento vivamente que este bizarro hecho de armas se haya logrado a costa de tal pérdida de vidas, pero considerada la fuerte oposición del enemigo y la obstinación con que fue defendida, debemos agradecer a la Divina Providencia que aquella no haya sido mayor”. El parte médico elevado a Rosas, por el doctor Sabino O’Donnell, precisó los graves daños de los que fue víctima Mansilla. Para destacar que, poco después, Mansilla comandó las fuerzas de la Confederación en los ataques realizados río arriba a la misma flota anglo-francesa en los combates de San Lorenzo y de Toneleros.

Las fuerzas coloniales, contra lo que aguardaban, no obtuvieron simpatía de la población. A excepción y únicamente en Corrientes, sumaron algunos resultados comerciales. Continuaron hacia el Paraguay, también involucrado por la situación. Tras varios meses de haber partido, debieron regresar a Montevideo “diezmados por el hambre, el fuego, el escorbuto y el desaliento”. En la Vuelta de Obligado participaron numerosas mujeres que, como enfermeras, auxiliares de los artilleros o acompañantes de los combatientes, pusieron en riesgo su vida ante las potencias agresoras. Entre ellas, Patriotas de un grupo de damas de San Nicolás y San Pedro que abastecieron proyectiles y auxiliaron a los heridos. Josefa Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel, María Ruiz Moreno, Carolina Suárez, Francisca Nabarro y Faustina Pereira respondían a Petrona Simonino, según el parte de guerra, (Hija de padre francés y madre criolla, Petrona Simounin) heroicas mujeres que el relato histórico no supo reconocer con justicia. De modo que la victoria anglo-francesa resultó para ellos de muchas pérdidas en tantísimos sentidos en tanto la decisión de las fuerzas defensoras, como las complicaciones que imponía, e impone actualmente, el Paraná, hacían costoso una nueva “aventura” contra la voluntad del gobierno porteño.

La batalla tuvo gran difusión en toda América. Chile y Brasil, hasta allí hostiles a Rosas, cambiaron y se volcaron, momentáneamente, a la causa de la Confederación Argentina. Incluso algunos unitarios, enemigos tradicionales, se conmovieron, el coronel Martiniano Chilavert se ofreció a integrar el ejército de la Confederación. El general José de San Martín expresó desde su exilio francés a su amigo Tomás Guido:

“Ya sabía la acción de Obligado; ¡qué inequidad! De todos modos los interventores habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca. A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres sea cual fuere la suerte que nos depare el destino, que en íntima convicción no sería un momento dudosa en nuestro favor si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España”. (José de San Martín).

Una vez más el ejemplo de San Martín. Que si, en vez de mencionarlo por mencionarlo, hubiéramos leído lo que ha dejado en su correspondencias, escritos personales o relatos de quienes fueron de su cercanía, otra sería nuestra Patria.

Lo que se relató es Soberanía Nacional, para repasar siempre y que conozcan los que carecen del honor de entenderla.

A un clic de distancia, el capítulo “Batallas de la libertad: La Vuelta de Obligado”, producción del Canal Encuentro estrenado el 25 de octubre de 2011. Duración: 24’42”. Sin duda hay datos ya contados pero el contacto con la realización audiovisual brindará una perspectiva más amplia. Publicado en el sitio del realizador en YouTube.

Cuídense mucho, muchísimo más, como no lo han hecho antes, sin pensar el nunca, que es ahora.

Norberto Tallón