Una coreografía cósmica protagonizaron dos de los astros más famosos del sistema solar. El planeta de los anillos, el objeto sin luz propia que más distante se pueda observar a simple vista, Saturno, se unió a la Luna en un viaje a través de la bóveda nocturna. Figuras estelares de un vals que se inició a media tarde y concluyó poco antes del amanecer del martes, con momentos destacables a lo largo de la noche. La plateas preferenciales estuvieron distribuidas a lo largo del país, ya que pudo observarse desde toda la Argentina.
El primer movimiento lo hizo la Luna. Luego de su aparición extraordinaria el 2 de octubre para el eclipse anular ahora ya está en su etapa gibosa creciente. Es decir, pasando de cuarto creciente a luna llena (que ocurrirá el jueves). Por lo pronto, este lunes a las 16 asomó por el horizonte este con el 87% de su superficie iluminada. Con el Sol aún alto en el cielo, se vió tenue y azulada, pero para quienes tuvieron el horizonte este despejado, fue una aparición sutil y elegante.
El Sol hizo el siguiente movimiento al ocultarse por el oeste a las 19.10 y, con ello, empezó a oscurecer la bóveda celeste. Para ese entonces, la Luna estaba a unos 35° de elevación. Tomando el horizonte como los 0° y el punto que queda sobre nuestras cabezas como los 90°, la Luna estaba en el tercio inferior del cielo y allí esperó a su compañero de danza. Con el pasar de los minutos y el oscurecer del firmamento, un punto amarillento comenzó a brillar sobre el satélite de la Tierra. La distancia entre ambos era tan poca que apenas cabría una Luna más entre los dos astros (técnicamente los separará 0,5°). Ese fue el momento en que los dos se “unieron” para comenzar su recorrido por el firmamento.
Para las 22.30, la pareja llegó al punto más elevado que alcanzaron en la bóveda nocturna. Unos 60° sobre el horizonte en exacta orientación hacia el norte. Dentro de la constelación de Acuario, pero muy cerca de la de Piscis, la estrella más brillante cercana será Fomalhaut, que en ese momento se ubicaba casi en el cenit, el punto imaginario más alto sobre nuestras cabezas. A partir de ahí, los “bailarines” empezaron sus movimientos coordinados hacia el oeste, para poner final al espectáculo nocturno.
Cerca de las 5 de mañana, primero Saturno y luego la Luna se retiraron de escena por el oeste. Faltaba poco más de una hora para que el Sol asomara, pero ya antes sus rayos fueron corriendo el telón oscuro para dar lugar a un nuevo día. Primero se ocultaron las estrellas más tenues, luego las más brillantes y, finalmente, el firmamento nocturno. Entonces, el vals de los astros quedó en el recuerdo.
Qué es la conjunción
Se denomina conjunción a este acercamiento aparente entre dos astros. En realidad, es casi una línea recta lo que se forma entre la Tierra, la Luna y Saturno. Y aunque parezcan casi juntos, la Luna está muchísimo más cerca de nosotros que del planeta de los anillos. A 366.000 kilómetros quedó la superficie lunar de la terrestre mientras que, en el otro extremo, a 1.328.634.000 de kilómetros de la Luna estaba Saturno. Visto de otra forma, la Luna estuvo 3631 veces más cerca de la Tierra que el planeta.
Saturno es, de los cinco planetas que pueden observarse a simple vista, el más lejano de todos. Para no marear con millones de kilómetros, para medir dentro del sistema solar se inventó una medida muy práctica que es la unidad astronómica (UA). Esta equivale a 150 millones de kilómetros y es también la distancia promedio de la Tierra al Sol. Así, la Tierra está a una unidad astronómica del Sol, mientras que Saturno se ubica a unas 9,5 (UA); siempre en promedio, ya que los planetas se alejan y se acercan un poco al Sol durante sus órbitas.
Más allá de Saturno, se encuentran Urano y Neptuno, que no pueden verse a simple vista y por eso se descubrieron una vez que se inventó el telescopio; Urano puede verse solo en condiciones extraordinarias y muy tenue. Y de Saturno hacia el Sol se encuentran Júpiter, a 5,2 UA y que por estas fechas aparece cerca de medianoche. Luego Marte, a 1,5 UA; el planeta rojo se está haciendo visible a eso de las 2 am. Sigue la Tierra y, a continuación, Venus, a 0,7 UA y que ya al atardecer aparece bien brillante por el oeste. Por último, el más cercano al Sol: Mercurio, a 0,4 UA, que se observa sobre el oeste apenas luego del atardecer para pronto ocultarse tras el horizonte. Todos sin necesidad de instrumental alguno, desfilando ante nuestros ojos.
El más fácil de encontrar, esta vez como una excepción, fue Saturno. Su presencia sobre la Luna cruzó el firmamento como demostración de que el cielo proyecta una película maravillosa cada noche. Solo nos pide que elevemos la mirada para poder contemplarla.
Fuente: Ezequiel Brahim, La Nación.