Famosa por sus medialunas y borrachitos, la clásica confitería Boston cerrará sus puertas este lunes, después de años de conflicto. A pesar de que hubo rumores sobre un proyecto que prometía una inversión millonaria y hasta un plan con capitales extranjeros para exportar su producción, nada de eso ocurrió hasta ahora y la baja en las persianas hoy es irreversible. Los marplatenses, los turistas frecuentes y sus trabajadores se despiden de este ícono de la ciudad.
Pasaron siete años de los primeros telegramas de despidos de personal y cuatro después de que la justicia tomara la administración de la empresa en el marco de una causa por quiebra fraudulenta a los actuales dueños. El desarrollo de la causa en Tribunales, en la que los empresarios acusados lograron evitar una instancia de juicio oral y público a partir de un compromiso de pago de alto porcentaje de deuda comprometida, pone punto final a la actividad de los dos locales que continuaban funcionando con poco más de 40 trabajadores de los más de un centenar que supo tener la firma reconocida desde esta ciudad por sus medialunas y quizás aún más tradicionales bocados conocidos como “borrachitos”.
Por estas horas transcurren una suerte de “despedida” con sus clientes. Una situación que parece dolorosa por el saldo de cesantías, pero para nada sorpresiva, ya que la continuidad de puertas abiertas se había sostenido sobre la muy buena voluntad de los dos jueces que tuvo este proceso judicial.
“Se terminó”, aseguran los empleados desde mediados de esta semana, cuando se enteraron que el 30 de septiembre era la fecha acordada para que bajen las persianas de la boca de expendio de la calle Buenos Aires, frente al Casino Central, y la planta elaboradora con atención y venta al público de Avenida Constitución.
El primero de estos inmuebles lo entregará la sindicatura a los hermanos Juan Manuel y Pablo Lotero, últimos compradores de la marca que a partir del comportamiento irregular en el manejo de la firma quedaron procesados en mayo de 2020 por “quiebra fraudulenta, defraudación agravada por vaciamiento de empresa e insolvencia fraudulenta”.
Se los acusó de generar un vaciamiento de la empresa por cientos de millones de pesos, según remarcan los empleados de la firma. Aseguran que se hicieron de fondos, algunos de ellos derivados de la venta de locales, que no fortalecieron a la empresa ni ayudaron a saldar deudas importantes con acreedores.
Empleados consultados por LA NACION aseguraron que desde la justicia ahora se atendió una presentación de quienes son responsables de la firma Pastelera Tecomar S.A. y destacaron el desempeño de la justicia con la posibilidad de seguir trabajando durante estos últimos años.
Carlos Murcia, con 18 años de antigüedad y con actual cargo de supervisor, recordó que esta sindicatura les permitió que estos locales pudieran seguir funcionando y que un grupo grande de trabajadores pudiera mantener en pie una marca que hizo historia en Mar del Plata.
“Arrancamos con media bolsa de harina”, recordó sobre lo que les costó esa reapertura que se gestó en Tribunales y se concretó en junio de 2019 con 18 empleados, luego de decenas de ellos ya habían sido despedidos y se habían cerrado otros puntos de venta. En enero de ese año se había cumplido la orden de desalojo del local que funcionaba en Urquiza y la Costa, donde había 60 trabajadores.
En este último verano, con buen ritmo de demanda, los empleados llegaron a ser poco más de 50 y en la actualidad llegan a este lunes de despedida unos 40 en funciones. “Con los sueldos al día, incluso los de septiembre”, aclararon al insistir en el buen trato que recibieron de parte de la justicia.
Desde aquel paso que dieron hace poco más de cinco años aseguran que lograron construir un fuerte vínculo con los proveedores. De la desconfianza inicial por la falta de recursos dicen que pasaron pronto al apoyo y la financiación para disponer de mercadería con pagos a 30 o hasta 60 días.
El local de la calle Buenos Aires vuelve a manos de los dueños, aunque los empleados aseguran que dejarán la llave en manos de la justicia ya que sería el inmueble una garantía para las indemnizaciones que están pendientes de pago. El otro, donde funciona la fábrica en Avenida Constitución, ya tiene nuevo dueño desde hace un tiempo. El traspaso, en ese caso, será inmediato.
El personal sabe que con el fin de septiembre cierran y se quedan sin empleo. Dicen que desconocen si los empresarios tienen algún plan para continuar con la marca e intentar una reapertura. “Si así fuera, no queremos seguir con ellos”, aseguran y solo se entusiasman con la posibilidad que aparezca algún nuevo inversor que los saque de un vínculo con una patronal con la que vivieron muchos años de conflicto.
Estos últimos días, reconocen, han sido muy tristes. Hay gente con más de 20 años de historia con la marca y, destacan, una relación diaria con la clientela marplatense y otra periódica y firme con los turistas. “Sabemos que cuando vienen, sobre todo en fines de semana largos o vacaciones, antes de regresar se llevan nuestros productos como souvenirs o recuerdo de Mar del Plata”, detallaron.
Entre los trabajadores, un poco con bronca y otro con resignación, apuntan a los gremios y a la falta de apoyo que dicen que tuvieron desde esas estructuras. Puntualmente, señalan a la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos (Uthgra) y al Sindicato de Trabajadores Alfajoreros, Reposteros, Pizzeros y Heladeros (Starpyh), el primero con representación sobre trabajadores de atención al público y el otro con los del área de producción.
Fuente: Darío Palavecino, La Nación