Fran se pintó las uñas de colores para ir al cumpleaños de su novia Ema, y pidió que para su propia fiesta el tema sean las sirenas. Sirenas rosadas, en la torta, en los globos, en todos lados.
Hace cien años, o mucho menos, dos décadas atrás, esta criatura de cuatro años por cumplir hubiera sido “cancelada” por la familia y obligada a soplar velas celestes de una torta decorada con cancha de fútbol de azúcar. Pero de las cosas buenas del siglo XXI, rescatamos el fin de ciertos mitos sobre la masculinidad y la hombría, tópicos que prometen estar completamente desterrados en el futuro cercano, gracias a los próximos varones de uñas pintadas como Fran.
“Los hombres están empezando a reconocer que la vulnerabilidad no es un signo de debilidad, sino una forma de conexión auténtica con los demás” decía el psicólogo Michael Kimmel, experto en estudios de género, a propósito de un artículo sobre muchas figuras populares en las redes y las alfombras que, como Fran, van por la vida libres de tener que dar explicaciones. Figuras como Harry Styles y Timothée Chalamet mucho contribuyen a deconstruir la pose del protomacho incapaz de emocionarse que moldeó a los hombres del siglo pasado. Styles, en particular, ha declarado alguna vez que “la masculinidad no tiene que ser una caja; puede ser un espectro”. En esa dirección van algunos maduros como Brad Pitt y George Cloney, que hace poco fueron tapa de una revista abrazados en la cama.
La tendencia queda refrendada por los datos de un estudio reciente realizado por la plataforma de citas Bumble: el 64% de los hombres encuestados dice estar dispuesto a abrirse emocionalmente en sus relaciones románticas, una estadística que da cuenta de hasta qué punto han cambiado las dinámicas de género. Más de un tercio de los consultados (el 32%) cree que la intimidad emocional es ahora más importante que la apariencia física y otros valores, que lo que seduce en las redes es aquel hombre que no teme hablar hablar a calzón quitado de sus sentimientos o admitir complejos e inseguridades propias de cualquier ser humano, e incluso llorar, gesto que antes hubiera levantado “sospechas”. Pero la encuesta revela que uno de cada cuatro (el 25%) afirma haber cambiado activamente su comportamiento, volviéndose más abierto que nunca con las personas con las que sale; otra cuarta parte dice que esa apertura tuvo un impacto positivo en su salud mental, y para uno de cada tres (el 32%) no mostrar vulnerabilidad es ahora un motivo de ruptura en una cita.
“Desde el punto de vista de las relaciones, es positivo que ahora estemos en una sociedad en la que los hombres pueden ser vulnerables y abiertos. Ser guapo está de moda, y eso puede significar ser mucho más honesto con tus emociones, lo que puede resultar atractivo para quienes buscan relaciones significativas. Por ello, no es de extrañar que el nuevo it-boy de Hollywood sea tan babygirl”, explicó la Caroline West, experta en sexo y relaciones de la plataforma, respecto del actor Harry Styles.
TikTok se llenó de términos edulcorados que para describir a estos varones sin gomina que eliminaron para siempre el modelo del guapo contra el farolito que nos vendió el tango. Ahora les dicen fruity boy a los que no se ajustan a ese canon tradicional y golden retriever a los que son leales y muestran seguridad y devoción por sus parejas (al estilo de esa raza de perros); babygirl aplica para los que proyectan una actitud cariñosa y atractiva manteniendo rasgos masculinos en su estética, rodent men define a los no muy agraciados pero que son atractivos por su gran corazón y personalidad, y finance bro vendría a ser lo que era yuppie de los noventa, aunque menos psycho y más confiable, contrariamente a la reputación que solía rodear a los hombres de la bolsa.
Como quiera que les llamen, las conversaciones sobre masculinidad hoy son esenciales para erradicar la violencia de género y las relaciones tóxicas, algo que ha contaminado el el panorama de las relaciones románticas al punto de aumentar el mercado de solteros y solteras. Menos pose y más sensibilidad se agradece en un mundo cada vez mas volátil. Finalmente todos somos patitos feos dignos de amor…
Fuente: La Nación