Un Argentino en la Triple Frontera: Safari de los Pioneros

Una sencilla y linda aventura selvática – Por Alberto Antonio Curia, especial para DiariodeCultura.

En la tierra de las cataratas existen circuitos turísticos alternativos que suelen ser muy buscados por los visitantes que aman la vida al aire libre y el contacto con la naturaleza. En este espacio misionero los hay y son muy recorridos.

Uno de ellos es el “Safari de los Pioneros”, un sendero no está habilitado para el tránsito de vehículos particulares, por estrictas razones de seguridad.

Los turistas disfrutan al poder transitar el camino en un clima acogedor de absoluta tranquilidad. Solamente el crujir de los árboles en movimiento, el trinar de algún ave o los monitos que circundan entorno al humano en procura de algún alimento, rompen la monotonía.

Comienza a recorrerse desde la antigua “Estación de Guardaparques” que, pese al deterioro, se encuentra en pie entre las lianas, plantas cítricas que la abordan y los bananos que en cantidad le dan el color verde y amarillo al sector selvático, en medio de un abrumador silencio.

A pocos metros de la construcción, se observa un viejo árbol de yerba mate silvestre rodeado de hormigas tigre de gran tamaño.

El guía, baqueano del lugar, narra con mucho conocimiento el desarrollo evolutivo de las lianas y de otras especies arbóreas y, luego de andar unos 15 minutos, el conocedor nos presenta el “Ñahú”, arcilla muy utilizada por los nativos guaraníes para modelar sus vasijas.

Pudimos apreciar una variedad de helechos arborescentes de una belleza sinigual que tienen su origen en la época en la que los dinosaurios habitaban el planeta.

En el trayecto del camino pudimos conocer que esa zona se utilizó para la construcción de balsas y jangadas que transportaban troncos gigantes arrancados de la selva y que eran trasladados rio abajo, hacia el puerto de la ciudad de Campana, en la provincia de Buenos Aires, en tiempos en los que realizar ese viaje era toda una epopeya.

Antes de la formación del parque en este tranquilo y hoy apacible lugar en medio de la selva, ruidosos carros tirados por bueyes rompían con la quietud del paisaje, junto al retumbar de las hachas sobre los troncos con los que sacrificados obreros, sin temor a los peligros de la selva, afrontaban la ruda tarea para llevar el sustento a sus familias.

Nuestra aventura fue llegando a su fin, nos encontramos con un antiguo y degastado cartel escondido entre la maleza que otrora era un indicador de que se estaba cerca de los maravillosos saltos de agua de las Cataratas del Iguazú.

Lo que en la actualidad se hace en forma de aventura, en aquellos tiempos era un viaje lleno de dificultades.

El paseo se realiza todos los días, se provee agua mineral, repelente para insectos, binoculares para observación de aves y capa de lluvia.

Un paseo distinto que dura unas dos horas; hay que hacer reserva con anticipación con uno o dos días de anticipación y es una linda aventura en la tierra de las cataratas.

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Alberto Antonio Curia es Periodista y Consultor Turístico

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