Víctor Laplace tuvo dos grandes amores en su vida, la artista plástica y diseñadora Renata Schussheim, con quien fue padre de su único hijo, Damián, que es músico, y la vedette Nélida Lobato, que lo acompañó en los años de exilio. Hace ya algunos años que está solo y cuando le hablan de amor, él asegura: “No estoy en pareja, pero tengo grandes amigas. Creo mucho en la amistad entre el hombre y la mujer”, dijo hace un tiempo en el programa de Telefe, Cortá por Lozano. Y sobre poliamor expresó: “Yo soy monógamo. Quise siempre largo tiempo a una sola mujer, aunque a veces me desbanco, pero vuelvo. Hoy tengo amigas. Siempre tuve mujeres fuertes, inteligentes, bellas y eso es un valor agregado”, reflexionó.
Tuvo sus primeras novias en su Tandil natal y alguna vez confesó que era muy tímido y enamoradizo. “Estaba enamorado de casi todas las chicas de Tandil que no me daban ni cinco de bola. Era un chico lindo, pero vergonzoso y, fundamentalmente, muy desconfiado”.
Casado con hijo
Víctor conoció a Renata Schussheim en 1967, cuando trabajaba en la obra Timón de Atenas, en el Instituto Di Tella y fue amor a primera vista. Él estaba en escena y ella era la vestuarista. Pronto se fueron a vivir juntos y en 1971 nació Damián. Se separaron cuando el nene todavía no había cumplido un año, pero siempre tuvieron un buen vinculo, cercano. “Éramos muy jóvenes cuando nos conocimos. Y fue un amor un poco tumultuoso. Lo importante fue haber tenido la oportunidad de formar una familia y mantener una relación durante tantos años, sabiendo que uno cuenta con el otro. Hoy con Renata somos abuelos de dos nietas y es un placer compartirlo porque la familia es muy importante. Hablamos casi todas las noches. Hemos pasado épocas difíciles, pero creo que lo que nos sostiene es el amor de compartir una vida”, contó en un ciclo radial hace algunos años.
“Con Renata tenemos muy buen vínculo, nos llamamos, hablamos y compartimos comidas y encuentros con el resto de la familia. Eso es sabiduría de ambos, de poder llevar un vínculo con mucho afecto y respeto. Nos amamos mucho y tuvimos un amor muy hippie. Recuerdo que se iba al Once a comprar telas y ropa para que nos vistamos unisex, con camisas llenas de flores y pantalones Oxford. Nos veíamos transgresores para la época y por la calle nos lo remarcaban”.
El gran amor de su vida
Cuando conoció a Nélida Lobato ya estaba separado de Renata. Fue en el 72 y estuvieron juntos hasta el 79. “Me la presentó Beba Bidart y estuvimos hablando durante tres meses. Solamente hablando. Estaba fascinado con esa mujer, que además era diez años mayor que yo. Yo no la conocía, no sabía quién era, ni que había estado en el Lido de París. Era un joven peronista, contestatario, y un día me dijo que teníamos que ir al Lido de París. Yo ni conocía París y medio que me negué al principio. Y estando ahí, de pronto, alumbraron nuestra mesa con dos faroles y la presentaron y todos la aplaudieron de pie. Yo dije: ‘guau, esta mujer es muy grosa’. Me gustan las mujeres fuertes porque uno se nutre y aprende. Y aprendí a ser hombre con Nélida. Quiero decir que ella no me decía nada y yo pensaba: ‘me está queriendo decir tal cosa’”, contó alguna vez en Polémica en el bar.
En 1975, el actor recibió una amenaza firmada por la Triple A: “O te vas del país en 48 horas o sos boleta”. Así, sin pensarlo, el artista hizo sus valijas y partió a México junto Nélida Lobato. Volvió al país en el 83, con la democracia. En Incorrectas, que conducía Moria Casán en América, Laplace dijo que en el exilio vivió los años más tristes de su vida. “A mí me salvó mi hijo. Yo estaba en las últimas en México, dándome con lo que viniera, muy drogado, castigándome, muy enojado con el mundo. Soy un tipo sano, pero la pasaba muy mal en ese momento y quería irme de la vida. Y mi hijo me salvó, aunque no estaba conmigo, pero pensaba en él y eso me salvó. De todas maneras, Renata me lo llevó y me visitaron varias veces. Y por suerte estaba Nélida, que iba y venía. Cuando volví del exilio yo hablaba mucho de todo lo que había pasado, él se me acercó y me dijo: ‘papá, no hables más de eso’. Con esas tres palabras me ayudó mucho”, reveló.
La muerte, inevitable
Ya estaban separados cuando Nélida se enfermó, pero tenían una muy buena relación y Laplace la acompañó hasta el final. La vedette murió el 9 de mayo de 1982 por un cáncer hepático. “Ella no quería estar con enfermeras y yo la cuidaba, la acompañaba. Íbamos a lo del Padre Mario todas las semanas y le hacía imposición de manos. Un día él me dijo que eso era temporal, pero no solucionaba nada. Cuando Nélida se murió tuve que subir al escenario con el corazón destrozado. Merecía salir adelante porque era fuerte, no fumaba, comía sano y tuvo cáncer de hígado. Han pasado muchos años ya, pero la tengo siempre presente. Fue una mujer muy extraordinaria que me enseñó a ser hombre y jamás me marcaba los errores que pude haber cometido cuando era joven. Había una diferencia de edad importante, me llevaba diez años. Nélida fue mi pasión, mi amante, mi compañera, mi hermana, mi maestra y mi cómplice. Un amor que no fue de novelita rosa: teníamos unas peleas de espanto y unas reconciliaciones que eran viajar al cielo. Después la relación cambió: no dejamos de amarnos, pero nos quisimos de otra manera. Más tarde se enfermó, pasó lo que pasó y supe qué cosa era la soledad”, dijo hace unos años en Pampita online.
Víctor Laplace tuvo otros amores, pero ninguno dejó tantas huellas como Renata y Nélida. “Una vez me fui a España por amor y estuve un año y medio con una actriz española. Morí de amor”, contó hace un tiempo sin revelar el nombre de la actriz.
Fuente: Liliana Podestá, La Nación