Pasó los últimos años prácticamente recluido en el Château de La Brûlerie, donde sólo recibía la visita de sus hijos, sus nietos y unos pocos amigos. Getty Images
El último adiós a Alain Delon se hizo como él quería: nada de homenajes oficiales ni pompa, lejos de París, sin celulares y con unas cincuenta personas presentes, contando a sus tres hijos –Anthony (59), Anouchka (33) y Alain Fabien (29)– y a un puñado de amigos íntimos entre los que estaban Paul Belmondo –hijo de Jean-Paul Belmondo–; Rosalie van Breemen, ex esposa del actor y madre de sus dos hijos menores; el productor de cine Alain Terzian; el presidente del Festival de Cannes Thierry Frémaux y las actrices Nicole Calfan y Géraldine Danon, su ahijada. Claudia Cardinale, de 86 años, no fue debido “a su gran tristeza”. El sábado 24 a las cinco de la tarde, el mito del cine fue enterrado en La Brûlerie, su casa de la localidad de Douchy –a 135 kilómetros de París–, muy cerca de donde descansan los treinta y cinco perros que tuvo a lo largo de su vida, sus más fieles amigos.
El actor compró el Château de La Brûlerie en 1971 con su pareja de entonces, Mireille Darc, y juntos convirtieron el lugar en una suerte de refugio en el que los animales eran los protagonistas. Se trata de una finca de 120 hectáreas, ubicada en medio de la campiña en la región del Loira, a la que le dieron un aire rústico combinando muebles de madera y ratán con vigas a la vista. La gran chimenea siempre encendida funcionaba como epicentro de la vida doméstica (la casa cuenta con un lago artificial que el mismo Delon cavó). Declarada Monumento Histórico en diciembre de 1948, la estrella amaba La Brûlerie porque su gran parque le ofrecía tranquilidad y una privacidad absoluta. De hecho, hablaba de la propiedad como “la casa de mi vida, donde quiero vivir mis últimos días, donde quiero morir. Para mí es el máximo lujo. ¿Quieres que vaya al cementerio de Montmartre? No, no hay nada más bonito que esto”, dijo en una entrevista con El Independiente. Y, empujado por ese sentimiento, la convirtió en su residencia casi permanente en el año 2000. En esa época, fueron pocas las ocasiones en las que se instaló en su tríplex de París, ubicado en el número 42 de la avenida Presidente Kennedy, en el distrito XVI –había sido su nido de amor con Romy Schneider–, una joya de 780 metros cuadrados (la extensión iba del piso 7° al 9°) con vista a la Torre Eiffel. Decorado con estilo y buen gusto, tenía seis dormitorios, seis baños, sauna, baño turco, gimnasio y terraza. Aunque el ambiente más mágico era el estudio de Delon sobre los tejados, un espacio de vidrio en el último piso desde el que se veía toda la ciudad (el edificio, un maravilloso testimonio Art Déco en piedra tallada, está pegado a la antigua casa de Balzac). En 2012 lo vendió por 46 millones de euros.
SU PEDIDO
Tiempo antes de morir, el actor dejó organizadas sus exequias: una ceremonia sencilla y entierro en la capilla privada de La Brûlerie, que se construyó hace unos veinte años según sus indicaciones (monseñor Jean-Michel Di Falco, amigo del protagonista de Gatopardo, ofició la misa). Por pedido de la familia, que cumplía estrictamente con su deseo, se cerró el espacio aéreo sobre la casa durante todo el fin de semana y los fans y adoradores de Delon, que llegaron desde todos los rincones de Francia para despedirlo, pudieron dejar su mensaje de admiración en los libros de condolencias y sus ofrendas florales en el portón principal. Cuando todo terminó, el pequeño pueblo de Douchy culminó con seis días de agitación, con cámaras de televisión, periodistas y visitantes que revolucionaron el lugar, y recuperó su paz habitual. La misma paz que llevó a Alain Delon a elegirlo como su lugar en el mundo, el sitio en el que se recluyó a esperar la muerte.
Fuente: La Nación