“El día que me quieras”, la película con la que Carlos Gardel soñaba consagrarse en Hollywood y que se estrenó después de su muerte

El Zorzal Criollo la había filmado en 1935 junto a la española Rosita Moreno, con quien también rodó “Tango Bar”, pero falleció el 24 de junio de ese año, pocos días antes de su llegada a los cines

Carlos Gardel y Rosita Moreno en «El día que me quieras»

“Las noticias que enviaste sobre el El día que me quierasme produjeron mucho placer. Yo vi la película aquí en Bogotá, en privado, y Paramount está loca con el film. ¡Con decirte que van a lanzarlo en 5 teatros al mismo tiempo, en una ciudad donde hay apenas 15 cines! A mí la película me volvió a causar una impresión inmejorable y sigo creyendo que es mi mejor trabajo cinematográfico y que hemos matado el punto con las canciones. Me alegra la noticia de que se estrena en julio y espero llegar con los laureles fresquitos a Buenos Aires”, le escribió Carlos Gardel a su representante, Armando Delfino, el 20 de junio de 1935. Estaba ansioso y feliz por el lanzamiento del film que había protagonizado junto a la actriz española Rosita Moreno, con quien también había rodado Tango Bar, porque sabía que con ese trabajo el mundo entero se rendiría a sus pies. No imaginaba, sin embargo, que cuatro días más tarde lo sorprendería la tragedia.

Nacido el 11 de diciembre de 1890 en Toulouse, Francia, Charles Romuald Gardès había sido concebido como hijo “natural” Marie Berthe Gardès. Ella era una joven de 25 años que había quedado embarazada de un hombre casado y, en una época signada por los prejuicios, se había convertido en la vergüenza de la familia. Así que, tras un largo viaje en tercera clase con el que cruzó el Océano Atlántico, el 9 de marzo de 1893 arribó a la Argentina junto a su pequeño dispuesta a comenzar una nueva vida. Claro que nada iba ser fácil para esta madre soltera. Instalada en un conventillo del barrio de San Nicolás, comenzó a trabajar en un taller de planchado donde cobraba un salario que apenas le permitía subsistir.

No obstante, Carlos pudo estudiar en el Colegio Salesiano Pío IX. Y, aunque ya venía despuntando el vicio del canto, allá por el año 1914 comenzó una ascendente carrera artística junto al uruguayo José Razzano, que le permitió darle una mejor vida a su madre. Primero le alquiló un departamento en la calle Corrientes al 1700. Y, más tarde, le compró su primera casa en la calle Jean Jaurés 735 del barrio de Abasto. Es que, para entonces, el joven ya era conocido como el Zorzal Criollo por su inigualable voz y su inconfundible porte.

Sin embargo, la gran apuesta de Gardel tenía que ver con lograr el éxito internacional. Y eso, sin lugar a dudas, vendría de la mano del cine. Así que, después de seducir al público de cada uno de las ciudades latinoamericanas en las que se presentó, el Morocho del Abasto viajó a Francia donde protagonizó varias películas. Dos de ellas, Las luces de Buenos Aires y Melodía de Arrabal, hicieron que en 1934 Paramount Pictures pusiera sus ojos en él. La corporación estadounidense estaba atravesando un duro momento económico debido a la Gran Depresión y algunas malas decisiones de la empresa. Y vio en el cantante la posibilidad de abrir nuevos mercados en los países hispanos.

Carlos Gardel y Alfredo Le PeraCarlos Gardel y Alfredo Le Pera

Tras la creación de una productora independiente llamada Éxito Production, cuyo responsable era Gardel, en sociedad con Western Electric y Paramount, se lanzó la carrera de Carlitos en Nueva York. Tras convocar a Alfredo Le Pera, su amigo y colaborador, comenzó a trabajar en la música de Cuesta Abajo, film que protagonizó junto a Mona Maris, con quien mantuvo un romance oculto y quien al tener un nombre reconocido en Hollywood le permitió acelerar su camino a la fama mundial. El éxito fue aplastante: Estados Unidos, España, Cuba, Puerto Rico, México, Chile, Perú y Colombia fueron algunos de los países en los que descolló. Y lo mismo sucedió con El Tango en Broadway, ambas dirigidas por el francés Louis J. Gasnie. De hecho, también por este motivo fue convocado para participar con dos números en el film Cazadores de estrellas, junto a las grandes celebridades de la época.

Así fue como, en 1935, Gardel se preparó para rodar dos nuevas películas. Junto con Le Pera, decidió cambiar de director y convocar al austriaco John Reinhardt. En esta oportunidad, habían decidido registrar la voz en vivo del cantante, eliminando el doblaje de postproducción en las escenas musicales. Y también habían tomado la determinación de dirigir la película al público de los países de habla hispana, sin tantos modismos porteños ni los estereotipos europeos o norteamericanos. Además, habían logrado convocar un elenco que, además de la estrella española, incluía a Tito LusiardoFernando Adelantado y Mario Pelufo, al que se sumó un niño llamado Astor Piazzolla que hacía de canillita.

Cabe destacar que algunos célebres representantes del tango, como es el caso del poeta Homero Manzi, criticaron la decisión de Gardel de seguir filmando en el exterior. El creador de Milonga del 900 acusaba abiertamente al cantante de estar “retrasando el progreso de la cinematografía nacional”, ya que, según decía, “los filmadores extranjeros, al contratarlo, nos escamotean al astro de mayor arrastre de la lengua castellana”. Y pretendía verlo en escenarios locales junto a figuras como Libertad Lamarque o Luis Sandrini, bajo la claqueta de Argentina Sono Film. Sin embargo,Carlitos sabía que estaba frente a su gran oportunidad y no estaba dispuesto a desaprovecharla.

Pero lo cierto es que el destino le jugó una mala pasada. El 24 de junio de 1935, cuando estaba por despegar del aeropuerto Olaya Herrera de Colombia junto a Alfredo Le Pera, Guillermo Barbieri y Corpas Moreno, con quienes estaba realizando una gira latinoamericana, el avión en el que se encontraba se desvió en pleno carreteo y terminó embistiendo a otra aeronave. Gardel murió con tan solo 44 años de edad, en pleno éxito de su carrera y sin haber podido completar su “sueño americano”.

Gardel soñaba con triunfar en HollywoodGardel soñaba con triunfar en Hollywood

Tango Bar, donde interpretaba Por una cabeza, Los ojos de mi moza, Lejana Tierra mía y Arrabal amargo, y El día que me quieras, que incluía Suerte negra, Sol Tropical, El día que me quieras, Sus ojos se cerraron, Guitarra, guitarra mía y Volver, se estrenaron el 5 de julio de ese año, la primera en Nueva York y la segunda en La Habana, Cuba, para llegar un mes más tarde a los cines estadounidenses. Esta última fue, para muchos, la mejor película de Gardel. Y la que, tal como él suponía, lo consagró para siempre.

Fuente: Infobae