Foto: Uberto Sagramoso
Nueva York, 1983. “Cuando Charly tocó a mi puerta por sorpresa, los años de amistad que habíamos compartido desde los albores del dúo Sui Generis ya eran un recuerdo lejano. A pesar de que llegó sin avisar, no me extrañó que aclarase de entrada que venía a impregnarse de la energía de Nueva York. En esos primeros ochenta, la ciudad era el centro del mundo. Una meca donde convergían muchísimos artistas en busca de inspiración, para sentir el gusto de la libertad total”.
Así comienza uno de los capítulos del libro Pequeñas anécdotas sobre Clics modernos, de Ada Moreno, la fotógrafa argentina que vivió los inicios del rock argentino (fue pareja de Billy Bond, aunque en la bio de su Instagram se describa como “girlfriend of Charly García & Nito Mestre”) y que recibió a García en 1983 en su casa de Manhattan, a la que había llegado seis años atrás, escapando de la última dictadura militar. “Es una persona hermosa y tiene una gran historia para contar”, suma Fernando Samalea, histórico baterista de Charly que aquí figura con el crédito de haber impulsado y ayudado a Ada a escribir este libro.
La historia para contar que tiene Ada es la de los meses en que se gestó Clics modernos, un disco que quebró la música argentina de la década del 80 y para muchos la obra definitiva de Charly García, en medio de una Nueva York que estallaba de arte en cada una de sus esquinas, como bien atestiguaba la mismísima esquina de Walker St. y Cortland Alley (desde noviembre del año pasado rebautizada Charly García Corner), que ilustra la portada del álbum.
“Estoy en un enorme loft. Así llaman aquí a los departamentos construidos en edificios que anteriormente fueron depósitos, fábricas o talleres. Obviamente, estoy en el Greenwich Village. No concibo vivir en Nueva York de otra manera. El lugar es por fuera lúgubre y por dentro muy cálido. Ha sido pintado, desde el techo hasta los pisos, en un blanco purísimo. Frente a los tres ventanales que dan a la calle Weverly están instalados los dos nuevos sintetizadores que me compré. Hacia el fondo —digamos, a espaldas de donde estoy sentado ahora, dictándole al grabador esta especie de carta abierta y a la distancia— se halla la cocina”, contaba Charly en aquellos días para lo que sería una suerte de soliloquio publicado en la revista argentina La Semana, el 8 de agosto de 1983.
“Lo primero que hizo fue cortarse el pelo —cuenta Ada—, ponerse los tiradores con las teclas de piano y apropiarse de mis Rayban blancos. Desde entonces, no paró más. En ningún momento confesó que quería cocinar algo novedoso en cuanto a lo musical, ni inventar la pólvora. Eso se fue dando a medida que se adentró en la vorágine, ya que allí todo estaba en permanente cambio”.
La historia de Ada es la mitad del libro y la otra mitad está a cargo del periodista Facundo Soto (autor de De la noche a la mañana, biografía de Palo Pandolfo, ed. Sudestada, y Charly Queer: Todavía sigo siendo un anormal, ed. Chirimbote, entre otros), que recopila la vida artística y personal de García durante aquel 1983, a través de las entrevistas que el músico dio en ese año, hablando tanto de música como del inminente regreso de la democracia, los años de la dictadura, el fin del hipismo y la apertura a la diversidad sexual entre otros temas.
Fuente: Rolling Stone