La confesión de Melina Lezcano luego de irse de Agapornis: porqué cambió su apellido por «Brizuela» y el nuevo proyecto que nació de una amistad

Luego de anunciar su desvinculación de la banda, la cantante contó los motivos y sus ganas de tomarse un descanso y encarar proyectos “más tranquilos».

Melina Lezcano pasó los últimos 10 años de su vida arriba de los escenarios. Después de reemplazar a Belén Condomí Alcorta, quien dejó Agapornis justo en el momento en que estaba en su pico, Meli se convirtió en la voz de la banda. La cantante, que arrancó a los 12 en Generación Pop, se subió a un tren del que no le fue fácil bajar. Fueron años de mucho trabajo, de amistad y hasta noviazgo -su pareja es amigo de los “chicos de la banda”-, pero la pandemia le mostró que sí se podía llevar otro ritmo.

“Entré con 23 y hoy tengo 33 años”, dice. Y explica que si bien le costó alejarse de Agapornis, siente que fue la decisión correcta. “Tenía estrés vocal”, confiesa. Ahora, después de pasar unos días en el Sur, piensa enfocarse en proyectos más chicos y con horarios más compatibles con la vida que quiere llevar adelante. “Tocamos en fiestas, muy tarde a la noche y después, hasta el miércoles, no puedo recuperarme. Así cada semana”, suma.

Confirma que ya no se llamará Melina Lezcano: tras un proceso legal para asumir el nombre de su papá del corazón.

El primer paso fue cambiar su nombre en su cuenta de Instagram. “Meli Brizuela, ex Lezcano”, dice en el perfil de la red social. Después de vivir 35 años con el apellido de su padre biológico, Melina se animó a dar vuelta la página y comenzar a transitar su búsqueda de identidad. “Mi papá se fue de casa cuando yo tenía un año y medio, por lo que prácticamente desde que tengo memoria me crie con mi papá del corazón, Tirso Brizuela. Él llegó a nuestra vida cuando yo tenía 3 años y formó una familia con mi mamá, Mabel”, explica la excantante de la banda de cumbia pop Agapornis.

–¿Por qué sentiste la necesidad de cambiarte el apellido?

–Durante mucho tiempo viví con enojo hacia mi padre biológico por toda esa ausencia y abandono que había sentido desde chica; incluso llegué a borrarlo de mi mente: para mí él no existía. No entendía por qué una persona que me había dado el apellido no quería estar más en mi vida. Sin embargo, con terapia y mucho trabajo interno, entendí que tenía que dejar de pelear contra el mundo y aceptar. Aceptar que era Lezcano, aceptar que tenía un padre biológico y también un padre del corazón. Una vez que asumí eso, pude permitirme elegir cómo yo quería identificarme en la vida. Esto es lo que es y lo que me tocó, y hoy por suerte puedo decirlo desde un lugar lindo, ya sin rencores.

–¿Qué dijo tu papá adoptivo cuando le contaste la idea?

–Él es muy pragmático, hasta que no tenga todos los papeles no festeja. [Se ríe]. Hoy me mandó un mensaje diciéndome “te quiero mucho, hija”. Toda la vida soñé con tener el apellido de mi papá, creo que era un sueño de los dos. Por eso pienso que cambiarme el nombre en algún punto es también hacerle un regalo muy grande a él, que me dio tres hermanas [su papá adoptivo formó una familia con su mamá Mabel, con quien tuvo una hija, Delfina, más dos hijas de su matrimonio anterior, Florencia y Lucía]. Cambiarme el apellido fue como renacer para mí, volver a empezar.

Por estos días, la artista está más enfocada en su trabajo con los animales. Además de promover el proteccionismo en sus redes sociales, Meli conduce el ciclo "Data animal".
Por estos días, la artista está más enfocada en su trabajo con los animales. Además de promover el proteccionismo en sus redes sociales, Meli conduce el ciclo «Data animal».FOTO: MATÍAS SALGADO

–¿Cuándo hiciste el clic para comenzar ese proceso?

–Fue a fines del año pasado. Recuerdo que publiqué una historia en Instagram pidiendo a la gente que me ayudara a ver cómo hacer los trámites. Así conocí a dos abogadas feministas de La Plata y con ellas iniciamos el proceso ante la ley. Ya presentamos todos los papeles, así que el fallo es inminente.

–¿En qué te afectó la ausencia de tu padre biológico?

–[Se toma unos segundos para responder]. Una de las cosas que noto en mí es esa necesidad de reconocimiento, tal vez por eso estoy arriba de un escenario desde los 13 años. Hay algo del aplauso que tiene que ver con la revalidación del amor, del cariño, de sentirme querida. El aplauso es un mimo al ego. Mi problema más grande creo que fue cuando empecé a relacionarme sexoafectivamente con mis parejas. Me cuesta el amor, pero estoy aprendiendo. Siempre digo que si el primer hombre de mi vida que tenía que haberme amado, protegido y cuidado no lo hizo, ¿cómo voy a creer que los hombres que pasen por mi vida se van a quedar? Fue un proceso largo dejar de lado esa sensación de abandono, de creer que todos al final me iban a dejar. Con mi ex –con el que rompí hace unos meses– tuvimos una relación muy linda. Él me enseñó a vivir el amor desde la libertad y la individualidad.

Con su padre adoptivo, Tirso Brizuela. “El otro día me escribió ‘te quiero, hija’”, cuenta emocionada la artista, quien mantiene una excelente relación con su hermana Delfina Brizuela y sus hermanastras Lucía y Florencia Brizuela.
Con su padre adoptivo, Tirso Brizuela. “El otro día me escribió ‘te quiero, hija’”, cuenta emocionada la artista, quien mantiene una excelente relación con su hermana Delfina Brizuela y sus hermanastras Lucía y Florencia Brizuela.

MELI, AL RESCATE

Para Melina, el amor no se manifiesta sólo a través de los vínculos familiares o de pareja. Ella, además, tiene un amor inmenso por los animales, a los que protege. “Nací rodeada de perros y, si bien mi familia no es tan animalera, yo enseguida conecté con ellos. Me informé, me metí como voluntaria en una ONG, llevé mi sueño solidario a Showmatch en 2017 y desde ahí no paré. Al día de hoy, tuve en tránsito a más de setenta perros rescatados del abandono y el maltrato”, cuenta entusiasmada la artista mientras acaricia a Chewbacca, uno de sus tres perritos adoptados.

Separada desde hace tres meses, Melina tiene puesta su energía en el ciclo de streaming "Estamos en una", junto al personal trainer Leandro Pérez.
Separada desde hace tres meses, Melina tiene puesta su energía en el ciclo de streaming «Estamos en una», junto al personal trainer Leandro Pérez.FOTO: MATÍAS SALGADO

–¿Cómo es tu vínculo con tus perros?

–Es un vínculo de mucho amor, aunque también lleve mucho trabajo. Hay que dejar de romantizar que adoptar es un cuento de hadas, en el medio hay mucho laburo también. Cada uno de mis perros, Chewbacca, Kika y Nicolás, tiene sus cuestiones. El más sensible es Nico, es el que vino más golpeado. Hoy, por un tema neurológico, tiene paralizadas las dos patitas traseras. La verdad es que lo dimos todo con él, juntos pasamos por todas las terapias. Hasta que un día hice la terapia de comunicación porque me sentía muy insegura, no sabía si estaba haciendo lo correcto ni cómo se sentía él en relación con todo eso. En esa terapia Nicolás me dijo que era muy feliz conmigo, que no sabía si iba a volver a caminar, pero me agradecía el poder compartir la vida conmigo. También me dejó dicho que disfrutaba mucho de todas las cosas que hacía con él. [Se emociona].

–¿Tu perro Nicolás te hizo saber eso? ¿Podés explicar de qué se trata la terapia de comunicación?

–Vos te comunicás con tu perro a través de una facilitadora. En mi caso lo hice con una veterinaria que además realiza este tipo de terapias. A mí me ayudó mucho; aprendí a entenderlo más a él.

“Me cuesta el amor. Si el primer hombre de mi vida que tenía que haberme amado, protegido y cuidado no lo hizo, ¿cómo voy a creer que los hombres que pasen por mi vida se van a quedar?”, dice.
“Me cuesta el amor. Si el primer hombre de mi vida que tenía que haberme amado, protegido y cuidado no lo hizo, ¿cómo voy a creer que los hombres que pasen por mi vida se van a quedar?”, dice.FOTO: MATÍAS SALGADO

–En tus redes compartís tu amor por los animales. ¿Te gusta ese rol activo como comunicadora?

–Ciento por ciento. La verdad es que podría haberme quedado muy cómoda en la cama cobrando dólares como influencer por los canjes de marcas de belleza y esas cosas, pero me pareció que había una responsabilidad enorme, social, de explotar mi cuenta para dar a conocer la realidad del proteccionismo y el rescate de animales maltratados. De hecho, también tengo un ciclo que se llama Data animal, donde hago entrevistas y comparto nuestra labor social. Yo no vivo de rescatar animales, con esto no gano un peso. Lo hago de corazón y siento que mis redes tienen que aportar algo más que una imagen.

«A través de una facilitadora hice terapia de comunicación con mi perro Nicolás…Él me dijo que era muy feliz conmigo, que no sabía si iba a volver a caminar, pero me agradecía el poder compartir la vida a mi lado»

–¿Vas a volver a cantar profesionalmente?

–Toda la vida soñé con ser Britney Spears y Beyoncé y durante los once años que estuve con Agapornis tuve la suerte de cumplir mis sueños. Fue una etapa muy dinámica, nómade, de gira en gira, que me encantó y me marcó para siempre, pero me pasa que necesito estar quieta, tran – quila, en un solo lugar. A veces pienso en la banda y enseguida mi cabeza me lleva a las giras y a los viajes, y no sé si quiero eso ahora. Nunca voy a dejar de cantar porque me hace muy feliz. Simplemente, hoy tengo el foco en otro lugar.

–Con tantos cambios, ¿cómo definirías tu presente?

–Estoy en el mejor momento de mi vida. Desde los 15 años hago terapia para trabajar todas las cosas fuertes que me han tocado vivir. Por eso estoy feliz de cómo me veo hoy, vibrando en eje, alineada con lo que pienso y siento. Estoy en paz. •

SUS NUEVOS PROYECTOS:

Con ganas de meterle más energía a Vecis, el dúo que formó en plena cuarentena con su vecina Cande MolfeseMeli tiene un poco de nostalgia de no ser más parte de ese grupo de amigos. “Con los chicos tenemos una amistad muy fuerte”, remarca antes de contar que el resto de los integrantes de la banda conoce desde enero su decisión. Ahora se imagina aportando su granito de arena con proyectos de protección a los animales, algo que no pudo hacer por el nivel de exigencia que implicaba ser parte de Agapornis. Meli también trabajó como modelo, fue parte de una tira de Disney Channel y participó de algunos “Bailando por un sueño”, trabajos que no eran compatibles con la cantidad de shows que tenía en agenda.

-¿Por qué decidiste dejar Agapornis?

-Lo que pasó es que empecé con 23 y hoy tengo 33. Me empezó a pasar que tenía estrés vocal, no me daba el cuerpo, los horarios… Después de la pandemia, todos los shows que quedaron pendientes hubo que hacerlos juntos. Desde octubre que no paramos: en diciembre tuvimos 32 shows. Es una bendición, ¡una locura! Pero era algo que ya venía pensando, una cuestión de cambio de estilo de vida. Siento que necesito escuchar lo que me está pasando.

-¿Demasiada vida nocturna?

-Si me dicen que vamos a empezar a tocar a las 10 de la noche, me quedo toda la vida. Pero al ser una banda de eventos necesariamente tocamos tarde. Me estaba costando mucho a nivel energía, nivel salud. Tengo muchas ganas de bajar las revoluciones. No podía hacer reposo, el arma que quiero usar toda mi vida, que es mi voz, me estaba pasando factura.

Melina Lezcano, la cantante de Agapornis, se alejó de la banda porque el ritmo de shows nocturnos no conciliaba con su momento personal
Melina Lezcano, la cantante de Agapornis, se alejó de la banda porque el ritmo de shows nocturnos no conciliaba con su momento personal

-¿Cuándo tomaste la decisión?

-En enero les conté a los chicos. Costó porque más allá de lo laboral tenemos una amistad muy fuerte. Quizá ellos pensaron que era un capricho y en realidad era una decisión que venía procesando hace mucho. La pandemia es la que me hizo dar cuenta, como paré (nosotros realmente no dormimos, es un trajín muy fuerte) y me encontré con las cuerdas vocales sanas. Entonces junté valor porque no es fácil dejar una estructura de 10 años. El ser humano se siente muy a salvo y cómodo después de tanto tiempo. Mi idea era irme en mayo, banqué por la organización de shows que estaban pendientes y eso.

-¿Cómo lo tomó el resto de la banda?

-A mis amigos les costó mucho entender que me estaba yendo. No es fácil buscar un reemplazo. Pero más allá de la amistad que tenemos, porque Agapornis es lo que es por el vínculo que tenemos nosotros como seres humanos, les quería dar una mano con el reemplazo sin meterme porque me conocen e iba a empezar a opinar… Estos últimos sábados son mis últimos shows, el pasado fue el último grande y sentí contarlo porque estaba muy reprimida. No lo contaba por miedo, para que no sientan que realmente los estaba dejando. Fue como una ruptura de pareja. Los ocho somos muy unidos y los chicos me decían que no fuera tan melodramática que me iba de la banda, pero que no íbamos a dejar de ser amigos. Me decían: “No te vas a morir…”.

-¿Qué cosas te perdías a raíz de ese ritmo tan intenso?

-No tengo vida social literal desde hace 10 años. Pero estaba dispuesta a resignar cosas hasta que me empezó a pasar que nacieron mis sobrinos, mis amigas empezaron a tener a hijos e iba a las reuniones y yo me había acostado a las 7 de la mañana y no podía más. Nunca me imaginé que iba a durar 10 años. No me gustaba salir de noche, no me gustaba la joda ni el boliche; el universo me mandó esta experiencia para aprender. Se generó algo tan hermoso. Es un grupo muy lindo.

-¿Qué planes tenés ahora?

-Tengo ganas de estar cantando y que la gente esté sentada tomando un cafecito. También estaba dejando de lado cosas que me llenan mucho hacer, como rescatar animales. En la semana no funcionaba, hasta el miércoles no podía levantar. Mi novio, que es amigo de los chicos y estuvo en el primer show que hice con Agapornis, siempre me decía que le gustaba como cantaba y me preguntaba si me imaginaba haciendo otro tipo de música. Yo sentía que en algún momento iba a suceder porque era un proceso muy personal. Ahora está sucediendo. También me pasó que me empecé a ilusionar con otros proyectos, como la banda que tenemos con Cande Molfese, mi vecina. En la pandemia empezamos a generar un proyecto que se llama Las Vecis, que empezó a funcionar. Agapornis siempre me consumió todo, ahora es adaptar mis tiempos como yo quiera, tengo libertad.

-¿Cómo surgió Las Vecis?

-Con Cande vivíamos en el mismo edifico y durante la pandemia nos empezamos a juntar. Ya nos conocíamos pero no éramos amigas. En la pandemia se generó algo muy fuerte. Es un vínculo muy fuerte, ella estaba en plena separación y yo estaba para ella todo el tiempo. La música nos salvó, nos sacó adelante. Empezamos a hacer streaming y la gente se re copó. Hacíamos covers. Ahora tenemos una canción grabada nuestra que se llama “Me elijo a mí”, pero todavía no nos cierra para sacarla. En algún momento la sacaremos. Está bueno para no dejar de cantar, que realmente es lo que más amo en el mundo. No es para toda lo vida. Cande es actriz, no es que se quiere dedicar a esto. Es un proyecto lindo, les cierra a las marcas y nosotras nos divertimos. Lo tomo como un medio para no dejar de cantar y mientras ir viendo qué surge.

-Si mirás de atrás hacia adelante, ¿qué representa Agapornis en tu vida?

-Agapornis me abrió mucho la cabeza. Como dicen los pibes: “Te hicimos mucho más piola”. Siempre fui muy cerrada con cómo tenía que ser mi vida, mis vínculos. Este camino me abrió la cabeza a una realidad que no es la que había proyectado para mí y que fue hermosa. Crecí como persona, crecí en mis vínculos, conocí a siete personas que me enseñaron mucho y yo a ellos.

-¿Sabés quién te va a reemplazar?

-No tengo mucha idea. No es conocida. No la conocí todavía, pero creo que en todos estos años Agapornis viró mucho, hoy obviamente la figura femenina es importante, pero todos los chicos crecieron un montón. Pueden seguir perfectamente solos. Hemos creado un género, hemos cambiado cosas en la industria musical: Agapornis es alegría, es fiesta, es diversión.

Fuente: Dolores Moreno, La Nación.