Los cinco castillos cerca de Buenos Aires para una escapada de fin de semana
Argentina cuenta con un pasado aristocrático que durante los siglos XIX y XX supo lucir ante la mirada internacional su buen gusto por la arquitectura y la edificación de palacetes que nada tenían que envidiarle a Europa. Tanto en la ciudad de Buenos Aires como a pocos kilómetros de ella se encuentran diferentes castillos, los cuales, en su mayoría, pueden visitarse en la actualidad.
Las familias patricias copiaron el estilo francés, neoclásico, neogótico y eduardiano en sus residencias, tanto en la capital de la Argentina como en las estancias rurales. En el presente, cada una de ellas guarda una historia impactante sobre su origen y son dignas de ser conocidas durante una escapada de fin de semana.
La ruta de los palacios bonaerenses
Estancia La Raquel – Guerrero
A 174 kilómetros de Buenos Aires se encuentra Estancia La Raquel, un palacete con detalles victorianos que tiene su origen pocos años después de la muerte de Felicitas Guerrero a manos de su enamorado despechado, Enrique Ocampo, en 1872. La tragedia conmocionó a la alta sociedad porteña, que quedó aterrorizada con el ataque. La familia de la joven, en su honor, levantó en sus más de 40.000 hectáreas a orillas del río Salado, una casona icónica.
Para 1888, de este campo salían más de 18.000 litros de leche diarios hacia la capital nacional, y con ello, la Estación Guerrero ganó aún más renombre. En 1894, Manuel, hermano de Felicitas, erigió el reconocido casco de la estancia, a la vez que inauguró una fábrica de lácteos de primera calidad.
En la década de los 70, los descendientes de la familia crearon la Fundación Manuel Guerrero, Juan Pablo Russo y Valeria Guerrero Cárdenas de Russo, sin fines de lucro. Su objetivo principal fue, desde ese entonces, proteger el patrimonio cultural y agrícola sostenible.
Para visitar Estancia La Raquel, podés ingresar a su sitio web oficial, en donde se informa acerca de los días de campo. Además, si deseás organizar un evento y/o producción audiovisual, la misma está disponible para ello.
Estancia Villa María – Ezeiza
A tan solo 56 km de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra una de las estancias más famosas y reconocidas de la Argentina gracias a las tiras de ficción que la utilizaron como escenario.
Esta casona de arquitectura normanda fue fundada por Vicente Pereda a fines del siglo XIX. Según describe su sitio web oficial, desde un principio se la conoció como uno de los puntos precursores de la zona ganadera entre Capital Federal y Cañuelas. “Se encuentra sobre 74 hm² de parque diseñado en 1917 por el paisajista Benito Carrasco, discípulo de Carlos Thays”, indican en su página.
Esta estancia es elegante, con un amplio jardín arbolado en el que además de eventos, es posible hospedarse en sus más de 16 habitaciones. Incluso, se ofrecen días de campo según la disponibilidad que figure en el sitio oficial. Sin dudas, uno de los entornos rurales más encantadores para conocer en una jornada.
Estancia La Candelaria – Lobos
Si se habla de construcciones idílicas del interior profundo de la provincia de Buenos Aires, la estancia La Candelaria, a 119 km de Capital Federal, es un punto para descubrir en pareja, solo o con la familia. Su arquitectura similar a la de un palacio europeo, con sus torres y cúpulas cónicas hacen imaginar a sus visitantes en medio de un cuento.
Obra del arquitecto Alberto Favre y del paisajista Carlos Thay, la imponente construcción surgió gracias a la adquisición de 12.000 hectáreas por parte de Orestes Piñeiro y su hermano José, en 1840, poseedores de farmacias en Buenos Aires y en Lobos.
En un primer momento, la estancia se llamó Los Pontones, pero más tarde se bautizó con el nombre de la esposa de Orestes, Candelaria del Mármol. Sin embargo, como la pareja no pudo tener hijos, adoptaron a Rebecca, su única hija, quien en 1890 se casó con el entrerriano Manuel Fraga Calveyra.
Ya en 1900, Manuel mandó a construir este castillo en honor a los padres de Rebecca, pero ninguno de los dos vivió para verlo terminado. En 1937, la heredera designó la edificación de una iglesia de estilo francés, igual al diseño del castillo inspirado en los del Valle del Loire, en el país franco. En la actualidad, se reciben visitas guiadas y también es posible hospedarse allí, si la intención es sentirse como un rey o una reina.
Castillo Felicitas Guerrero – Domselaar
El castillo, que lleva el nombre de la mujer que sufrió uno de los asesinatos más famosos de la aristocracia argentina a fines del siglo XIX, está emparentada directamente con la estancia La Raquel.
A 96 km de Buenos Aires, en la ciudad de Domselaar, partido de San Vicente, se encuentra esta edificación de 1.600 metros cuadrados que esconde una de las historias más aterradoras entre sus muros. La casa pertenece a la familia de Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto de Álzaga, una joven aristócrata que a sus 25 años perdió la vida trágicamente por un disparo de un hombre que no pudo aceptar el fin de su relación amorosa.
La residencia es de estilo francés, con 24 habitaciones que permanecen en perfecto estado. Las visitas están abiertas al público y es posible gozar de una jornada de campo en uno de los entornos más cautivadores del ambiente rural bonaerense.
Quienes lleguen hasta las inmediaciones del castillo no solo encontrarán relax y desconexión del ajetreo de la capital, sino que podrán conocer el verdadero motivo de la muerte de Felicitas. Para más información, dirigirse al sitio web oficial.
Castillo Acelain – Tandil
En la cima de un cerro y en un sitio poco conocido por el turismo, se esconde el Castillo Acelain o Estancia Acelain Larreta, una de las edificaciones de estilo español que resalta entre los partidos de Tandil y Azul.
A 383 km de la Ciudad de Buenos Aires, es posible visitar este castillo solo en especiales jornadas, ya que aún permanece bajo el control de la familia descendiente de Josefina Anchorena y el escritor Enrique Larreta.
Esta construcción nació luego del casamiento de Josefina y Enrique, quien tras adquirir 8.000 hectáreas como herencia por su matrimonio, decidió instalarse en un entorno rural e idílico. Para ello, contrató al paisajista alemán Hermann Bötrich, quien diseñó un parque de estilo ibérico, y en 1923 le encargó al arquitecto Martín Noel la edificación de la residencia de verano.
Entre quienes fueron sus visitas ilustres, se encuentran: El rey Leopoldo de Bélgica, en 1962; los Príncipes Imperiales de Japón, en 1967; Henry Kissinger, en 1978 y Ortega y Gasset.
Fuente: Emiliano Pettovello, La Nación.