Si un título siempre es una indicación de lectura o un indicio para la interpretación, llamar a una muestra de arte “¿Cuánto pesa el amor?” implica abrir una puerta a las millones de imágenes, palabras e historias a las que aplica el término para, luego, intentar organizar un relato con ellas.
Esa, con seguridad, fue la intención del curador, Daniel Fisher, al imaginar una exhibición que reuniera bajo la idea del amor, a algunos de los principales artistas argentinos del último siglo. Sesenta creadores, extendidos en 1500 m2, que conforman la primera muestra del Centro Cultural Recoleta, en una nueva etapa de su historia, bajo el mando de Maximiliano Thomas (ver recuadro).
Daniel Fisher ya había encarado un desafío similar, el año pasado, con otro tema que obligaba a la reflexión de alto vuelo: “Breve historia de la eternidad”. Este profesor universitario, investigador y académico de la Sociedad de Estudios Morfológicos de Argentina (SEMA) y curador en importantes museos, galerías y ferias; debe a una historia personal el puntapie inicial del proyecto.
“Durante todo el mes de septiembre de 2023, luego de pronunciar: ‘El amor no tiene que doler’, Yuliana cada mañana al despertar, corre a la biblioteca a buscar, inquieta y ciertamente adrenalínica, una imagen. Mira la figura, la recorre, como si intentara comprender lo que Pablo Suárez ‘le dice’ en su desnudez más tremenda, en su ‘gran pequeña’ escultura titulada ‘Mar de lágrimas’. Poco después, corre a mis brazos y sigue camino a jugar”, explica Fisher en el texto curatorial que acompaña la exhibición. Yuliana es su hija de 7 años a la que dedica su trabajo y la que señala sin querer, el camino de una tensión imposible de resolver cuando se trata del amor: lo que no debe doler, duele.
En esas contradicciones y revueltas, de esas luces y sombras está compuesta “¿Cuánto pesa el amor”.
El relato del amor
Antología de lujo, la muestra reúne a algunos de los más importantes artistas de la escena actual de la Argentina. Desde Marta Minujín a Liliana Porter, de Antonio Berni a Roberto Jacoby, de Fernanda Laguna a Flavia Da Rin, la diversidad y calidad de los trabajos es notable.
Y el amor en ellos es goce y dolor, es sentimiento familiar y desgarro pasional, es duelo y placer, violencia y vacío.
“Con la valentía y el poder de atrapar lo inefable, lo inalcanzable o ‘como un rayo luminoso que parte nuestros huesos’, en palabras de Julio Cortázar, más de 60 artistas deconstruyen, desarman e instituyen nuevas figuras retóricas en pos del amor. En el tacto de las imágenes que se hacen palabras emergen las preguntas: ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? ¿Cuál es su estatuto? ¿Qué gobierna nuestros cuerpos y sentidos?”, reflexiona Fisher en su texto de presentación. “El amor pulsa y tracciona, el amor es una fuente de conocimiento irreversible, es idioma y escritura infinita que testimonia el mundo. Es deseo y derrumbe. ‘El amor es una meditación sobre el lugar y el sujeto del amor’, como sugieren Giorgio Agamben y Jean-Baptiste Brenet”.
El recorrido de la muestra se agrupa en tres ejes temáticos: vida, muerte y espiritualidad. El “Mar de lágrimas” de Pablo Suárez es la obra que da inicio al camino, aquella abre el dolor de la paradoja sentimental, en la forma de un hombrecito salpicado por las lágrimas que produce el desamor. El duelo se repite en las “Flores negras” de Daniel García y en los magníficos urnarios de cristal tallado, con detalles de calaveras de Trulalá, el dueto conformado por Carlos Herrera y Claudia del Río.
Es ruego religioso en “Red”, el entramado de rosarios creado por Daniel Hoglar y celebración en “Llamado divino” de Edgardo Giménez, en “Nuestro baile de la noche” de Ulises Mazzucca y en “Mi oso Teddy” de Petu de Mareca.
El amor familiar está presente en la “Madonna” de Nicola Costantino, imagen de una maternidad atravesada por las contradicciones entre los modelos aprendidos y la realidad del “bebé cerdo”, zurcado por las costuras. También en la instalación de Carlos Herrera, “Ave miseria”, un amplio galpón en homenaje a su padre, donde flores reales devienen flores muertas con el paso de los días.
La instalación de Claudia Casarino, “Trastornos de sueño”, muestra una larga hilera de camisones de tul, que remiten a la trata de personas y a las formas más salvajes de violencia contra las mujeres. “El revés de la armadura”, de Silvia Rivas, relata en video la improbable tarea de una mujer para quitarse una segunda piel que la aprisiona como los malos amores. Es violenta también la pasión simbolizada en la colección de joyas carnívoras de Paula Toto Blake y Yanina Faour.
El amor muestra su cara más feliz en “Familia García Uriburu”, como en el jardín tranquilo de Alexandra Kehayoglou o en el abrazo luminoso de Hernán Marina, que no por nada ilustra el afiche de la muestra y que es una apuesta gozosa a la inalterable posibilidad del amar.
“El deseo, incluso en sus más violentos berrinches, no puede persuadirme de que es amor ni impedir que yo desee que lo sea”, dijo W.H. Auden. El amor en todas sus formas, texturas y presencias es la voluntad que permea la muestra, contra todo desánimo o incredulidad.
Nueva Etapa
El Centro Cultural Recoleta, dedicado en los últimos años al público adolescente, cambia de rumbo para volver a un estilo más alineado con el tradición de la institución: mostrar el arte contemporáneo y la vanguardia, en todos sus géneros. Ese giro en la estética del “Recoleta”, hoy dirigido por el crítico y escritor Maximiliano Thomas, se volverá más visible con el retorno de la fachada al color terracota que lucía en los años ’80.
La nueva programación está en marcha con muchas actividades interesantes. Además de la mega muestra “¿Cuánto pesa el amor?”, hay otras cuatro exhibiciones de arte que pueden visitarse: “Oradaia” de la artista textil Jazmín Berakha (Sala 6), “Función privada” del pintor Bruno Grupalli (Sala 5), “La multitud agazapada” de El Pelele (Sala 10) y “Centinelas” de Victoria Liguori (Sala 4).
La música y el cine serán parte de la oferta permanente del Recoleta. En cuanto a la primera, este mes habrá dos ciclos: “Variaciones”, de música clásica, los sábados en la Capilla, con entrada libre y gratuita Y “Hojas de otoño”, ciclo de jazz, todos los viernes de mayo a las 20, también en la Capilla.
En cuanto al cine, un ciclo de terror se podrá ver los viernes de mayo a las 19 y los sábados, tendrá lugar el ciclo “Música en la Alemania contemporánea” (las entradas se reservan gratuitamente, en EntradasBA).
Vale la pena darse una vuelta por la muestra “Nueva edición argentina. 1999-2024 / 25 años de edición independiente”, con curaduría del escritor Damián Tabarovsky, que reúne los títulos fundamentales que produjeron las editoriales independientes en los últimos años.
Fuente: Noticias