Desde los 80 hasta las primeras décadas de 2000, en el Centro Cultural Recoleta se realizaron importantísimas muestras de artistas consagrados, de las que también surgieron otros tantos emergentes que actualmente ostentan una vasta trayectoria. Ahora sus salas han sido recuperadas para las artes visuales.
Visitamos Cronopios, J y C, donde se exhibe “Cuánto pesa el amor”, con la curaduría de Daniel Fischer, quien convocó a 60 artistas que a través de múltiples disciplinas despliegan su creatividad acerca de un tema tan convocante que, no obstante la avasalladora tecnología y la IA, aún preocupa a los seres humanos.
Una afirmación de la hija de Fischer de seis años, “el amor no tiene que doler” fue disparadora de esta excelente muestra en la que hay que detenerse y reflexionar. Afortunadamente hay bancos donde sentarse, ya que éstos han desaparecido de muestras en museos e instituciones donde actualmente se exhiben mega muestras provocadoras del «síndrome de Stendhal».
La obra disparadora a la que hicimos referencia fue “Mar de lágrimas” de Pablo Suárez, una pequeña escultura en resina de un hombre desnudo al que le brotan lágrimas en todo su cuerpo. Otra obra de Suárez, “Sentimental”, revela el amor del artista por un perro callejero que está en una caja de cartón al pie de una instalación de Carlos Herrera, homenaje a su padre, que ocupa un gran espacio central; la obra está relacionada con la muerte: coronas, flores marchitas, sábanas, botellas, peluches, huesos, quizás muchos más elementos que los que la mirada puede abarcar.
Otra obra de Herrera realizada con Claudia del Río, “Trulalá”, consiste en seis urnarios de cristal tallado con calaveras pintadas en polvo de oro. Paula Toto Blake y Yanina Faour presentan en bronce y piedra volcánica una colección carnívora de joyas que supuestamente no se pueden usar. Se destaca “Pas de Deux” de Mónica Fierro, una especialista en libros de artista, con su minucioso trabajo de recortes de pequeñas hojas sobre tela .
Una excelente pintura de Guillermo Conte de 1995, “Dos flores blancas s/fondo oscuro”, tienen carácter ominoso. Una instalación de camisones de tul que van del blanco al rojo. “Trastornos del sueño” de la artista nacida en Paraguay, Claudia Casarino, hablan del cuerpo, del grito de la mujer, una denuncia sobre la red de trata.
Las almohadas de Diana Schufer, obra sonora, están en directa relación, recordamos, con una obra de la artista y psicóloga “Donde las cartas se unen” que se exhibió en una bienal de La Habana y en “Hogar, dulce Hogar” en Muntref, ya que el amor es clave en su obra. Otra obra para destacar es la video instalación de Silvia Rivas “El revés de la armadura” realizada en 2022, con la sutileza que la caracteriza: una mujer lucha con su vestido de papel que no la protege, que intenta escapar de algo que la molesta y le duele.
Junto a las excelentes fotos de Ernesto Deira y Jorge de la Vega por Anatole Saderman hay un video de 30 minutos de Hernán Marina que siempre se ha destacado como escultor lumínico pero que incursiona en el video. Se trata de una ficción que altera la realidad y que recrea la noche inolvidable de 1958 en la que María Callas hizo su debut parisiense en el papel de Tosca. Es casi imposible pasar de largo ante la música y el canto hipnótico de la diva en “Le Partenaire” y su extraordinario montaje. Una muestra que no debe perderse por su alto nivel .
(Junín 1930. De martes a viernes de 13.30 a 22 y sábados y domingos de 11.15 a 22. Entrada gratuita.)
Fuente: Ámbito